lunes, julio 02, 2007

Memorias de un Violín andariego.

En la década de los ochenta del siglo pasado, trasladarse a la Huaxteca significaba hacer un viaje de muchas horas difíciles, principalmente por la ausencia de carreteras y la inexistencia de un sistema de transporte colectivo formal.
Significaba horas de infantil hastío, sentados en las banquetas aguardando a que algún paisano con automóvil propio pasara y nos levantara. Viajábamos como reses, tragando mosquitos al ir conversando a gritos y el viento golpeando frenético al cuerpo. A nuestros pies, mareados iban los guajolotes, los cerdos y las gallinas previamente adquiridos en el tianguis de los viernes.
Escuchábamos con curiosidad turística las historias de los parroquianos. Se les notaba el miedo en la mirada, las voces reducían su volumen hasta sonar como susurros. Se hablaba de violencia, de armas, de muertos, del ejército, de las tierras. Luego alguien pedía que los voceros callaran. Mi hermano y yo nos mirábamos confundidos en aquél silencio incómodo.
En aquella década los conflictos agrarios empañaban la seguridad de la región, se vivía en una tensión continua, algunos temas eran considerados tabú y el tránsito por los municipios del norte del estado de Hidalgo eran condicionados por los intereses del estado y de los grupos disidentes.
Se decía que la OIPUH (Organización Independiente de Pueblos Unidos de las Huastecas) se apoderaba de ejidos o terrenos, que despojaban con violencia los bienes de las comunidades, que mataban a los que poseían tierras a fin de administrarlas ellos, actos de los que nunca logré obtener certeza alguna.
De niño poco comprendía de esos temas, parecía algo irreal que existiera tanta violencia en aquél verde paraíso que se nos ofrecía vasto, bordeado de sierras, cañadas y abundancia. Paulatinamente conforme crecíamos vacacionando en la huaxteca, fuimos descubriendo las distintas huaxtecas que se yuxtaponen y coexisten alternadamente.
Al radicar en Hidalgo en la década de los noventa, alguna vez entrevisté a una vecina de quien se afirmaba había sido militante de la citada organización, por mucho a la que más se le temía y cuya presencia era amplia a través de las principales congregaciones de la región. Aquella anciana artesana, soltaba uno o dos datos vagos mientras bañaba de cera los pabilos que con mucha paciencia, serían velas que vendería en el tianguis municipal.
La paranoia de aquellos tiempos despojaron a muchos de sus terruños, cualquiera podía ser acusado de pertenecer a alguna organización independiente para ser encarcelado, expulsado de sus comunidades de origen y de ser despojados de sus bienes materiales. Era un revés, se acusaba a la OIPUH de ser una organización militarizada que robaba, desalojaba y mataba comunidades enteras, pero los propios ejidatarios eran quienes manifestaban las mismas conductas que despreciaban. Se vigilaba al vecino, al pariente, al compadre, no vaya a ser, por si las moscas. En las escuelas se discriminaban a los hijos de presuntos militantes de la OIPUH.
Recuerdo que en Tecolotitla, el pueblo de donde es originaria mi madre, una vez sufrimos un ataque de psicosis. Comenzó a circular el rumor de que la OIPUH instalada en el vecino caserío de Achiquihuixtla, despojaría al ejido de Tecolotitla de sus tierras. Se organizó una asamblea general, ahí estaban los viejos con su bastones de mando, los alguaciles, los principales del pueblo. Establecieron grupos de vigías nocturnos en puntos estratégicos, las mujeres y niños eran resguardados en casa a penas anochecía. Los hombres dormían con las pistolas bajo la almohada. Caminar de noche en la comunidad (entonces sin alumbrado público) significaba arriesgarse a ser apedreado en el mejor de los casos. Incluso había un chiflido especial para avisarle a los compañeros si era un aliado o el enemigo quien se acercaba al pueblo.
Ayer vi la película El Violín del director Francisco Vargas y se me vinieron a la mente todos estos recuerdos. Inmediatamente tuve la sensación de que el largometraje había sido filmado en locaciones de la zona serrana de la Huaxteca hidalguense, en especial por los contrastantes paisajes y el personaje del violinista ya que el huapango se ejecuta con violines.
La película se trata de un grupo de guerrilleros campesinos luchando contra los militares del gobierno, que ocuparon su comunidad y mataron a los hombres y violaron a las mujeres, en un conflicto agrario que involucra también a los grandes terratenientes. Aprovechando la apariencia benévola del anciano violinista, el protagonista ayuda a su hijo guerrillero en su causa armada sacando las municiones escondidas en sus tierras, escondiéndolas en el estuche de su violín.
La iluminación y la fotografía son de notable calidad, logrando una sensación de limpieza visual muy concisa. Ni que decir del audio y las soberbias ejecuciones en violín. La trama es intensa desde un principio, cuando somos invitados a asomarnos a la vida cotidiana de los personajes, una realidad donde el alcoholismo, la pobreza extrema, el olvido, la represión del estado y la tragedia, ensombrecen la vida de la gente del campo. Los movimientos de cámara son vertiginosos y en primer plano, lo que le proporciona al expectador la sensación de estar ahí mismo donde transcurre la acción.
Después de Japón, ésta es la segunda película mexicana de los últimos años que me ha dejado una fuerte impresión y a la que empiezo a guardar un especial cariño, al haberme hecho recordar la historia de mi pueblo y al mostrar visualmente varios aspectos de mi identidad cultural. Cuando la vean, ¡piensen que están recorriendo mi pueblo y que están con mi gente!

4 comentarios:

Remo dijo...

Espero con ansia el poder verla.

Sus comentarios me llevaron a recordar una antigua película mexicana de nombre "Canoa", donde los lugareños hacen "justicia" por propia mano después de que se desata una histeria colectiva.

Saludos esperanzadores.

El Zórpilo.

Pol Soladrero's Blog dijo...

waaaaaaaaaaaa!! RAXTA!! YA TENGO BLOG!! AHORA SI PODRAS VER MI TODO LO QUE HAGO EN EL DIA JAJA, LO AGARRARE DE DIARIO PUBLICO, YA SABES JAJAJA

TE MANDO UN ABRAZOTE ENORME DEL TAMAÑO DEL MUNDO

CUIDATE MUCHOOOO

Panchalli dijo...

He escuchado tanto acerca de esa pelicula, que ya quiero verla!!! si la tienes no seas malo, prestamela si?
saludos!!

Alfonsina dijo...

Ya!!! cuando llegue a Chile, te juro que voy!!!

Alfonsina (...Cicuta O Maleza?...)