martes, febrero 28, 2006

Tome en sus brazos a la mujer amada y extiéndala con un rodillo sobre la cama, después de amasarla perfectamente con besos y caricias... Colóquela en decúbito prono (ventral), para que no pueda meter las manos y arañarlo. Incorpórese con ella cuando esté a punto de caramelo, cuidando de no empalagarse. En el momento supremo...
J. J. Arreola. Para entra al jardín.

Ágrafa musulmana en papiro de oxyrrinco:

"Estabas a ras de tierra y no te ví. Tuve que cavar hasta el fondo de mi alma para encontrarte. "

J. J. Arreola.

El carnaval huaxteco.

La fiesta del carnaval es una práctica de la iglesia católica de gran arraigo en la región huaxtec, cnsiderada la segunda celebración más importante del año, después del xantolo. Ésta no comienza como se podría suponer, en la última semana de febrero, si no en la primera luna llena de dicho mes, cuando los capitanes de las cuadrillas de danzantes convocan con un cuerno de toro a las reuniones de ensayo, y concluye en el míercoles de ceniza, que representa el inicio de preparación para la pascua. Aunque esto depende de la región y de las costumbres en los poblados. La tradición católica la ubica una semana antes de la pascua y es la fiesta de la carne, ya que al llegar la Pascua los fieles se abstendrán de las carnes rojas.

La danza ejecutada que predomina es la de "Los Mecos" (palabra que designa suciedad, negrura), aunque en diferentes puntos de la huaxteca hidalguense tambíen se ejecuta una variación denominada la danza de los "Juan Negros".

El primer día de carnaval los varones danzantes, muy de mañana se dirigen a la rivera del río o pozo comunal visitendo un short, y ahí se aplican barro de color beige por todo el cuerpo, para después dibujar con pintura de anilina puntos o rayas según el agrado personal de los participantes. Los colores base son el blanco y el negro, simbolismos de la lucha de estas dos fuerzas antagónicas: el bien y el mal. Una vez acabado el rito, visten su cuerno amarrado a la cintura y toman una vara de madera que también es decorada con anilinas, algunos portan improvisados arcos.

A continuación se dirigen a la comuna acompañados de un trío de son huasteco para comenzar con la danza, visitando las casas a cambio de comida, fruta de temporada, aguardiente o algunos dineros que al final de la jornada se comparten.

La danza escenifica una batalla con sus varas entre dos líneas de danzantes, intercalando breves momentos en los que hacen sonar sus cuernos y continuar con las evoluciones de la coreografía.
Entretanto los niños y jóvenes corren en torno al espectáculo rompiéndo cascarones de huevo, rellenados de confeti, harina o cenizas del fogón y en última instancia se prepara un poco de pintura de anilina para "pintar" a los participantes de la verbena y a algún despistado.

Las mujeres del pueblo preparan un día antes o durante la celebración, el zacahuil o tamal gigante, mismo que es compartido con la familia, vecinos y amigos. En un pacífico intercambio de alimentos.

Una práctica adoptada en los últimos años ha sido la incorporación de desfiles con carros alegóricos, en los cuales se elige a la reina del carnaval y al clásico rey feo, quienes serán los presentadores del evento.

El carnaval huaxteco hoy día es una combinación de prácticas ancestrales de fuerte raíz mestiza y prácticas contemporáneas de fiesta colectiva.
¡felices fiestas!

miércoles, febrero 15, 2006

Sobre los pasos de los ancestros.

Los huicholes se llaman a sí mismos wirrárica. Como muchos otros pueblos, dicen vivir en el centro del mundo y ser la "verdadera gente". Los santuarios, el tuki o el calihuei -templos del pueblo-, son el quinto rumbo del horizonte, el aquí de un cosmo regido por el número cinco.
Su aislamiento histórico y su tradición los han hecho custodios de tal centro. Esta tarea obedece a la decisión constantemente renovada de ceñirse al designio de los dioses y ancestros, que deben auxiliarlos en el desempeño de este cargo. Mantener su contacto constante con los seres sobrenaturales es una de las preocupaciones primordiales de los huicholes. Los hombres deben revivir, conservar y transformar constantemente la tradición, "el costumbre" instaurado desde el principio de los tiempos; es condición de su permanencia en la tierra; acatarla es base de su organización social, obligación de todo huichol y, sobre todo, cargo de todo mara'akame y cahuitero (cantadores y funcionarios).
El territorio geográfico que los wirrárica ocupan y reclaman como propio es diferente de su territorio ritual, el cual se extiende fuera de sus linderos, desde el estado de Durango hasta Chapala, desde la costa de Nayarit hasta San Luis Potosí, a donde peregrinan para traer aguas sagradas, cazar venados y recolectar peyote.
Los hombres deben alimentaer y cuider de sus dioses para que los dioses protejan y mantengan a los hombres. El equilibrio entre lo mundano y lo sagrado, entro lo humano y lo sobrenatural, entre lo contemporáneo y lo primordial, es difícil de lograr y requiere un trabajo constante. La intermediación entre los polos es responsabilidad de todos y cargo de cada mara'akame. Los vehículos para acercarse son las ofrendas y la vida misma. A cambio de ello, los dioses dan lluvia, cosechas, salud y sabiduría.
La cantidad de tiempo y energía invertidos en la vida ceremonial les han valido una clasificación unánime de todos los investigadores: son un pueblo "religioso". Pero no sólo revisten tal carácter en los recintos destinados a las funciones ceremoniales, sino en todas las esferas de la vida cotidiana: la siembra, la caza, las tareas domésticas, las curaciones. el arte y hasta las artesanías hacen entre los huicholes permanente referencia a un simbolismo sagrado. Los linderos entre lo secular y lo divino son móviles y dúctiles; en la ceremonia cabe el humor constante y en la vida cotidiana hay tránsitos permanentes hacia la devoción.
Todos los hombres adultos- y con ellos mujeres y familiares- deben cumplir en algún momento cargos, participar en festividades y en actividades comunales: todas éstas tienen implicaciones sagradas. Carl Lumholtz calculó, a principios de siglo, que una cuarta parte de los adultos ejercían el oficio de mara'akame. Ahora la proporción es menor, pero su papel entre los wirrárica aún es fundamental.

EL MARA'AKAME Y LAS DEIDADES.

El maraákame es cantador, médico, sacerdote y guía: es vidente, soñador, adivinador y personaje político; su cargo es conocido, se le busca y procura, se le respeta y teme. Es el custodio de la historia y de las costumbres.
El mara'akame sabe cantar, habla con los dioses en lengua esotérica, es músico y coreógrafo de las ceremonias, está al tanto de los espacios de los patios que corresponden a los tiempos de las festividades; conoce las enfermedades y sus remedios, sabe capturar las almas y encaminar a los muertos.
León Diguet nos dice de los huicholes: "...no dejaron monumentos, pero de generación en generación la tradición de los antepasados ha logrado transmitirse mediante cantos" (Diguet, 1992, . 55). El mara'akame resguarda su sabiduría como reliquia y la adapta para que sea siempre vigente; es el guía que conoce los pasos de los primeros peregrinos y el andador de los caminos. Mito y ritual son la huella viva que sustituye en esta cultura los restos arqueológicos; el mara'akame regenera lo antiguo y lo vivifica, usa la memoria como instrumento para interpretar lo actual y auxilia al huichol para que sea contemporáneo de sus orígenes.
Desde pequeño, el mara'akame recibe señales o llamados hacia su vida futura. Así, ayuno, sacrificio y cuando menos cinco peregrinaciones seguidas a Viricuta son necesarios en su entrenamiento. Allí recibe su voz, su medicina y sus instrumentos, y entre éstos, el principal es su muvieri (flechas sagradas) , con el cual puede escudriñar lo oculto, ver lo invisible y escuchar el aire: no en balde las plumas que cuelgan de él son de águila o de halcón. Los dioses inscriben en su mente, en su corazón y en su alma cantos y enseñanzas. Hacen que les preste su voz y a través de él hablan.
Los huicholes consideran deidades a todos los fenómenos de la naturaleza y a los ancestros, aunque nunca les llaman dioses: son Bisabuelo, Abuelo, Madre, Padre, Hermano Mayor. Fuego y agua, aire y tierra, cielo e inframundo son parte del panteón huichol, en el que Lomholtz contó 47 divinidades (Lumholtz, 1986, pp. 51 y ss.). Cada cual tiene nombres, atributos, lugares, animales, dones y enfermedades, santuarios y lugares propios. Con frecuencia se transforman, sobreponen, sustituyen y aglutinan en los relatos y ceremonias. Esta metamorfosis desconcierta a los estudiosos, quienes también deben considerar a los ancestros y antepasados divinizados, que retornan al mundo en forma de cristales de roca.
Takutsi Nakawé, Nuestra Madre Crecimiento, que fue la madre generadora; Tatéwari, Nuestro Abuelo Fuego; las cinco Madres del Agua: Tayao, Nuestro Padre Sol. y Nuestro Bisabuelo Cola de Venado, se cuentan entre las divinidades rectoras.
A la temporada de secas -Robert Zingg (1982) divide las ceremonias, deidades y vida de los huicholes en dos ciclos: el de temporada de secas y el de temporada húmeda, categoría aceptada por casi todos los investigadores posteriores- pertenecen a las deidades masculinas. El fuego fue el primer mara'akame; Kauyumali-llamado también Maxacuaria o Mayakuagy-es héroe civilizador y bufón. Es hombre, venado y dios. Con sus cuernos elevó al Sol en los cielos, y con ellos aparta las nubes en el Portal de las Nubes. Hizo nacer peyotes de sus huellas y trajo el maíz al mundo. Fue él quien inventó los instrumentos musicales e instauró las ceremonias. También trajo al mundo la muerte. Fue enviado por el Sol para instruir a sus hijos. Sus proezas se narran en los cantos y sus rutas se siguen en las peregrinaciones; las danzas representan sus hazañas y es él quien voluntariamente se sacrifica en las cacerías.
Fuego, sol, venado, peyote o jícuri y maíz se enlazan en los mitos y en las ceremonias. Las versiones de cada cual los multiplican, aunque esencialmente, siempre sean semejanes. El ciclo del peyote dura cinco meses más o menos. Termina en mayo o junio para dar inicio a la temporada húmeda, tras la peregrinación a Viricuta, la cacería del venado, la bendiciíon del maíz y la fiesta de jícuri neirra.

PRIMER VUELO A VIRICUTA.

La fiesta de los primeros frutos, del elote tierno o del tambor es para bendecir tanto a los elotes como a los niños, para que ambos se purifiquen y el maíz pueda consumirse. Esta fiesta no pertenece al ciclo del peyote, pero en ella todos los niños menores de cinco años volarán a Viricuta, transportados por el canto del mara'akame, en alas de Tatei Werica Wimari, Nuestra Abuela Águila Niña, el águila bicéfila que mira los puntos donde se levanta y se oculta el Sol.
Cada niño o su madre llevan "Ojos de Dios"-un rombo por cada año y cada viaje, hasta completar los cinco viajes requeridos- y una sonaja, un sombrero y una talega. En la mano, un "peyote" (tortilla, galleta o peyote seco, según diferentes investigadores).
La parte de la ceremonia que me interesa aquí es la que se refiere a este vuelo a Viricuta y Aramara, roca cercana a la playa de San Blas, Nayarit. Las sonajas que agitan son los pasos de los niños o el zumbido de las alas de colibrí, pues en tales aves se han transfigurado. Acompañan el canto, la música y el ritmo del tambor, del que cuelgan bules de tabaco y colas de ardilla.
El mara'akame enuncia y describe los lugares por donde pasan y donde paran, los peligros que acechan a los viajeros y los requisitos que deben cumplirse. Al llegar al lugar donde deben confesarse, los niños reconocen o no haber comido elotes y el mara'akame los purifica con agua sagrada asperjada con flores de cempoal y el roce de sus plumas. Ante el fuego y la ofrenda, los niños escuchan y aprenden el mapa mítico que más tarde deben recorrer.
Antes de emprender su primera peregrinación, se les familiariza con los lugares y circunstancias edl viaje de los ancestros. Los caminos, los lugares sagrados y animales guardianes adornan sus muñecas y sus cuerpos, bordados con chaquira o hilo. Durante la fiesta, las marcas amarillas de sus mejillas los señalan como peyoteros, si bien a veces el llanto precipita la lluvia pintada por sus mejillas antes de tiempo.
Cuando hacen la peregrinación, años más tarde, les precede un mapa de palabras, les guía un canto y cumplen la tradición con una memoria previa. Antes de llegar a Viricuta, Viricuta llegó a ellos.

LA PEREGRINACIÓN.

Quienes van a Viricuta siguen el camino de los ancestros. La voz del mito es su mapa. Cada año, desde el principio de los tiempos, los huicholes van a la cacería sagrada de jícuri -desde que los vecinos recuerdan, desde la primera crónica que se ocupa de ellos.
Siguen el "camino del Hermano Mayor que camina hacia el amanecer", guiados por un capitán que cuida, enciende y personifica al Fuego. Reanudan los pasos "para buscar la vida" (Lumholtz, Benítez y Myerhoff afirman esto casi en término idénticos). Peregrinan a un lugar donde se transfiguran y se convierten en dioses para traer el alimento del alma. El camino es "delicado" y "trabajoso". Deben penetrar al lugar donde fue creado el Sol, al territorio donde primero brilló Nuestro Padre desde el Cerro Quemado, al patio de los dioses. Allí recibió su cargo y su don el Bisabuelo Cola de Venado. Viricuta no es un lugar histórico, sino mítico. A medida que avanzan, los peyoteros deben desprenderse de su carácter mundano, de sus nombres, del lenguaje habitual, y llegar limpios para acceder a lo sagrado, traspasarlo, vislumbrarlo y retornar con plantas y bendiciones que repartirán entre los suyos.
El viaje dura 43 días: 20 de ida, tres en el desierto, y 20 de regreso. Desde principios de este siglo, según Lumholtz, Diguet y Urbina, se usaban mulas para transportar las tortillas secas de ida, y los canastos de peyote de regreso. Hoy se usan vehículos motorizados, pero las paradas y las jornadas son las mismas, como lo son ofrendas, ayuno, veladas y pasos para acercarse al lugar y la condición requerida de los peregrinos.
Cada ranchería o comunidad wirrárica manda entre ocho y doce peregrinos. Los guía el custodio del fuego y del tabaco, quien enciende el fuego en dirección oriente de ida, y hacia el poniente al regresar. En la comunidad queda otro grupo que también participa en la peregrinación: cada noche se reúnen, prenden el fuego y desatan uno de los nudos de la cuerda que, en ambos grupos, sirve para contar las jornadas. Unos y otros deben ayunar, no deben bañarse ni cambiarse la ropa, y han de abstenerse de las relaciones sexuales.
En el Portal de las Nubes, cerca de Huejuquilla, los peyoteros confiesan sus pecados carnales públicamente, ante el fuego, haciendo un nudo en una cuerda por cada falta, que queman para purificarse. Tras la confesión reciben tabaco y son sus prisioneros, y reciben nuevos nombres y cargos. Todo el lenguaje se invierte y se trastoca. Los peyoteros salen de sus cuerpos y personas y se renuevan, le lenguaje sale de sus cauces, pues ya no podrán describir lo que se verá de ahora en adelante. A partir de este momento, el orden de la marcha es estricto y no debe quebrantarse.
En Tatei Matinieri, pequeña laguna sagrada, descargan las ofrendas implorando bendiciones y buena cacería en el desierto. Allí, los "primerizos" son vendados para no quedar ciegos ante la luminosidad de Viricuta (lo mismo se hace en las peregrinaciones al mar, en la que los iniciados son introducidos al agua antes de verlo, lo que aumenta su azoro y su asombro, pues, a diferencia de nosotros, no lo ven ni en la televisión ni en fotos).
Al llegar al desierto comienza la cacería: todos avanzan sigilosamente, con el arco tenso en las manos. Cada uno cerca cinco venados-jícuri con dos flechas, sin herirlo y sin tocarlo, y cuando el guía caza su peyote con dos flechas cruzadas, ve al venado y siente su remolino, todos se acercan y ofrendan ante el cactus. El cahuitero guía pide perdón, corta el peyote y lo reparte entre todos en una comunión inicial. Lo comen tras tocar con el gajo las mejillas y las muñecas. Entonces cada cual recoge su caza y comienza la cosecha. Esa noche se toca el violín, junto al fuego, se pelan y preparan los botones de jícuri en largas ristras, y se comen.
Cuando terminan su cometido, se retiran rápidamente. La convivenvia con lo divino es difícil y peligrosa, no admite familiaridades. Cuanto se utilizó se quema en el último fuego hacia el este, se circula la hoguera, se voltean los leños y se emprende el retorno.
La búsqueda de visiones no es la finalidad de esta peregrinación. Se cumple con un cargo, se colectan los peyotes y se recoge el agua sagrada necesarios para alimentar las ofrendas y las festividades donde se pide vida, salud y fuerza. El mara'akame o aspirante a cantador, en cambio, sí las busca: con ayuno, sacrificios y constancia escucha la voz de los ancestros. El venado-jícuri lee la mente y pone palabras en boca de quien merece tal cargo. Le da canto, sabiduría y cargo. El elegido tiene una simbología previa y un esquema adecuado para recibir tales enseñanzas, por lo cual sus visiones son canónicas. Por eso también la negativa a compartir, narrar o discutir las visiones de cada cual: son individuales e indescriptibles- como suele ser lo divino- y su particularidad resta fuerza al sentimiento de comunión; es buscado y asupiciado para lograr entre todos un bienestar general. La peregrinación y sus dones son colectivos, en tanto que su modalidad y su llamado son privados.

EL RETORNO.

La misma ruta se desanda, ahora con peyote y agua sagrada a cuestas. Al regresar a la comunidad anuncian su llegada con un cuerno de venado. Tras una velada donde se queman las cuerdas de la peregrinación y el tabaco, que son liberados por quienes estuvieron atados a ese tiempo ritual, quedan pendientes la cacería de venados y la fiesta de jícuri neirra.
La vuelta de lo sagrado a lo mundano también implica peligros. Por eso se quema todo, y el fuego vuelve a trazar las fronteras. Se recuperan nombres y lenguaje, se imprime a todo el orden habitual.
Lo que realmente produce quiebres no es tanto el tránsito entre lo sagrado y lo profano, de suyo difícil, sino la convivencia de lo huichol y lo no huichol. Si la peregrinación se interrumpe y los huicholes son detenidos por autoridades federales de narcóticos, la eficacia de la ceremonia merma; si los agricultores barbechan un campo nuevo en el desierto, el peyote escasea; si sus santuarios son invadidos por extraños, las posibilidades de que la plegaria sea efectiva son más raras ante los depredadores de altares; si se destinan los lugares sagrados a fines diferentes de los señalados, su sacralidad se ve contagiada.
Venado, maíz y jícuri son equivalentes e intercambiables. Las hojas de la mazorca son las orejas del venado, las plumas del mara'akame son sus astas, las pezuñas del venado son jícuris, la sangre de venado es alimento del maíz, que como lo peyotes y los rumbos del universo, son de cinco colores. Las ofrendas y santuarios se alimentan de agua sagrada, humo, sangre de animal sacrificado o luz de Sol. La armonía entre lo celeste y lo terrenal se ve resguardada por el cumplimiento de la tradición. El Sol aparece porque los huicholes lo reviven con sus cantos; las lluvias mojan la tierra porque han cumplido sus plegarias; el maíz es prueba de la obediencia del ritual; la vida prospera porque se cuenta con la voluntad del cosmos.
Peregrinar es creer que en algún lugar está lo sagrado, que es accesible y que, una vez allá, aunque inefable e intransferible, el atisbo o el roce con lo sagrado transforma. Y la bendición nos abarca a todos. Transfigurarse y peregrinar son lo único que permite a los huichoiles arraigarse y permanecer cerca de la niérica: cara, representación o aspecto visible de lo divino, espejo donde los dioses ven su rostro unido a la devoción de quien lo ofrenda, instrumento para atisbar en la revelación. A través de ellas se cumple, se dice, se mira una parte ínfima de la lumninosidad del mundo, La araña, al tejer sobre una jícara, hizo la primera niérica. Este umbral abre hacia la tradición y la permanencia tanto de huicholes como de téhuaris.

Elisa Ramírez Castañeda.

lunes, febrero 13, 2006

Sobre la psiología del artista.

Para que haya arte, para que exista unaación y una contemplación estéticas cualesquiera, se requiere una condición fisiológica previa: la embriaguez. La embriaguez tiene que haber aumentanto primero la excitabilidad de toda la máquina: sin esto no es posible el arte. Todas la clases de embriaguez, por muy dierente que sea lo que las determine, tienen el poder de conseguir esto; sobre todo la embriagez de la excitación sexual, que es la forma más antigua y primitiva de embriaguez. También hay que incluir la embriaguez que hay detrás de todo gran deseo, de toda pasión intensa; la embriaguez de la fiesta, de la contemplación, del acto de valentía, de la victoria, de todo movimiento extremado; la embriaguez de la crueldad; la embriaguez de la destrucción; la embriaguez primaveral, por ejemplo, o la debida al efecto de los narcóticos; por último, la embriaguez de la voluntad, la embriaguez de una voluntad plena y saturada.

Friedrich Nietzsche.
Nada tan insoportable para el hombre como el estar en absoluto reposo, sin pasiones, sin ocupaciones, sin diversiones, sin aplicación. Siente entonces su nada, su abandono, su insuficiencia, su dependencia, su impotencia, su vacío. Al instante desde el fondo de su alma brotarán el aburrimiento, la melancolía, la tristeza, la pena, el despecho, la desesperación.

Blaise Pascal.

jueves, febrero 09, 2006

Aqua de Beber.

Eu quis amarmas tive medo
E quis salvarmeu coracao
Mas o amorsabe um segredo
O medo pode mataro seu coracao
Agua de beber
Agua de beber camar¨¢
Agua de beber
Agua de beber camar¨¢
Eu nunca fizcoisa tao certa
Entrei pra escolado perdao
A minha casaviva aberta
Abri todas as portasdo coracao
Agua de beber
Agua de beber camar¨¢
Agua de beber
Agua de beber camar¨¢

miércoles, febrero 08, 2006

Del destierro y del exilio.

El exilio es un cambio de lugar que no produce ningún mal, más que por idea. En una queja y pena puramente imaginaria porque razonando no hay nungún mal. En todas partes existe lo mismo, lo que se ha comprendido en dos palabras: naturaleza y virtud.
En todas partes se encuentra la misma naturaleza común, el mismo cielo, los mismos elementos. En todas partes el cielo y las estrellas nos parecen del mismo tamaño y extensión y es esto lo que se debe contremplar principalmente y no lo que hay debajo de nosotros, y lo que hallamos con nuestros pies. Por eso no podemos ver de la tierra más que diez o doce leguas de un vistazo. Angustus animus, quem terrena delectant. Pero la faz del gran cielo del azur; adornado y salpicando con tantos diamantes bellos y relucientes se nos muestra siempre.
Para que siempre lo podamos ver, gira continuamente alrededor de nosotros. Se muestra entero a todos y en todas partes, en un día, en una noche. La tierra, que con los mares y todo lo que abarca no constituye una hexegésima parte del Sol, no se nos muestra más que en la parte en que vivimos.Pero además este cambio de suelo de abajo, no es nada. ¿Qué importa haber nacido en un lugar y vivir en otro? Nuestra madre hubiese podido dar a luz en otra parte. Es una coincidencia de que hayamos nacido allá. Por otra parte, toda tierra recibe, produce y nutre a los hombres, proporciona todo lo necesario. Toda tierra lleva padres, la naturaleza nos ha unido a todos por la sangre y por caridad. Toda tierra tiene amigos, no hay más que buscarlos y conciliarlos por la virtud y la sabiduría. Toda tierra es patria para el hombre sabio, o mejor dicho, no hay tierra que no sea su patria. Es perjudicarse, es bajeza y debilidad de corazón sentir o creerse extraño en alguna parte. Hay que hacer uso del derecho y vivir en todas partes como en su casa y sobre lo propio, omnes terra tanquam suas videre et sus tanquam omnium.

Pierre Charron. De la sabiduría, traducción de Elsa Fabernig.

martes, febrero 07, 2006

Estoy muy emocionado. Hoy fué mi primer clase de alfarería tradicional. En la Huaxteca la producción alfarera se remonta a épocas prehispánicas, cuyas evidencias muestran que se producían obras en barro desde el periodo clásico. Las técnicas y conocimientos han sido transmitidas de generación a generación a través de la tradición oral y el involucramiento de los niños en el proceso creativo, motivo por el cual persiste hasta nuestros días.
En este rubro,son famosas las piezas de la comunidad de Chililico, congregación vecina al municipio de Huejutla.
Los artesanos de Chililico emplean cinco o seis herramientas en el proceso de producción. Dos son de barro manufacturadas por ellos mismos; otra es un pequeño tramo de lámina de fierro en el que se han hecho resaques con un esmeril y que usan para dar forma y cortar el barro. Utilizan también un fragmento de piel curtida para alisar la superficie de sus esculturas. Otro de sus utensilios es la pluma de gallina; la usan para decorar. Al pintar, la pluma se desliza por la superficie, y al aplicar color con toques repetidos, la pluma y la mano parecen hacer un ligero aleteo.
Los motivos representados abundan en temáticas florales, y se dice que las grecas y ondulaciones en el trazo son representaciones de lugares míticos o accidentes geográficos que representan poblaciones.
Cuando llegué al improvisado taller en la comunidad de oxtomal, me impresionó la cantidad de mujeres convocadas, al parecer esta actividad es mas propia de las mujeres. Toño y yo éramos los únicos alumnos varones aparte del instructor. Encontramos que nuestras compañeras son adolescentes madres de familia y mujeres de la tercera edad. Todas vestían humildemente, con fuertes colores y abundantes plegados por todo el vestido. Los niños corrían por todo el espacio, descalzos, con su piel ceniza, muy sucios. Las madres más jóvenes en un nudo se ataban a sus bebés en la espalda mientras se concentraban en sus labores.
Muy pocas hablan español, y para mí fué difícil comunicarme con todas. Muy atentas me compartieron unos buenos trozos de barro para comenzar a trabajar en mi molde o "matríz" que usaremos para reproducir en serie unos girasoles.
La "gente de razón" (los mestizos), que es la palabra con la que el indio nahua del norte hace una diferenciación entre el grupo de iguales y los extranjerosque, que se involucra en actividades del orden popular o folklórico, es siempre visto como una curiosidad y con recelo. Yo no fuí la excepción, mis compañeras juzgaban mi trabajo insistentemente, compartían algún comentario en náhuatl y reían nerviosas mirándome de reojo.
Aunque mis compañeras de mesa de trabajo afirmaban no haber tenido experiencia previa con el manejo del barro, la forma en que alisaban las formas, en que modelaban y perfeccionaban sus obras me parecía sorprendentemente natural como para creerles. Lo hacían con una parsimonia envidiable, que me hacían avergonzarme al comparar mi raquítica obra.
Tengo mucho que aprender y ese reto me entusiasma.
Jhonny, el instructor, es un jóven nahua de Chililico, el único de tres maestros que aún persiste en la instrucción de su arte. Con el conversábamos a cerca de que los proyectos de gobierno (el ICATIH, es quien promueve el curso) en un prinicpio habían apostado por la capacitación de los alfareros para que sus productos obtuvieran un nivel de calidad aceptable en un mercado de exportación, sin embargo, con los cambios administrativos de esta dependencia, poco a poco los recursos de becas y estímulos a los creadores fueron desapareciendo, por lo cual la produccipon estpa destinada a ser solo una pieza decorativa de mediano alcance. Creo que estas políticas son una demostración de que al arte popular mexicano se le quiere anclar, cortando de tajo las oportunidades de experimentación que lleven a este arte mal llamado "menor" a un mercado internacional. El mensaje es claro: "al indio hay que dejarlo como está".
Apostar por proyectos que mejoren la calidad de la producción artística, deviene en múltiples beneficios creativos, económicos, regionales, culturales y sociales. Lo que observamos es una falta de compromiso serio por mejorar la calidad de vida de nuestra gente.
Tengo mucha fé en que los artesanos alfareros se inclinen por la autogestión, y que nuestra identidad huaxteca trascienda el ámbito local sin perder el conocimiento legado por nuestros antepasados. En nuestros días resistir a la globalización nos obliga a mirar nuestras raíces y nuestra identidad, acogiendo solo lo que nos conviene con responsabilidad.