sábado, agosto 13, 2005

Crónicas queretanas.

Llegué a esta ciudad a las 2:30 a. m. y en una breve escala en la terminal de autobuses de Pachuca me encontré con Gersom, hacía tiempo sin verlo, ayer fué el cumpleaños de Julius pero como no invitó a su mega borrachera chilanga nadie se apuntó. Todo permanecía en una profunda calma, aparentemente la ciudad dormía.
Me recibió Angel en su departamento colectivo, como bienvenida recibí el distintivo aroma de la ganja flotando libremente por la atmósfera de la sala, y el baño, y la cocina, y las habitaciones. La madrugada transcurrió con una variada mezcla de músicas, risas, conversaciones serias rotas por la simplicidad con la que juvenilmente observamos y vivimos nuestras existencias, no he dormido nada y es mi primer día de vacaciones, hoy abrá fiesta, habrá que pensar en las chelas y una buena aspirina para no parecer zombie con el cansancio.
Voy al encuentro de viejos amigos, ya saben que estoy aquí pero no les he dado señas de vida. Me siento extrañamente contento, mis anfitriones son personas muy humanas y por lo menos sus conversaciones son ingeniosas, lo cual refresca mis cansadas fuerzas.
Querétaro despertó paulatinamente mientras disfrutábamos a Anthony Hopkins en su memorable (aunque no tan buena como su antecesora) Hanibal. Mañana sabrán de este pata de perro por este terruño insospechable.

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