viernes, noviembre 30, 2007

• 1 de noviembre
XIV Velada en Memoria de las Personas Fallecidas por VIH/SIDA
Alameda Central, junto al Hemiciclo a Juárez, Cd. México.
de las 10:00 a las 20:00 horas
Informes: Enrique Adar 044-55-1358 1276,
xiv_velada_sida@yahoo.com.mx

miércoles, noviembre 28, 2007

Stand By.

Después de mi rompimiento sentimental anduve navegando por extrañas aguas que me han traído a las costas de mi antiguo yo. Recuperé las pequeñas cosas, las más básicas que solía entretenerme y provocarme un apasionamiento: la lectura, escuchar mis viejos discos, garabatear palabras en los cuadernos, ordenar mis papeles, sorprenderme con los paisajes, fumarme un tabaco y dejar transcurrir el tiempo con agrado.

Por ese motivo he estado desconectado de esta bitácora que me ha brindado amistades fantásticas y a la vez ha significado una ventana a la sensibilidad ajena. Pero tenganme pasciencia, en unos días daré muestras que les permita saber que sobrevivo.

Hace una hora saliendo del pueblo donde trabajo, una voz en el audio instalado en la galera municipal de la localidad anunciaba la filmación de las danzas xantoleras (de día de muertos), es en diciembre, en distintos días cuando se celebra el famoso destape de los disfrazados, los danzantes que celosamente ocultaban su identidad en la festividad de día de muertos, vuelven a danzar y esta vez deprovistos de sus máscaras. Me pareció escuchar que personas de la UNAM estaban en el pueblo para documentar el estilo local de las danzas. Un hombre regordete con una enorme cámara de video apuntó a mi dirección y luego se quedó inmovil observando detrás del lente un arroyo y la espesura verde.

El viernes organizé a mis alumnos para hacer un evento conmemorativo al día mundial de la lucha contra el VIH-SIDA. Ya les contaré de las experiencias.

Un abrazo y gracias por los comentarios.

martes, noviembre 13, 2007

Martes 13.

A Tomas Tovar Sánchez.
Es martes 13 y el amor desvanecido. Se negó a mis muchos besos, selló su boca a los te amo, con la lengua muerta caminó por mi vereda reverdecida mas sus ojos nunca volvieron la vista atrás.
Uno a uno llamaré a mis amantes. Perfumaré sus cabellos con aceites, endulzaré sus labios de mieles,
abrigaré sus cuerpos tibios con mis flacas pieles.
Soy un siamés al que le duele la herida.
Busco ami gemelo
¿dónde estás querido mío?
¿qué filosas formas nos han separado?
Me dueles aquí, en el vientre.
El puente entre nosotros ha caído:
sangre, pus y carnes podridas emergen en las ruinas.
¡ven amado mío, unámonos sin duelo!
Residuos de ti habitan mi cuerpo,
eres mi ombligo, negémonos al alimento materno:
parásitos perfectos.
Transito por las arenas del tiempo.
¿qué es el antes y el después en estos suelos?
vislumbro dunas y un cielo estéril, basto, hueco y este tintineo
de mis dientes enfurecidos de frío.
Amado: uno fuímos ¿de qué sirve el recuerdo?
sombras somos
aparente movimiento y en la ilusión,
intento reconocerme en tu silueta tenue.
¿dónde tienes el ombligo?
¿cuál es tu escondida raíz?
Los amantes se han ido como la noche
y su eterno castigo.
Mi llama florece.
Mañana se renovará la jornada.
¿a dónde vas amado mío?

domingo, noviembre 11, 2007

Las andanzas de los coyotes.

En la mañana de ayer salí a la tienda, cruzando la carretera nacional México-Tampico. De regreso la señora que tiene una humilde cervecería me preguntó por mi perra "chocoyita" (cobre), refiriéndose a la "Coyota", una perrita que mi madre había rescatado de la calle y cuya jovialidad y atléticas formas nos había robado el corazón. Orgulloso le respondí que descansaba en casa, ante lo cual con un dejo de ironía me dijo que eso era mentira, la coyota yacía muerta a unos cuantos metros de la carretera.
Presuroso alzé la mirada y la encontré con la lengua de fuera, con un hilito de sangre saliendo de sus fauces nasales. Se me hizo un nudo en la garganta y me seguí de largo rumbo a la cabaña pensando en la forma en que le rendiría homenaje a nuestra mascota. Todavía alcancé a oír a la señora decirme que debía enterrar el cuerpo para que la mala suerte se me fuera, que no debía dejarla así no'más aventada, que había que ponerle flores.
Con lágrimas en los ojos le dí la noticia a mi madre. A fin de cuentas ella había sido quien la adoptó y la hizo formar parte de la familia. Ambos lloramos. Colgué el teléfono y a lo lejos vi venir a la señora con su hija mayor andando con una carretilla. Por solidaridad y con solemne respeto me entregó los restos de la coyota. A una distancia prudente aguardaron mientras tomé la estafeta y me dirigí a un paraje próximo a un arrollo seco. Creo que le habría gustado el hermoso paisaje donde la sepulté, a un lado de las gruesas raíces de un árbol que se asomaban violentas e intrincadas. Los otros perros callejeros que llegaron a vivir a la casa me siguieron. Con morbosa curiosidad la olfatearon y retrocedieron.
Ese último día que la vi con vida me acompañó a tomar el pesero que me transportaría al trabajo. Toda la mañana el perro pinto que habita con nosotros estuvo auyando. Cuando me acerqué a la carretera de veras chillaba de desesperación y llamaba a ladridos a sus congéneres. Jamás se acercó a la vía, algo intuía, la tragedia le había llegado con anticipación, y por mas esfuerzos que hizo jamás pudo persuadir a la coyota de volver a casa. Ahora le tengo mucho aprecio a las premoniciones del perro pinto.
Y es que la coyota me fascinaba por su espíritu calmo, su perfecta alegría, dormía de espaldas con las patas extendidas al aire y la lengua de fuera. Pero el nombre ha sido lo que más nos unía. En mi etapa universitaria edité una gaceta contracultural a la que llamé "Coyote Urbano", difundíamos pintura, poesía y narrativa local. Por aquellos años fue cuando conocí al maestro Astorga. Fincamos una amistad muy sólida que se ha alargado hasta la fecha, y para Javier yo soy el coyote vagabundo que constantemente agarra camino y se pierde en la espesura o en los desiertos espirituales de la vida. Fue por esa mala costumbre de andariego que me perdí de casi dos años sin dejarles rastros para localizarme hasta el día de los muertos, cuando mi ánima tocó al timbre de su casa y celebramos a los iluminados.
No pudo ser mejor el recibimiento. Su familia entera me tiene un especial cariño. Bebimos unos tequilas y nuestra conversación no se detuvo hasta la media noche. Saltamos alegres de un tema a otro, de experiencias, de triunfos, de sueños rotos, de pérdidas, de comienzos y de la vida. Al anochecer hicimos una pausa para recoger en el aeropuerto a un escultor francés que pasó la noche en la casa Astorga, en el corazón de Xochimilco. Al día siguiente partió con rumbo a Comitán donde fue requerido para presentar una obra.
La familia de Tomás se superó a si misma con las atenciones que tuvieron para mi. En la visita anterior me vine con un buen sabor de boca. En esta ocasión celebraron varias comidas en mi honor y el del familiar consentido, adoro esa convivencia chilanga, donde todos son invitados al convite, todos aportan con algo, todos bromean mientras comen y beben, es delicioso romper los formalismos y rescatar lo humano.
Alfredo fue el primer hermano que conocí de Tomás y aunque nuestro primer encuentro fue muy accidentado, tenía fe en que el tiempo iría desgastando los prejuicios de la siempre molesta primera impresión. Nos consintió con una borrachera y unas comilonas antológicas. En una marisquería cercana a su departamento llevamos a sus hijos (que adoro y para quienes desde el primer momento fui el tío charly), donde para la mala suerte de nuestras voces poco entonadas, el ambiente familiar se armaba con el karaoke.
Tomás me cantó nuestra canción a petición mía. Detalles que disipan los momentos grises y que aclaran la vista y al corazón.
Este coyote continúa vivo, con las mismas ganas iniciales de recorrer mundo, recorrer la vida, pero confieso, el paso ha sido mas lento, mas cauteloso, deseo regresar a esos orígenes, a mi idealismo juveníl, a mis eternas contradicciones, a mi camaleónica forma de ser. Este viaje fue de redescubrir, de inicios y de fines gozosos.
Sigo siendo el coyote urbano que habita las azoteas de Cd. Nezahualcóyotl, auyando nostálgico a la luna de mil desventuras. ¿Pueden oír su lamento?

martes, noviembre 06, 2007

Antecedentes prehispánicos del Día de Muertos.

Dentro de la cosmovisión que tenían los antiguos nahuas de los diversos fenómenos naturales, vida y muerte eran temas de gran importancia. en este sentido, la muerte era concebida como una transición entre la vida en la tierra y una nueva vida en el más allá, en compañía de los dioses.

Para los antiguos mexicanos la opocisión entre la muerte y la vida no era tan absoluta como para los contemporáneos. Y a la inversa. la muerte no era el fin natural de la vida, sino la fase de un ciclo infinito. Vida, muerte y resurrección eran recintos de un proceso cósmico que se repetía insaciable.

Son muy pocas las referencisa de las festividades dedicadas a los muertos en la época prehispánica, según las diferentes fuentes, se realizaban en diversos meses. Estas festividades eran muy solemnes ya que al mismo tiempo se rendía culto a un dios, se entonaban cantos, se danzaba, se ofrecía todo tipo de ofrendas a las imágenes de los dioses y a las sepulturas de los muertos: flores, frutas, legumbres, gallinas, maíz, vestidos, mantas e incienso. Sacrificaban jóvenes doncellas o esclavos de acuerdo al carácter de la festividad y al dios al cual se le ofrecía culto.


Fray Diego Durán refiere que en el ritual indígena nahua habían dos fiestas en las que se le rendía culto a los muertos, en primer término, estaba el "Miccailhuitontli o fiesta de los muertecitos", que se conmemoraba en noveno mes, donde se recordaba a los niños muertos con ofrendas y sacrificios en su memoria.


La segunda celebración se conocía como "La gran fiesta de los muertos Hueymihcailhuetl" que suignifica "cuando cae", y se llevaba a cabo en el décimo mes del año, Xocotl Huetzi. estas celebraciones además de dedicarse a los muertos eran propicias a la agricultura.

En la actualidad, aunque se encuentra fusionada con el catolicismo, esta celebración conserva mucho de la influencia prehispánica del culto a los muertos, lo cual se puede observar en Tláhuac, Xochimilco y Mixquic, poblaciones cercanas a la Ciudad de México. En el estado de Michoacán las ceremonias más importantes son las de los indios purépechas del famoso lago de Pátzcuaro, especialmente en la isla de Janitzio. Igualmente importantes son las ceremonias que se hacen en poblados del Istmo de Tehuantepec, Oaxaca y en Cuetzalán, Puebla, así como en las diferentes regiones de la Huasteca.
Sobre los altares, singularmente adornadios con flores de cempasúchil se encienden velas de cera, queman incienso en bracerillos de barro cocido, colocan imágenes cristianas: un crucifijo y la Virgen de Guadalupe, así como retratos de sus seres fallecidos. Los demás elementos consisten en alimentos sólidos preparados con productos de la región, botellas de bebidas embriagantes, vasos conteniendo agua o jugo de frutas, los llamados panes de muerto adornados con azúcar roja que simulan la sangre, galletas y dulces hechos con calabaza.
Sin duda alguna, la celebración de "Dìa de muertos" en México es una de las fiestas más importántes en muchas comunidades indígenas y mestizas, no obstante que no es una tradición con rasgos netamente prehispánicos, sino la fusión de dos tradiciones de mundos diferentes: el indígena y el español, representado por la religión católica. Es en sí, una mezcla de elementos culturales que da por resultado una de las fiestas mexicanas con mas trascendencia, con un toque característico de diferencia de cada región.
Haciendo una confrontación de los cultos prehispánicos y la religión cristiana, ésta sostiene que la muerte no es el fin natural de la vida, sino el paso a la vida eterna en una estadía con Dios, El concepto prehispánico, refiere que el sacrificio de la muierte-el acto de morir-, es el acceder al proceso creador que da la vida. El cuerpo muere y el espíritu es entregado a los dioses como la deuda contraída por habernos permitido vivir.
La única diferencia es que el cristianismo modifica el sacrificio de la muerte. La muerte y la salvación se tornan personales, para los cristianos el individuo es el que cuenta. Sin embargo, las creencias vuelven a fusionarse en el sentido que la vida sólo se justifica y trasciende cuando se realiza en la muerte.
Suplemento Cultural. periódico ZuNoticia. 1 noviembre de 2007.

domingo, noviembre 04, 2007

En tránsito

Esta alma en pena está en la ciudad de México, transitando con tufo a tequila en la boca, con los ojos vidriosos, tembloroso y los dedos amarillentos por la nicotina. Me regreso esta misma noche y no quisiera hacerlo, pronto vuelvo por esta bitácora con las crónicas de estas mini vacaciones chilangas, estoy muy contento, me reencontré con el Maestro Javier Astorga, en fin, hartas experiencias por acá.