Colectivo El Legado de las Mariposas*
Lulú estaba sentada frente a la ventana mientras compartía sus memorias sobre su encarcelamiento, relacionando su experiencia cuatro décadas atrás con las de las presas políticas de San Salvador Atenco, estado de México. Un grupo de mujeres de la generación posterior a la suya, habían invitado a ex guerrilleras a hablar de la época de la llamada "guerra sucia", a la que ellas se referían comoel terrorismo de Estado, para mejor entenderlas implicaciones del operativo policíaco el 3 y4 de mayo de 2006 contra los militantes del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra, adherentes a la otra campaña y habitantes del pueblo. Para Lulú, fueron las denunciaspúblicas de agresiones sexuales y de violaciones sufridas por cuarenta y cinco de las cuarenta y siete mujeres detenidas las que resignificaron su pasado:
"También en el ’68 hubo violaciones, pero nadie lo dijo. Cuando alguien me preguntó: ‘¿A ustedes les hicieron lo mismo, también las violaron?’ Dije que no, no afortunadamente. Y me dijo una compañera: ‘¿A ti no te quitaron la ropa y te manosearon? A nosotras sí, a mi grupo, sí.’ Yo me quedé sorprendida porque ahora me entero. ¡Hasta ahora! Las compañeras no lo dijeron porque no se atrevieron a decirlo."
Yolanda coincidió con lo expresado por su ex compañera de celda. Ella también vivió varios años de su juventud detrás de las rejas, detenida por haber pertenecido a un movimiento armado, y agregó:
"En mi caso, cuando me detuvieron, sí tuve simulacro de violación que por suerte no se llevó a cabo. Me desnudaron simplemente para obligar a un compañero a hablar, a él lo pusieron enfrente. Pero ahora sí que salen las violaciones. Yo recuerdo en ese entonces que yo le restaba importancia, fue un mecanismo de defensa, o algo así, pues decía ‘no me está pasando a mí, no pasa nada.’ Era un tipo de autismo, no recuerdo oponerme a que me desnudaran para que el compañero hablara. Toda la vida le resté importancia."
La violencia sexual, especialmente una violación, fue abordada desde múltiples niveles, incluyendo la expresión de sentimientos personales y sus consecuencias políticas. Todas coincidieron en que la violencia sexual, si bien refleja una continuidad de los mecanismos de represión estatal, ha adquirido nuevos significados en años recientes. Yolanda hizo la observación de que las violaciones y su amenaza en el contexto político de hace unas décadas, parecía estar dirigido más hacia los hombres que hacia el propio cuerpo de la mujer, porque ellos eran considerados los verdaderos actores políticos. Sin embargo, ya no era el caso. Ximena señaló que una violación y su simulacro une lo que se considera una esfera política con los miedos que existen en la vida cotidiana. Mariana reconoció que es precisamente la ambigüedad entre ambos lo que a veces dificulta su comprensión por parte de algunos miembros de los mismos movimientos sociales. Comentó:
"Después de lo de Atenco, algunos de nuestros compañeros no nos entendían. No entendían que el cuerpo de la mujer vive la represión estatal de otra forma, porque se activan los miedos que también sentimos al caminar por la calle de noche, o cuando nos siguen en el Metro. Puede ser paralizante. Esos compañeros hablaban de la violación de las mujeres, pero no entendían que no es un elemento aparte. Ven la violación como un reflejo del exceso del abuso de poder estatal, sin darse cuenta que es un eje fundamental sobre el cual el Estado reprime, y no solamente es sobre nuestros cuerpos, sino que también es para el hombre, para quien supuestamente somos la propiedad. Así, el cuerpo de la mujer se convierte en un campo de batalla."
El diálogo intergeneracional continuó con la participación de Edna, quien, a diferencia de Lulú y Yolanda, vivió el exilio y no la cárcel después de la tortura:
"Atenco nos ha traído muchos recuerdos, muchos dolores, muchos horrores de nuestra propia experiencia. Veo en Atenco una sofisticación de la represión, una orientación muy específica dirigida hacia la resistencia, en particular la represión hacia las mujeres. Se utiliza no solamente la tortura física, sino especialmente la tortura psicológica y dirigida al cuerpo de la mujer. Lo comparo a lo que yo viví. Cuando yo caigo herida y me torturan. Aunque no recuerdo muchas cosas, lo que me hicieron a mí, en comparación a lo que le hicieron a las mujeres de Atenco, no es nada, o bueno, es algo muy parecido. Así vemos que es una política, independientemente de si es el pri o el pan. Lo más terrorífico es que sigue pasando después de tantos años y sigue incrementando. Lo hacen de una manera totalmente abierta, permitida y fomentada por el Estado. Hasta dicen que eso es el estado de derecho."
Lulú añadió la importancia que tiene la invisibilidad en los actos de represión: "Se ve que hay una intención de usar algo que es tan difícil de comprobar como lo es una violación." Les recordó que los testimonios de las mujeres agredidas señalaron que los policías que las violaron en el trayecto de Atenco a la cárcel usaron condones y que los exámenes médicos se realizaron tres días después de los hechos:
"Eso sí marca una intención de tocar lo más sensible. Para los campesinos compañeros de Atenco, que les toquen a las mujeres eso sí les duele; y a los hijos les duele si agraden a sus madres. Y por supuesto a las mujeres más nos duele en carne propia. Hay una intención del Estado de agredir donde más se puede lastimar y de forma que no hay pruebas, sin que pueda ser plenamente demostrado."
Marta, que hasta ese momento se había quedado en silencio, vio en Atenco un castigo dirigido hacia las mujeres que con el paso del tiempo han estado participando con mayor presencia:
"Atenco es una continuación de lo que ha sido una característica de represión muy selectiva, criminal y cruel. Un Estado saca todo su odio machista, además de terrorista, en contra de la mujer que se está atreviendo, a pesar de toda la represión, de todo el poder asesino que tiene el Estado. Definitivamente, es una reacción del Estado, no sé qué tan consiente o inconsciente. Se dan cuenta de que a nivel nacional la mujer tiene una fuerza, ha venido adquiriendo una fuerza, la cual se ha venido imponiendo con sangre, sudor y lágrimas. Para lograr esto, la mujer primero tiene que reivindicarse a sí misma, salvarse a sí misma, rescatarse a sí misma, incluso del machismo; porque si no, es mentira que pudiera haber un avance. Esto lo está castigando también el Estado mexicano."
Lulú coincidió en que el uso de las agresiones sexuales y violaciones es "para que nos quedemos calladitas y tranquilas", y para que los grupos organizados sean un ejemplo, no de lucha sino de lo que se puede sufrir. Explicaron que el mensaje de que una violación política es culpa de las agredidas se reproduce al través de algunos medios de comunicación. Ximena compartió una conversación que tuvo poco antes de este encuentro:
"Vimos que los medios de comunicación, incluso los que dizque izquierda, decían, por ejemplo, ‘y lo peor es que alguna de las mujeres violadas son amas de casa’, como si ellas fueran la propiedad del marido y no pudieran ser violadas. ¿Qué quiere decir esto? Que las mujeres somos vistas como botín de guerra, como objetos de la represión, y no como sujetos de una lucha social. En eso tenemos que aprender y enseñárselo a nuestros compañeros."
Después de los hechos en Atenco, Yolanda estuvo escuchando las noticias a lo largo del día desde su negocio:
"Me llamó mucho la atención que la inmensa mayoría de los medios, de las diferentes estaciones, se unificaron, cerraron filas a favor de la represión, de las violaciones. Eso me ha impactado mucho. Le cambiaba de una estación a otra porque me hartaba el locutor, a ver si escuchaba algo más objetivo. Es muy significativo ese cuarto poder. ‘¡Ay!,¿cómo dicen que las violaron?, a ver, demuestren, no se dejaron hacer estudios.’ Así dicen varios. Es escalofriante."
Para entender el impacto de esta representación de las violaciones en Atenco, regresó a sus años como presa política y a su observación de la importancia que es nombrar estas experiencias:
"¿Por qué me veo tomar conciencia de todo esto? Porque en mi caso muchas veces me he creído que no es importante, no es grave lo que pasó. ¿Por qué? ¡Porque estoy con vida! Los que sí se murieron pues sí, se murieron, los torturaron, los mataron. Todavía hay una confusión dentro de mí, porque no se triunfó como yo concebí el triunfo, por lo tanto, no valió. Ahora ya creo que mi participación es importante. De algún modo todos, o sobre todo en las mujeres había una necesidad de decir ‘¡Aquí estoy. Y estoy viva, y estoy presente, y sirvo!’"
Lulú señaló que durante los operativos en Atenco todas las estaciones de televisión transmitían el mundial de futbol. En el ’68 fueron las Olimpiadas las que dominaban las noticias. Recordó que era "terrible ir a una marcha y regresar a la casa y querer ver las noticias en la televisión y nada, todo era la Olimpiada".
Frente a la negación del uso excesivo de violencia por parte de autoridades gubernamentales, ante la invisibilidad de las violaciones y de las agresiones sexuales en diversos ámbitos públicos, y queriendo resaltar la permanencia de hombres y mujeres presos, Edna dirigió la conversación hacia las respuestas que se observan desde grupos organizados. Señaló diferencias fundamentales entre los dos momentos históricos que marcaron la conversación:"
¿Qué es necesario hacer para cambiar todo esto? La contraparte es un gran movimiento que está por la liberación de los presos; esa es la parte positiva, pues no se han quedado solos. Yo estuve unos días detenida y después salí al exilio, pero muchas compañeras y compañeros estuvieron presos, muchas veces estuvieron solos."
Habló del contexto vivido en Monterrey, donde a veces no "había quienes los fueran a visitar", y lo contrastó con lo que ella considera una gran solidaridad con los presos de Atenco, reflejado en los numerosos eventos organizados, las colectas y los campamentos afuera de la cárcel de Santiaguito. Identificó estas acciones como "un llamado que reivindica una moral diferente", donde se reconocen a todos los presos de diferentes afiliaciones e ideologías políticas como parte de un colectivo. Edna concluyó la conversación reconociendo la valentía de las mujeres presas que denunciaron las agresiones:
"Las mujeres se han atrevido a hablar, eso es algo sumamente importante, es un cambio importante. Unas compañeras que estuvieron detenidas en el ’68 decían que a varias compañeras las habían violado, después del 2 de octubre, pero nunca se habían atrevido a hablar. En cambio, ahora con lo de Atenco, ha sido una actitud muy valiente por parte de las compañeras. Yo ahí sí veo un cambio muy importante, es un cambio del lado del movimiento social y de la actitud de las mujeres."
* El colectivo El Legado de las Mariposas esta formado por un grupo de mujeres que participan en un diálogo intergeneracional, con la intención de recuperar los testimonios de las mujeres que fueron víctimas de la guerra sucia en México. Su nombre recupera la memoria de las Mariposas, nombre con el que eran conocidas tres hermanas de la familia Mirabal, en República Dominicana, y quienes fueron asesinadas debido a su participación política, el 25 de noviembre de 1960, por el dictador Trujillo.
Los días 3 y 4 de mayo de 2006, más de 2 mil elementos del cuerpo policíaco estatal y federal entraron al pueblo de San Salvador Atenco en un operativo violento y represivo sin precedentes. La violencia desmedida resultó en dos personas muertas, decenas heridas y cerca de trescientos hombres y mujeres detenid@s. De las cuarenta y siete mujeres detenidas, la mayoría sufrió malos tratos y varias formas de abuso sexual a manos de la policía durante su detención, desde amenazas verbales con contenido sexual, hasta violaciones violentas y repetidas. En su informe sobre Atenco, la Comisión Civil Internacional de Observación por los Derechos Humanos (CCIODH) denuncia que la violencia policíaca en contra de las mujeres "muestra la presencia de una estructura de la agresión hacia las mujeres y su carácter tolerado".
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