Sólo en los últimos años -señala Fromm - se comienza a reconocer que "el aburrimiento crónico -compensado o no compensado- es uno de los principales fenómenos psicopatológicos de la actual sociedad tecnocrática". La exigencia del poder casi divino del dinero nos mantiene atareados durante muchas horas de trabajo, pero luego la amenaza del aburrimiento nos impulsa a compensarnos con las bebidas, el cine y la televisión, los paseos a gran velocidad, las reuniones y fiestas, los espectáculos de todo tipo, las funciones deportivas o, más íntimamente, con actividades sexuales, experiencias con drogas, el morboso interés por los hechos criminales, la peligrosa creación de ambientes explosivos y la provocación de reacciones agresivas.
La búsqueda de manifestaciones agresivas como forma compensadora de la depresión y el aburrimiento, en la gran mayoría de los casos es de tipo pasivo. Al principio resulta estimulación suficiente recibir el "pan de cada día" que suministran los medios (prensa, radio, televisión) en forma de relatos y escenas de crímenes, accidentes graves, delitos de sangre y conductas crueles. Si éstos logran ser excitantes, será señal de que la persona ha de vivirse impotente, aburrida y vacía, por el modo de reaccionar ante "estímulos" generados por el dolor y la destrucción. Sin embargo, en muchos casos, la necesidad de "alimentarse" con violencia y crueldad exige volverse activa. El "disfrute pasivo de la violencia", según Fromm, se transforma entonces en la reproducción de excitaciones sádicas o destructivas: "La persona aburrida suele ser el organizador de un "Coliseo en pequeño", donde saca sus equivalentes en pequeña escala de la crueldad en gran escala que se escenificaba en el Coliseo romano.
Muchos casos de aburrimiento grave o de insoportable vacío interior son disgosticados como cuadros de "depresión endógena". Sin embargo, Fromm hace ver que a diferencia de esta depresión, las personas con aburrimiento y vacío casi constantes "no tienden a acusarse por sus fracasos, ni tienen la expresión facial característica de los pacientes melancólicos" Y quizá por esta razón en la actualidad estos cuadros se denominan de modo más apropiado, como "depresión enmascarada" o "depresión sonriente"...
A partir de los estudios de H. D. Esler, R. G. Heath, A. Burton, W. Heron, y el propio E. Fromm, este autor bosqueja el siguiente perfil de la "depresión sonriente". Son personas que se adaptan al medio y sostienen durante mucho tiempo una aparente felicidad, por lo que nadie diría que son aburridas o deprimidas. Algunas alcanzan tal éxito público que se les tiene como modelos en sus respectivos campos. Tienen a excluir de su conciencia y a proyectar hacia sus situaciones y personas toda sensaciòn de aburrimiento o depresión. Llegan a ser reconocidas como encantadoras o cautivadoras. Por lo general tratan constantemente de parecer normales. Eso sí, buscan formas de entusiasmarse, distraerse o excitarse. El común denominador de esta búsqueda es provocar en los otros reacciones de admiración y sopresa, de seducción y excitación sexual, de miedo, dolor, humillación y hasta terror mortal. Sin provocar y recoger estas reacciones entre los demás, no pueden mantener la apariencia y el poder de la máscara "sonriente" sobre la depresión y el aburrimiento crónico que los desvitaliza.
Entre este tipo de personas se dan casos extremos de destructividad. Aunque se les identifique como "antisociales" o "criminales", no parecen aburridas ni deprimidas. El motivo por el que cometen un crimen no es el odio, sino que se origina en un insoportable aburrimiento y en la imperiosa necesidad de producir reacciones en los otros. Por esta impelente motivación, requieren provocar y sentir que "alguien puede reaccionar", necesitan de "alguien a quien se le pueda hacer algo, alguna acción que ponga fin a la monotonía de la experiencia cotidiana. Matar es un modo de sentir que uno es y que uno puede causar un efecto en otro ser".
Cómo acercarse a... La Violencia. Giuseppe Amara. CONACULTA.
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