jueves, mayo 25, 2006

Hace unos días se conmemoró por primera vez en la historia de la humanidad, el día mundial contra la homofobia, convocando a hacer oir nuestras voces, exponiendo testimonios de discriminación y de violencia motivada por ejercer una orientación sexual distinta a la dominante.
Se abogó por vivir el valor de la tolerancia, suponiendo que la democracia es el camino para vivir en un mundo mas equitativo, en el que las diferencias no fueran menos, sino mas, que esta pluralidad de paradigmas que somos los seres humanos nos enrriquecen y que debemos romper con los viejos tabúes, prejuicios y abrirnos al mundo. Noble postura, pero insuficiente a mi parecer.
Alguna vez le explicaba a un amigo que la tolerancia la podía entender de la siguiente forma: cuando quiero ir a la playa sé que hay mosquitos, que estos podrían causarme molestias, pero como mi deseo de sol, arena y agua salada es más grande, TOLERO, que hayan mosquitos. Sinembargo, cuando uno de esos mosquitos que ya dije que toleraría, se posa en mi brazo para quitarme mi valioso líquido rojo, lo aplasto sin miramentos. Eso es la tolerancia.
Creo que lo que realmente necesitamos para erradicar la discriminación, y en el caso que nos ocupa, la homofobia, es vivir el valor del RESPETO. En los países en vías de desarrollo, vivimos una incipiente democracia, muy en pañales y en proceso de consolidarse, en el que las diferencias a penas comienzan a reconocerse, a salirse de la oscuridad para manifestarse con toda su riqueza, con una fuerza inusitada. Comparado con las naciones industrializadas, como en la Europa, observamos una democracia madura, entrada en años, que vive el valor del respeto de una forma envidiable.
Se respeta el árbol del parque porque lo asumen como un bien comunitario, por lo tanto no permiten que un vecino clave su letrero para ofertar algún producto en ese árbol de todos, y se le defiende con ahínco, no solo por la comunidad, si no por las mismas leyes que se promulgan para garantizar la existencia de aquello que se toma por valioso. Lo mismo pasa con los animales y por supuesto con nuestros congéneres. Por ello no afirmo que sea una condición indispensable, ser un país altamente industrializado, para poseer una economía fuerte, un sistema educativo competente y un nivel de desarrollo social alto, con total respeto a los derechos humanos. Aunque si influyen todos estos factores.
Aún entre los que somos minorías o ciudadanos de segunda, existe la discriminación. Rechazamos al que le gusta transformarse con su atuendo en mujer, al que en sus modismos es afeminado, al que está entrado en carnes, al obeso. No es coherente pedir que nos respeten si primero no aprendemos a vivir con estas diferencias interpersonales que nos hacen únicos y valiosos.
El reconocimiento del otro es lo que nos dá pistas de quienes somos, nos invita a descubrirnos con esa negación o aceptación en la que derivamos después de un contacto humano real y sin barreras mentales.
¿Realmente somos respetuosos como para exigir que nos respeten?

Comic

jueves, mayo 18, 2006

El homo rodans en el Museo Metropolitano de Tampico, hermoso recinto con nula vida artística que sea digna de mención. Hoy veré Bodas de sangre, puesta en escena por jóvenes actores, haber que tal.

viernes, mayo 12, 2006

Caminito al puerto de tampico llevo mis petacas colmadas de recuerdos.

Hoy amaneció nublado, los restos de la lluvia nocturna poco a poco comienzan a desaparecer, y yo siento como me esfumo con las nubes. Y es que hoy se cumple mi fecha autopropuesta para cambiar de aires, sacudir la pereza, asirme a las delicias del amor y continuar con mis proyectos de vida en otro lugar, abierto a la experiencia y a merced de las circunstancias.
Ha sido extraño que en esta última semana en la huaxteca hidalguense, los viejos amigos aparecieron, sorprendidos de mi actitud para ellos casi suicida de irme a probar suerte, abandonar el confort y dejarme fluir. He podido despedirme de la gente que aprecio, y aunque para ellos y mi familia, miran mi partida con dolor, otros la miran con entusiasmo y felicidad. Al final unos se quedan y otros aparecen en la escena de mi vida.
Nuevos ciclos comienzan a abrir su circunferencia, misteriosos, poco visibles a la distancia y el niño explorador que siempre he mantenido vivo quiere adentrarse en los enigmas de las experiencias de vida. Siento una mezcla de sentimientos de miedo, excitación, euforia y melancolía.
Gracias por los buenos deseos que me han mandado desde la distancia, creo que me hará falta ese tipo de vibraciones positivas. Nos seguimos leyendo.

jueves, mayo 11, 2006

Este es el esbozo del monolito encontrado en la huaxteca potosina.

Monolito hallado en SLP podría rescribir la historia de Mesoamérica.

Arqueólogos creen que se trata de un calendario lunar tallado por los olmecas.

Monolito hallado en SLP podría rescribir la historia de Mesoamérica.

La zona de Tamtoc será la primera del estado en abrirse al público, luego de cinco años de labores.

Los huastecos habrían fundado la ciudad de Tajín y no viceversa, como se considera.


ANGEL VARGAS ENVIADO.

De confirmarse datos preliminares relacionados con el rescate de un gigantesco monolito descubierto en la zona arqueológica de Tamtoc, pondrían en entredicho teorías sobre la extensión geográfica alcanzada por los olmecas al norte del país, así como las concernientes al origen tardío de la cultura huasteca y su supuesto menor perfil de desarrollo, en comparación con las del resto de Mesoamérica.

Si bien el equipo arqueológico del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), encabezado por el especialista Guillermo Ahuja, aún trabaja en la liberación del segundo y último fragmento en que se fracturó la pieza al caer al pozo de un manantial, al parecer por un aluvión, se cuenta ya con información parcial que permite situar el tallado de la misma entre los años 900 y 800 antes de nuestra era.

Lo anterior significaría que ese monumental relieve, en el que se representan tres figuras antropomorfas, dos de ellas decapitadas y la otra con rostro descarnado, fue hecho por artistas de origen olmeca, o incluso no se descartaría la tesis de que provinieran de un grupo diferente y contemporáneo al también conocido como cultura madre, según adelanta en exclusiva para La Jornada Guillermo Ahuja, en un recorrido por dicha ciudad prehispánica, enclavada en la Huasteca potosina y que será la primera de la entidad en ser abierta al público, este jueves, tras cinco años de su primera etapa de trabajo.

El fechado del monolito, denominado en principio simplemente Monumento 32, se hizo a partir del material cerámico localizado en torno suyo, cuya antigüedad se remonta a entre los años 1150 y 700 antes de nuestra era.

"Conforme se fue avanzado en torno de la recuperación del monolito comenzó a encontrarse material muy temprano, algunas figurillas con rasgos de jaguar en el rostro, en particular los labios, material que se asoció de inmediato por la antigüedad y el estilo con la cultura olmeca", indica el arqueólogo.

Al hacerse una revisión de esos materiales, se encontró que mantienen familiaridad con otros encontrados en Tecolutla (Veracruz), en los años 70. Tratando de ubicar la información existente hasta este momento sobre Mesoamérica, esto puede entenderse como el movimiento de expansión que tuvieron los olmecas, el cual había sido limitado a la zona de Tecolutla, y ahora todo parece indicar que se extendió mucho más al norte, hasta llegar cuando menos a lo que hoy es la Huasteca potosina.

"El tipo de construcción que tenemos, el manejo hidráulico y de drenes siguen reforzando la teoría sobre la presencia de los olmecas en esta zona. Lo tenemos en San Lorenzo, en Tres Zapotes, en la misma Venta, e incluso puede verse que algunos de estos grupos olmecoides emigraron hasta Guerrero", agrega Ahuja.

"En ese sentido, como lo entendería, son estos avances muy norteños que tiene la cultura olmeca, donde van a mezclarse con los grupos locales y de ahí, obviamente, comienza a retroalimentarse y surgirá lo que es la cultura tének o huasteca."

-¿Por qué pensar que fueron los olmecas y no una cultura contemporánea diferente? -se le pregunta al investigador, quien, por cierto, formó parte del equipo encabezado por Eduardo Matos Moctezuma que participó en las labores de rescate de la Coyolxauhqui, en 1978.
-Para poder hablar de una nueva cultura -responde- tendrían que tenerse todos los elementos y nosotros apenas vamos a entrar a ese análisis. Por la similitud del tipo de vasijas, fragmentos cerámicos y figurillas, hasta este momento lo que vemos es una línea de conexión hacia lo olmeca.

"Sin embargo, tampoco me cerraría a que esto ratifique que es producto del avance de esa cultura al noroeste del país. Lo digo porque es uno de los elementos que conocemos, que tenemos amarrados arqueológicamente, y es lo que me permitiría entender una presencia tan temprana aquí. En el momento de entrar a la interpretación de la glífica, la simbología, a lo mejor podríamos estar en condiciones de hablar de otro grupo."

El llamado Monumento 32 fue hallado de forma accidental en febrero de 2005, al noroeste de la zona, mientras se trabajaba en la restauración del canal hidráulico que, durante la época prehispánica conducía el agua del manantial a una laguna artificial creada dentro de la ciudad.
Se trata de un monolito de piedra arenisca polimineral, con ocho metros de largo de cuatro de altura, 50 centímetros de espesor y un peso superior a las 30 toneladas.

Sus relieves alcanzan entre los 12 y 15 centímetros de altura y, de acuerdo con el arqueólogo, todo hace suponer que se trata de un calendario lunar, como ha interpretado el astrónomo Daniel Flores, de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Considerarlo como tal "no se dispara de la realidad que pudiera haberse tenido en Tamtoc o en la misma Huasteca", abunda Guillermo Ahuja. "Para los grupos sedentarios, el calendario más importante es el de la Luna y no el Sol, porque el ciclo lunar permite saber cuándo sembrar y cosechar, o si vendrá agua, frío o calor.

"Si hablamos de ciudades agrícolas, como ésta, ellas dependen de la Luna. El hecho de que lápida esté enclavada en un área de manantiales refuerza el concepto de la Luna como la generadora de los líquidos vitales."

En cuanto a su simbolismo, son básicamente tres figuras antropomorfas. Dos de ellas son del sexo femenino, están ubicadas a los flancos, aparecen decapitadas y de su cuello surge el líquido vital, sea agua o sangre. De esos chorros que brotan de las mujeres, aparecen aves que marcan las cuatro direcciones del mundo.

El centro de la pieza, en tanto, lo ocupa un personaje que, en su parte inferior, presenta elementos masculinos, mientras que la superior es de sexo femenino, con caja toráxica y rostro descarnados, y a cuyo ombligo y a los brazos llegan los chorros del líquido vital. En la parte superior, por último, aparecen símbolos que pudieran estar representando parte de los ciclos que tendrá la Luna.

Este glifado del monolito, enfatiza el arqueólogo, recuerda mucho a los prevalecientes en la zona arqueológica del Tajín; pero la antigüedad de estos primeros podrían confirmar que aquella ciudad veracruzana pudo haber sido fundada por los huastecos y no al revés, como se cree hasta la fecha.

Una vez rescatada completamente esta colosal pieza, obra cuyo presupuesto alcanzó los 900 mil pesos, se procederá a unirla con su otro fragmento y posteriormente será subida al sitio donde se cree fue colocada originalmente. Allí permanecerá, con las medidas pertinentes para su cuidado y preservación. El proyecto era tenerla lista para la apertura de Tamtoc al público, pero al parecer los trabajos se extenderán un mes y medio más.

15 minutos de amor pagado.

Entrando al cuartucho de hotel barato en la zona de tolerancia, se encontró con un colchón remendado a manera de cama, la alfombra y los dos únicos muebles de decoración revelaban cansancio por los años de inutilidad; pero eso no le importó, para los amantes furtivos esos detalles casi nunca tienen importancia. Olía a viejo.
Se tiró sobre la cama atando aquél cuerpo -el otro, el ajeno, el de ocasión- con sus brazos presurosos, desbordantes en ademanes que expresaban la pasión desatada a caudales, vertidos en la tersa piel oscura de aquél hombre sin nombre, pero al que lo esclavizaba el deseo.
Rápido se deshicieron de sus ropas, en aquella hora resultaba incómodo no estar desnudos, y sus bocas se encontraron en la oscuridad para dejarse ahogar, ebrios del deseo, en un nudo de manos, piernas, brazos, dientes, lengua, sexos. Aparecían y desaparecían del mundo, dominando el secreto de los ilusionistas, escapándose de la mirada atenta, del aplauso fácil. Quince minutos de amor pagado, de ganas consumidas, de conquistas mutuas, de eyaculación presurosa, de flacidéz exprimida. Y después: el abandono torpe e insensible, las expresiones de rigor, la transacción monetaria, una puerta que se cierra y el sonido de unos pasos presurosos que se alejan buscando la salida.
Y él se volcó a la cama como un náufrago nocturno, aferrado a los pliegues de las sudorosas sábanas, buscó refugio en la silueta aún tibia que se dibujaba en el mullido colchón, aspirando con fuerza su aroma recogida en la almohada, asido a ese aire clandestino como su última bocanada de oxígeno, empeñado en prolongar con viveza, el recuerdo de su entrega carnal. Y su excitación renacío en el silencio de aquella habitación.
Como un felino se relamió los bigotes en un beso ficticio, sus manos jugaron a capturar lo inasible, la fogozidad le erizó el espinazo, perdiéndose en la nuca, ascendiendo a la cabeza. Urgente del cariño cálido, de las manos precisas, y del descanso ofrecido en un regazo.
Alguien golpeó con fuerza a su puerta, no fué necesario cruzar palabras, era el aviso de que el tiempo se había agotado, que otros esperaban acojerse en el remolino que dejó en las sábanas. Perezoso cubrió su desnudéz, incorporándose del letargo y la ensoñación, echó un breve vistazo a la escena, para luego dejarse resignado devorar en las fauces de la vida rutinaria que nace al salir de un hotel de paso.

miércoles, mayo 10, 2006

Víctima del consumo.

Los días festivos realmente me dan flojera, yhabrá quien me tilde de amargado o un mal agradecido e insensible, pero es que no me nacen las "fechas especiales" que el común de la gente toma con verdadero fervor y algarabía.

En la mañana que salí del departamento observé las calles volcadas de imperecederas flores de plástico, reflexiones grabadas en cartón, enseres domésticos con llamativos moños, gente apiñonada en los recuerditos alusivos al día de las madres, en el aire sonabam canciones dedicadas a la progenitora, serenatas, poemas declamados con ferviente devoción. Toda clase de regalo impensable para honrar la sacralidad virginal de las madres del mundo.

Y no pude evitar sentirme tonto caminando en ese mar de ávidos consumistas. Ruborizado caminé hasta el mercado, avergonzado de mi mismo, pues a pesar de oponerme a estas prácticas, mi educación desde la infancia con los festivales escolares del día de las madres, ls poesías memorizadas, las manualidades consagradas para ofrendarlas a nuestras progenitoras, me hicieron sentir culpable de pasar por alto el festejo.

Y es que a final de cuentas, las madres necesitan tan poco para hacerles sentir amadas, basta un detalle casi insinificante para que se derramen en lágrimas, en palabras amorosas de sorpresa, satisfacción y honra. ¿porqué negarles la ilusión?. Compré un ramo de flores, las favoritas de mi madre y furtivo, casi queriendo que la gente no me mirara andar por las calles con mi ramo, me dirigí a su encuentro. La felicidad en sus ojos hizo que mis valores traicionados cobraran sentido.

lunes, mayo 08, 2006

Embolia.

Hoy nos llegaron noticias del pueblo, mi abuelo fué hospitalizado por una embolia, ha quedado paralítico en la mitad de su cuerpo. Esto nos ha llenado de consternación, en especial a mi, ya que me identifico con ese estilo de vida vagabundo de mi viejo, ese transitar eterno, desplazarse, moverse. Ahora que ha perdido motricidad me lleno de congoja, me apeno porque sé lo difícil que es renunciar al desplazamiento físico, esa pequeña libertad que creemos verdadera.
Cuando experimentamos una pérdida en nuestras vidas, ya sea física, emocional, económica o social, atravezamos por un estado psicológico denominado reacción de duelo, natural, que permite reponernos de la experiencia de orfandad y asimilación del objeto perdido. La reciente enfermedad de mi abuelo inciará con reacciones de miedo, enojo, agresividad, ambiguedad, tristeza, melancolía e impotencia. Espero que el mismo espíritu rebelde que caracteriza a mi viejito lo mantenga firme para enfrentar su nueva condición física y reelabore su sentido de vida. Estas crisis siempre son invitaciones a reinventarnos. Todo mi amor para Papá Andrés, eterno viajero sin pies pero con relucientes alas.

sábado, mayo 06, 2006

No es que muera de ti.

No es que muera de amor, muero de ti.
Muero de ti, amor, de amor de ti,
de urgencia mía de mi piel de ti,
de mi alma, de ti y de mi boca
y del insoportable que yo soy sin ti.


Muero de ti y de mi, muero de ambos,
de nosotros, de ese,
desgarrado, partido,
me muero, te muero, lo morimos.


Morimos en mi cuarto en que estoy solo,
en mi cama en que faltas,
en la calle donde mi brazo va vacío,
en el cine y los parques, los tranvías,
los lugares donde mi hombro acostumbra tu cabeza
y mi mano tu mano
y todo yo te sé como yo mismo.


Morimos en el sitio que le he prestado al aire
para que estés fuera de mí,
y en el lugar en que el aire se acaba
cuando te echo mi piel encima
y nos conocemos en nosotros,
separados del mundo, dichosa, penetrada,
y cierto , interminable.


Morimos, lo sabemos, lo ignoran, nos morimos
entre los dos, ahora, separados,
del uno al otro, diariamente,
cayéndonos en múltiples estatuas,
en gestos que no vemos,
en nuestras manos que nos necesitan.


Nos morimos, amor, muero en tu vientre
que no muerdo ni beso,en tus muslos dulcísimos y vivos,
en tu carne sin fin, muero de máscaras,
de triángulos oscuros e incesantes.
Muero de mi cuerpo y de tu cuerpo,
de nuestra muerte ,amor, muero, morimos.
En el pozo de amor a todas horas,
inconsolable, a gritos,
dentro de mi, quiero decir, te llamo,
te llaman los que nacen, los que vienen
de atrás, de ti, los que a ti llegan.
Nos morimos, amor, y nada hacemos
sino morirnos más, hora tras hora,
y escribirnos y hablarnos y morirnos.

Jaime Sabines.

jueves, mayo 04, 2006

Somebdoy

Ayer me reencontré con esta maravillosa canción, y no logro decidirme entre la versión de Veruca Salt o la de Depeche Mode...... disfrútenla!!
I want somebody to share
Share the rest of my life
Share my innermost thoughts
Know my intimate details
Someone who'll stand by my side
And give me support
And in return
She'll get my support
She will listen to me
When I want to speak
About the world we live in
And life in general
Though my views may be wrong
They may even be perverted
She'll hear me out
And won't easily be converted
To my way of thinking
In fact she'll often disagree
But at the end of it all
She will understand me
I want somebody who cares
For me passionately
With every thought and
With every breath
Someone who'll help me see things
In a different ligh
All the things I detest
I will almost like
I don't want to be tied
To anyone's strings
I'm carefully trying to steer clear of
Those things
But when I'm asleep
I want somebody
Who will put their arms around me
And kiss me tenderly
Though things like this
Make me sick
In a case like this
I'll get away with it
And in a place like this
I'll get away with it

Periodismo Cultural.

Por Gabriel Zaid.

No faltaron burlas cuando el presidente Fox se detuvo al leer Borges, y pronunció Borgues. Era evidente que jamás había visto ni oído el nombre del escritor. Pero lo escandaloso no es tener esa ignorancia (que comparten millones de mexicanos), sino tenerla después de haber pasado por la educación pomposamente llamada superior.Lo mismo hay que decir del periodismo cultural. Lo escandaloso no es que se escriban reportajes, comentarios, titulares o pies de fotos con tropezones parecidos, sino que lleguen hasta el público avalados por sus editores. O no ven la diferencia o no les importa. Así como los títulos profesionales avalan la supuesta educación de personas que ni siquiera saben que no saben (aunque ejercen y hasta dan clases), los editores avalan la incultura como si fuera cultura, y la difunden, multiplicando el daño. El daño empieza por la orientación del medio (qué cubre y qué no cubre, qué destaca, bajo qué ángulo) y continúa en el descuido de los textos, los errores, falsedades, erratas y faltas de ortografía.

Paradójicamente, la cultura, que ahora está como arrimada en la casa del periodismo, costruyó la casa. La prensa nace en el mundo letrado para el mundo letrado. Es la ágora de una república de lectores, que fue creciendo a partir de la imprenta y se volvió cada vez más importante. Nació, naturalmente, elitista, pero pocos leían. Sus redactores y lectores eran gente de libros. Por lo mismo, era más literaria y reflexiva que noticiosa, de pocas páginas, baja circulación y escasos anuncios. Pasaron siglos, antes de que apareciera el gran público lector y se produjera una combinación notable: grandes escritores y críticos (como Dickens o Sainte-Beuve) publicando en los diarios y leídos como nunca. Pero el telégrafo, la fotografía, el color, la industria orientada a los mercados masivos, la publicidad, hicieron del periódico un producto como los anuncios en sus páginas. Lo cual, no sólo transformó su diseño y manufactura, sino su contenido. Aparecieron el amarillismo, las fotos y los textos para el lector que tiene capacidad de compra, pero lee poco, y únicamente lo fácil y llamativo. El lector exigente se volvió prescindible.
En las reuniones amistosas, por cortesía, el nivel de la conversación desciende hasta donde sea necesario para no excluir a nadie. Una sola persona puede hacer que las demás cambien de tema o de idioma. No es fácil que suceda lo contrario. Cuando la mayoría no tiene interés más que en chismes y chistes, una persona interesada en algo más, difícilmente puede hacer que suba el nivel de la conversación y hasta se expone a parecer pedante. Si a la cortesía se suman el mercado, los intereses de los anunciantes y la lógica financiera, el peso hacia abajo puede arrastrarlo todo. La televisión y hasta la prensa (que ahorita imita a la televisión) desciende el nivel de la conversación y se degrade la vida pública.
Las ediciones de los primeros siglos de la imprenta (libros, panfletos, gacetas, almanaques literarios) se pagaban con unos cuantos miles de lectores dispuestos a comprar su ejemplar. Pero la prensa y la televisión no viven del público, que paga parte o nada del costo. Viven de la publicidad, con un problema de segmentación del mercado. El anuncio de un producto que interesa a pocos compradores ocupa el mismo espacio y paga la misma tarifa que el de un producto que interesa a muchos. Esto lleva, finalmente, a que los productos minoritarios no se anuncien en los medios masivos, y a que éstos se orienten a los temas, enfoques y tratamientos de interés para el público buscado por los anunciantes de productos masivos.
En el mejor de los casos, la cultura se incluye como redondeo del paquete de soft news, frente a las verdaderas noticias: desastres, guerra, política, deportes, crimen, economía. Se añade como una salsa un tanto exótica, porque de todo hay que tener en las grandes tiendas. Así, la cultura, que dió origen al periodismo, vuelve al perodismo por la puerta de atrás: como fuente de noticias de interés secundario, del mismo tipo que los espectáculos, bodas, viajes, salud, gastronomía. Lo cual resulta una negación de la cultura; una perspectiva que distorciona la realidad, ignora lo esencial, prefiere las tonterías y convierte en noticia lo que poco o nada tiene que ver con la cultura, como los actos sociales que organizan los departamentos de relaciones públicas (precisamente para que los cubra la prensa), los chismes sobre las estrellas del Olimpo, las declaraciones amarillistas.
¿Qué es un acontecimiento cultural? ¿Dé qué debería informar el periodismo cultural? Lo dijo Ezra Pound: La noticia está en el poema, en lo que sucede en el poema. Poetry is news that stays news. Pero informar sobre este acontecer requiere un reportero capaz de entender lo que sucede en un poema, en un cuadro, en una sonata; de igual manera que informar sobre un acto político requiere un reportero capaz de entender el juego político: qué está pasando, que sentido tiene, a qué juegan Fulano y Mengano, por qué hacen esto y no aquello. Los mejores periódicos tienen reporteros y analistas capaces de relatar y analizar estos acontecimientos, situándolos en su contexto político, legal, histórico. Pero sus periodistas culturales no informan sobre lo que dijo el piano maravillosamente (o no): el acontecimiento central de un recital, que hay que saber escuchar, situar en su contexto, analizar. Informan sobre los calcetines de la pianista.
La verdadera vida literaria sucede en los textos maravillosamente escritos. Pero dar noticia de ese acontecer requiere periodistas que lo vivan, que sepan leer y escribir en ese nivel, con esa animación. Los hubo en los orígenes del periodismos, y los sigue habiendo. Los artículos dignos de ser leídos y releídos han tenido en México una gran tradición, desde Manuel Gutiérrez Nájera y Amado Nervo hasta José de la Colina y José Emilio Pacheco, pasando por Alfonso Reyes, Octavio Paz y tantos otros que han escrito una prosa admirable en los periódicos. Pero hoy la prensa se interesa en los actos sociales o chismosos de la vida literaria, como si fueran la vida literaria.
Es perfectamente posible que un gran libro sea un bestseller, que una gran película sea taquillera, que un buen programa de televisión sea muy visto, que un semanario del nivel de The Economist o The New Yorker consigan suficientes anuncios de productos minoritarios para ser negocio. También es posible que otra lógica financiera, menos dispuesta a aceptar la degradación de la sociedad, encuentre fórmulas para que lo masivo subsidie la calidad, en vez de aplicar la guillotina, renglón por renglón, a todo lo que no es negocio. O que intervengan los subsidios del Estado, porque elevar el nivel de la conversación pública es de interés social. Pero todo esto requiere personas con visión, cultura, competencia y sentido práctico. Se diría que los graduados de una educación supuestamente superior reúnen esas cualidades. Pero las instituciones educativas son un fraude. El graduado promedio no destaca por su cultura, aunque su especialidad sea la cultura.
Cuando se organizó el coctel en la Galería Ponce para presentar el proyecto de la revista Vuelta y buscar patrocinios, llegaron periodistas y fotógrafos; y uno de ellos, que veía atentamente los cuadros, o más bien las firmas, sin encontrar la que buscaba, preguntó por fin: ¿Cuáles son los de Octavio Paz? Claro que, en 1976, los periodistas no eran todavía graduados universitarios. Ahora lo son. Hay decenas de miles de mexicanos que han estudiado, están estudiando o enseñan comunicación. Hasta se ha pensado en exigir el título para trabajar en la prensa, excluyendo a los que practican el periodismo sin la licenciatura correspondiente. Y el avance se nota. En el centenario de Óscar Wilde, entrevistan a José Emilio Pacheco y le preguntan: ¿Qué es lo que recuerda de su trato con él? Al entrevistado le parece absurdo aclarar que están conmemorando los cien años de su muerte, y se pone a contar que, cuando se vieron en París, visitaron juntos la gran Exposición Universal, donde Wilde se interesó muchísimo en el pabellón de México. La entrevista salió tal cual. Ni el reportero ni su editor se dieron cuenta del pitorreo.
No es tan difícil encontrar lectores con buena información y buen juicio que se ríen (o se enojan) por lo que publica la prensa cultural. Aunque no se dediquen a la crítica, ni pretendan competir con quienes la hacen, tienen los pelos en la mano para señalar erratas, equivocaciones, omisiones, falsedades, incongruencias, injusticias, ridiculeces y demás gracias que pasan impunemente por las manos de los editores. Y ¿por qué pasan? Porque no leen lo que publican, sino después de que lo publican, y a veces ni después. Porque, en muchos casos, ni leyendo se dan cuenta de los golpes que les meten la ignorancia, el descuido, el maquinazo, el plagio, la mala leche, los intereses creados. Y porque, muchas veces, aunque se dan cuenta, no están dispuestos a dar la pelea por la cultura y el lector.
A nadie le gusta ser el malo de la película, rechazando cosas. Menos aún tomarse el trabajo de corregirlas, que toma mucho tiempo y puede terminar en que el autor se ofenda, en vez de agradecerlo. Ya no se diga exponerse a los peligros de la grilla. Y, cuando no se va a dar la pelea, ¿qué caso tiene leer exigentemente lo que se pretende publicar? Lo importante no es defender al lector de la errata, el gazapo, la ignorancia, la vacuidad, el abuso, sino cuidar el control político y diplomático de tan difícil situación. Todos quieren publicar, nadie leer, menos aún cuidar el interés del lector. Lo pragmático no es poner el ojo en la calidad de los textos, sino el oído en los nombres que suenan, el olfato en los temas malolientes, de interés chismoso.
Hace ochenta años, Harold Ross inventó The New Yorker y un concepto de periodismo que llamó "literature of fact", frente a la ficción y la poesía. Lo literario no se limitaba a los géneros consabidos. Puede darse en cualquier texto maravillosamente escrito y bien fundamentado, sobre lo que sea. Esto exige trabajo y valor civil frente a los infinitos textos que se reciben. Requiere no limitarse pasivamente a lo que llega, sino tomar la iniciativa: buscar a los que tienen algo importante que decir, pensar en el lector, en los temas y el nivel que debería tomar la conversación. Requiere no publicar reportajes ni comentarios que no hayan sido leídos críticamente por dos o tres editores. Incluye hablar con el autor, que así vive la experiencia (y se pone a la altura) de la interlocución con lectores inteligentes y conocedores, como los que hay entre el público. No se limita a la corrección de erratas, de estilo, de razonamiento: lleva a tener un departamento de "fact checking". ¿Es verdad que esta frase está en Shakespeare, que Adís Abeba es la capital de Etiopía, que Rembrandt murió en 1669, que Sofía Gubaidulina vive en Alemania? Además, Ross personalmente escribía una lista de observaciones sobre cada artículo (query sheet), donde cuestionaba la exactitud, claridad, lógica, gramática, elegancia o simple necesidad de una frase o adjetivo.
Hace medio diglo, cuando no había computadoras, ni correo electrónico, un eminente autor extranjero podía recibir observaciones semejantes de sus traductores y editores en el Fondo de Cultura Económica, para mejorar el libro publicado en México. Lo cual requiere conocimientos, valor civil, mucho trabajo y, sobre todo, una actitud opuesta al "Ahí se va". Actitud justificada, no por lo que ganaban (ni la décima parte de lo que pagaba The New Yorker), sino por su amor al oficio, respeto a los lectores exigentes y respeto a sí mismo.
Desgraciadamente, multiplicar el gasto de educación superior multiplicó el "Ahí se va". La manga ancha en la educación superior y el mundo editorial dañó a millones de personas que ni siquiera están conscientes de su ignorancia, porque los dejaron pasar de noche hasta graduarse, ejercer, dar clases y publicar. La ignorancia que sube hasta la presidencia no es una novedad en México. La novedad es la ignorancia, la indiferencia, la irresponsabilidad, de los que avalan el trabajo mal hecho y lo dejan pasar tranquilamente.
Nunca es tarde para volver a respetar a los lectores y subir el nivel de la vida pública, por el simple recurso a la buena información , el buen juicio y el buen gusto. Habría que empezar por lo mínimo: un departamento de verificación de afirmaciones, para no publicar tantas cosas infundadas, vacuas o francamente cómicas. Parece insignificante, pero es algo cargado de significación. El mensaje implícito daría un giro de 180 grados: no publicamos basura.
Los grandes editores son los lectores exigentes que respetan al lector como a sí mismos.

Cómo se construye la homofobia

¿Cuántos padres —se pregunta el jurista Daniel Borrillo— se inquietan cuando descubren la homofobia de su hijo adolescente, mientras que la homosexualidad de un hijo o una hija es todavía fuente de dolor en el seno de las familias? En este texto, el profesor de la Universidad de París se cuestiona el orden social en el que descansan actitudes discriminatorias que a veces se siguen viendo como “sentido común”.
Por Daniel Borrillo *

La homofobia es la actitud hostil respecto a los homosexuales, hombres y mujeres. Parece ser que el término fue utilizado por primera vez en Estados Unidos, en 1971, pero hasta finales de los años ochenta no apareció en los diccionarios franceses. Para Le Nouveau Petit Robert, homófobo es el que manifiesta aversión hacia los homosexuales, y para el Petit Larousse, la homofobia es el rechazo de la homosexualidad, la hostilidad sistemática respecto a los homosexuales. Pero aunque efectivamente el componente primordial de la homofobia es la repulsa irracional, incluso el odio, hacia gays y lesbianas, no puede ser reducida sólo a eso.
Tal como la xenofobia, el racismo o el antisemitismo, la homofobia es una manifestación arbitraria que consiste en señalar al otro como contrario, inferior o anormal. Su irreductible diferencia le coloca al otro lado, fuera del universo común de los humanos. Crimen abominable, amor vergonzante, gusto depravado, costumbre infame, pasión ignominosa, pecado contra natura, vicio sodomita, son algunos de los calificativos que han servido durante siglos para designar el deseo y las relaciones sexuales o afectivas entre personas del mismo sexo. Encerrado en el papel de marginado o excéntrico, el homosexual ha sido señalado por la norma social como pintoresco, extraño o veleidoso. Y como siempre el mal viene de fuera, en Francia se ha calificado a la homosexualidad como “vicio italiano”, “costumbre árabe”, “vicio griego” o hasta de “usos coloniales”. El homosexual, tanto como el negro, el judío o el extranjero es siempre el otro, el diferente, aquel con quien toda identificación es impensable.
El desplazamiento del problema
La reciente preocupación por la hostilidad respecto de gays y lesbianas ha cambiado la manera en la que el problema ha sido planteado hasta ahora. En lugar de consagrarse al estudio del comportamiento homosexual, tratado como aberrante en el pasado, actualmente la atención se centra en las razones que han llevado a considerar como aberrante a esta forma de sexualidad, de manera que el desplazamiento del objeto de análisis hacia la homofobia produce un cambio tanto epistemológico como político. Epistemológico, dado que no se trata de conocer o comprender el origen y el funcionamiento de la homosexualidad como de analizar la hostilidad desencadenada por esa forma específica de orientación sexual.
Político, dado que no es ya la cuestión homosexual (a fin de cuentas, prácticamente banal desde el punto de vista institucional),1 sino la cuestión homófoba, la que merece en lo sucesivo una problematización particular. Ya se trate de una elección de vida sexual o ya sea cuestión de una característica del deseo erótico hacia las personas del mismo sexo, la homosexualidad ha de ser considerada en lo sucesivo como una forma de sexualidad tan legítima como la heterosexualidad. En realidad, no es más que la simple manifestación del pluralismo sexual: una variante constante y regular de la sexualidad humana.
En tanto que actos consentidos entre adultos, los comportamientos homoeróticos están protegidos, al menos en la mayoría de los países occidentales, de la misma manera que cualquier otra manifestación de la vida privada. Como atributo de la personalidad, debería caer en la indiferencia institucional. Lo mismo que el color de la piel, la afiliación religiosa o el origen étnico, la homosexualidad debe ser considerada como una dato no pertinente en la construcción política del ciudadano y en la calificación del sujeto de derecho.
De hecho, aunque el ejercicio de una prerrogativa o el goce de un derecho no está ya subordinado a la pertenencia real o supuesta a una raza, a uno u otro sexo, a una religión, a una opinión política o a una clase social, la homosexualidad continúa siendo un obstáculo para la plena realización de los derechos. En el seno de este tratamiento discriminatorio, la homofobia juega un papel determinante en tanto que es una forma de inferiorización, consecuencia directa de la jerarquía de las sexualidades y confiere a la heterosexualidad un estatuto superior, situándola en el rango de lo natural, de lo evidente.
Mientras que la heterosexualidad es definida por el diccionario como la “sexualidad (considerada como normal) del heterosexual” y el heterosexual como aquel que “siente una atracción sexual (considerada como normal) por los individuos del sexo opuesto”2 la homosexualidad se encuentra desprovista de dicha normalidad. En el diccionario de los sinónimos la palabra “heterosexualidad” no figura en ninguna parte. Por el contrario, androgamia, androfilia, homofilia, inversión, pederastia, pedofilia, socratismo, uranismo, androfobia, lesbianismo, safismo, se proponen como términos equivalentes al de “homosexualidad”. Y si el diccionario Le Petit Robert considera que un heterosexual es simplemente lo contrario de un homosexual, los vocablos para designar a este último abundan: gay, homófilo, pederasta, enculado, loca, homo, marica, maricón, invertido, sodomita, travesti. Esta desproporción léxica revela la operación ideológica consistente en designar sobreabundantemente lo que aparece como problemático y a mantener en lo implícito a lo que se supone evidente y natural.
El guardián del género
La diferencia hetero/homo no sólo está constatada, sino que sirve sobre todo para ordenar un régimen de las sexualidades, según el cual únicamente los comportamientos heterosexuales merecen la calificación de modelo sexual y de referencia para cualquier otra sexualidad. Así pues, en este orden sexual, el sexo biológico (macho, hembra) determina un deseo sexual unívoco (hetero), así como un comportamiento sexual específico (masculino/femenino). De esta manera, sexismo y homofobia aparecen como componentes necesarios del régimen binario de las sexualidades. La división de los géneros y el deseo (hetero) sexual funcionan más como un dispositivo de reproducción del orden social que como un dispositivo de reproducción biológica de la especie. La homofobia se convierte así en el guardián de las fronteras sexuales (hetero/homo) y las de género (masculino/femenino). Por eso los homosexuales no son las únicas víctimas de la violencia homófoba, que también atañe a todos aquellos que no se adhieren al orden clásico de los géneros: travestidos, transexuales, bisexuales, mujeres heterosexuales con fuerte personalidad, hombres heterosexuales delicados o que manifiesten gran sensibilidad...
La homofobia es un fenómeno complejo y variado que se adivina en las bromas vulgares que ridiculizan al afeminado, pero que también puede revestir formas más brutales, que lleguen a la voluntad de exterminación del otro, del homosexual, como fue el caso de la Alemania nazi. La homofobia, como toda forma de exclusión, no se limita a constatar una diferencia: la interpreta y extrae conclusiones materiales. Así, si el homosexual es culpable del pecado, su condena moral aparece como necesaria y la purificación por el fuego inquisitorial fue su consecuencia lógica. Si es asimilado al criminal, su lugar natural resulta ser, en el mejor de los casos, el ostracismo y, en el peor, la pena capital, como aún sucede en algunos países. Si se le considera un enfermo, es objeto de la atención médica y debe sufrir las terapias que la ciencia le ordene, especialmente los electroshocks, utilizados en Occidente hasta los años sesenta.
Si las formas más sutiles de homofobia pregonan una cierta tolerancia hacia gays y lesbianas, no es más que a condición de atribuirles un lugar marginal y silencioso, el de una sexualidad considerada como inacabada o secundaria. Aceptada en la esfera íntima de la vida privada, la homosexualidad resulta insoportable cuando reivindica públicamente la equivalencia con la heterosexualidad.La homofobia es el temor de que esta identidad de valor sea reconocida. Se manifiesta, entre otras cosas, por la angustia de ver desaparecer la frontera y la jerarquía del orden heterosexual. Se expresa con la injuria y el insulto cotidianos, pero también aparece en los escritos de profesores o expertos o en el curso de los debates públicos. La homofobia es familiar, produce aún consenso y se la percibe como un fenómeno banal: ¿cuántos padres se inquietan cuando descubren la homofobia de su hijo adolescente, mientras que a la vez la homosexualidad de un hijo o de una hija es todavía fuente de dolor en el seno de las familias y conduce muchas veces a la consulta de un psicoanalista?
Invisible, cotidiana y compartida, la homofobia forma parte del sentido común, aunque también conduzca a una innegable alienación de los heterosexuales. Por estas razones es importante analizarla tanto en las actitudes y comportamientos como en sus construcciones ideológicas.
1 La banalización institucional implica que los grandes aparatos del poder normalizador, como la religión, el derecho, la medicina o el psicoanálisis se desentienden de la cuestión homosexual permitiendo a gays y lesbianas crear individualmente su propia identidad y negociar sus aportaciones a una cultura específica.
2 Le Grand Robert 1992; Le Petit Robert 1996.
* Investigador y profesor de Derecho privado en la Universidad de París. Este texto es la introducción del libro de Daniel Borrillo Homofobia (Edicions Bellaterra, Barcelona, 2001) y se publica con la autorización del autor.

Artículo tomado del suplemento Letra S, mes de mayo en el periódico La Jornada. http://www.jornada.unam.mx/2006/05/04/ls-opinion.html

lunes, mayo 01, 2006

Miss. Christy

Al entrar en el mugriento bar donde citaba a sus amantes, permaneció de pie bajo las escaleras que daban al segundo nivel, entre penumbras sostenía una cerveza en las manos y miraba curiosa a la asidua clientela de cada fin de semana. Sus morenas y flácidas carnes revelaban su recién ingreso a la vejéz, disimulando los estragos de los años, las constantes hambrunas y el cansancio con discreto maquillaje que la hacía lucir menos traqueteada, simple y llana como las ropas con las que cubría sus secretos.
Vi con sus ademanes, como le preguntó al joven fornido que estaba parado a su lado si fumaba, porque precisaba de un cigarrillo, y ante la negativa descortés, comentó avergonzada que esperaría a que el niño vendedor de dulces pasara a ofrecérselo. Movido en solidaridad con mi compañera de vicio, le ofrecí mi cajetilla y el encendedor, con manos trémulas logró desprender un tabaco y encenderlo. Me agradeció timidamente, con un gracias inaudible y una expresión en su mirada de eterna gratitud. Yo le sonreí y me volví a concentrar en mi trago.
Entrado en calor por el efecto del alcohol y el ligero bochorno que a media noche impregnan los calores y humores de los parroquianos, busqué un poco de aire fresco en la barra de la planta alta. Examiné el lugar y no encontré asiento disponible, ni espacio para colocar mi cerveza. Una mano ligera me hacía señas al otro lado de la habitación y me invitó a sentarme a su lado. Presto dirigí mis pasos a aquél lugar que se me había hecho y lo agradecí. Se presentó como Christina con una voz ronca y quebrada, extendiéndome su mano para besarla lo cual me tomó por sorpresa y en mi confusión le dí un sólido apretón de manos. Era la misma pequeña mujer que horas antes buscara conversación pretextando el obsequiado cigarrillo, me decía que estaba esperando a alguien, que acostumbraba citarse en ese bar con sus amantes, que mi compañía amortiguaba el dolor de sus extensas soledades. El lugar amenazaba con volverse un nudo humano, así que pronto me ví emigrando a una mesa recién desocupada y a lo lejos miré como Christina jugaba con la botella vacía entre sus dedos, en su cara se permeaba el hastío.
Las horas se amontonaban una sobre la otra, mi novio y yo conversábamos tranquilamente cuando una mano se posó en mi hombro. Al voltear, Christina me pedía, ebria de tristeza, con sus ojos vidriosos por la desilusión del amor mal logrado y los labios resecos, una cerveza, que calmara esa sed de saberse amada, donde remojara el deseo marchito, ahogar los años que se fueron, cerveza que amargara su lengua contra el áspid de quien se ensañaba con toda clase de insultos por ser distinta, por amar diferente, por dejarse reducir a una caricaturización humana.
Tambaleante alcanzó el acceso principal, afuera llovía con intensidad, las luces neon y los espectaculares comenzaban a apagarse. El agua golpeaba su rostro con insistencia corriendo el maquillaje barato, reduciendo su cara en una forma abstracta de ángulos filosos, de apagadas carnes, de duro mirar, una mole contradictoria de polos opuestos y de melancolía constante que fue desapareciendo en un signo mudo de confusión.