Este post da continuidad al Meme que mi entrañable amiga http://www.cicutaomaleza.blogspot.com me hizo copartícipe. Este ejercicio me pide que hable de tres de mis autores literarios favoritos, y coincido con ella en lo injusto que es exigirnos resumir nuestras apreciaciones a tan ínfima cantidad. Sin mas rodeos aquí les propongo los míos, pero aclaro que no soy versado en nada así que partiré la selección desde la forma en que la creación de estos creadores de posibilidades me afectaron la existencia.
1.- Herman Hesse. Este escritor y poeta germano nutrió su obra de un marcado existencialismo en su prosa práctica y de constante diálogos interiores, su vida como la de muchos otros genios no estuvo excenta de crisis emocionales, sin embargo su sensibilidad exquisita y sus recursos personales lo llevaron a crear bellísimas novelas donde se explora y se expone la basta riqueza interior del hombre. Mi primer contacto con sus lecturas fue en una conversación on line con un gran amigo con quien mantuve una rica amistad, con quien me conecté en un estado físico, emocional, intelectual y espiritual, es decir, en todos los sentidos en un vaivén de compartirnos a nosotros mismos, siempre tocando la sensibilidad más profunda de nuestro ser. Entonces leí El Lobo Estepario y me pasó lo que a muchos, me creí la encarnación del personaje principal: Harry Haller, ese hombre de la posguerra apesadumbrado, de andar desencantado, de una sensibilidad que rayaba en la neurosis, identificación un cuanto romántica. Narciso y Goldmundo fue sin duda el libro que significó un alto costo emocional al leerlo ya que prácticamente era la historia de mi mejor relación con uno de mis mejores amigos de entonces y de quien en el contexto de la lectura, estaba desprendiéndome, ya que había yo tomado un camino distinto al suyo, nuestra meta era la misma y escogí la vereda difícil, aprender a la mala. Siddhartha y Demián son otras de las lecturas que me marcaron por diversos motivos. Incluso en mis diarios de viaje y de notas siempre cargo con alguno de sus textos que leo cuando necesito un poco de consuelo.
2.-Agustín Yañez. Este escritor mexicano lo descubrí hace unos años atrás en una feria del libro local, entonces compré la novela Ojerosa y Pintada y me interesó el realismo de su narrativa, donde nos comparte un día en la vida de un taxista de la ciudad de México, en un multicolor desfile de personajes contradictorios: los pobres en las ciudades perdidas o cinturones de miseria, el político tranza, los enamorados, el mudo, los muchachos de colegio que se van de "pinta", cada uno con una idiosincrasia representativa. La segunda de las tres partes en que se divide la novela es mi favorita. El chofer sube en su vehículo a un vagabundo que deambulaba en la periferia de la ciudad, un personaje excéntrico al que yo suelo imaginar como un profeta desterrado, una especie de ermitaño citadino con una sabiduría insospechada. Este encuentro está resumido en un monólogo en el que el vagabundo hace la comparación de la gran urbe con el gran canal donde van a parar los desechos de la ciudad, haciendo analogías de los hombres y donde según este simpático extraño afirma que todos los hombres somos iguales. Critica al sistema en el que estamos inmersos (con todas sus aguas negras) con lucidez asombrosa. Esta lectura la tengo muy presente por algo muy extraño que me sucedió años atrás al leérsela a mi entonces novia: recostado en sus piernas le leía el segmento del vagabundo y al ir avanzando de pronto algo en mí cambió y comencé a asumir la identidad del personaje, comencé a hacer las verbalizaciones locuaces con una intensidad en la que leía compulsivamente, apasionado a veces, triste en otras, arrepentido las menos y con un ir y venir de emociones que mi novia estaba fascinada, divertida y asombrada por ese extraño fenómeno. Quizá el psicótico que lleve dentro sea un esquizofrénico residual. Quizá me identifiqué con el vagabundo porque cuando ando vagando por este país también obtengo rayos de lucidez y de profunda paz. Pero solo quizá.
Nota: recomiendo altamente Al filo del agua, La creación, Las tierras flacas y Las vueltas del tiempo.
Juan Rulfo. En este momento no tengo cabeza para pensar en otro autor que me haya gustado tanto como Rulfo, porque sus orígenes humildes me recuerdan los míos aunque sin el talento de el por supuesto. La sobriedad de su prosa me sedujo desde el inicio y la brevedad de su obra me hace sentir sed de más, pero creo que su legado es aún vigente. Sus narraciones del méxico revolucionario, eminentemente indígena me situaba siempre en las imágenes, en los recuerdos, en los sueños y en mis experiencias que de niño tuve del campo mexicano, en especial porque mi madre proviene de una pequeña localidad donde conviven mestizos e indios de una forma contradictoria. Recuerdos en los que me gusta vagar libremente cuando las cosas no pintan tan bien, cuando el mundo de afuera parece desmoronarse ante el cansancio de mis brazos en lucha. Siempre me ha parecido que su literatura es muy visual, recrea en nuestras mentes las formas y los colores de su memoria privilegiada, tan minimalista, la forma en que acomoda y juega con las palabras tan básica es una delicia. Y no miento, también su faceta como el ojo detrás de la cámara es una forma de extender su narrativa y su rico mundo interior.
Por supuesto, estos son los que en este momento se me vienen a la mente y hay muchos, pero muchos más autores que han quedado fuera de este poquito compartir.
1.- Herman Hesse. Este escritor y poeta germano nutrió su obra de un marcado existencialismo en su prosa práctica y de constante diálogos interiores, su vida como la de muchos otros genios no estuvo excenta de crisis emocionales, sin embargo su sensibilidad exquisita y sus recursos personales lo llevaron a crear bellísimas novelas donde se explora y se expone la basta riqueza interior del hombre. Mi primer contacto con sus lecturas fue en una conversación on line con un gran amigo con quien mantuve una rica amistad, con quien me conecté en un estado físico, emocional, intelectual y espiritual, es decir, en todos los sentidos en un vaivén de compartirnos a nosotros mismos, siempre tocando la sensibilidad más profunda de nuestro ser. Entonces leí El Lobo Estepario y me pasó lo que a muchos, me creí la encarnación del personaje principal: Harry Haller, ese hombre de la posguerra apesadumbrado, de andar desencantado, de una sensibilidad que rayaba en la neurosis, identificación un cuanto romántica. Narciso y Goldmundo fue sin duda el libro que significó un alto costo emocional al leerlo ya que prácticamente era la historia de mi mejor relación con uno de mis mejores amigos de entonces y de quien en el contexto de la lectura, estaba desprendiéndome, ya que había yo tomado un camino distinto al suyo, nuestra meta era la misma y escogí la vereda difícil, aprender a la mala. Siddhartha y Demián son otras de las lecturas que me marcaron por diversos motivos. Incluso en mis diarios de viaje y de notas siempre cargo con alguno de sus textos que leo cuando necesito un poco de consuelo.
2.-Agustín Yañez. Este escritor mexicano lo descubrí hace unos años atrás en una feria del libro local, entonces compré la novela Ojerosa y Pintada y me interesó el realismo de su narrativa, donde nos comparte un día en la vida de un taxista de la ciudad de México, en un multicolor desfile de personajes contradictorios: los pobres en las ciudades perdidas o cinturones de miseria, el político tranza, los enamorados, el mudo, los muchachos de colegio que se van de "pinta", cada uno con una idiosincrasia representativa. La segunda de las tres partes en que se divide la novela es mi favorita. El chofer sube en su vehículo a un vagabundo que deambulaba en la periferia de la ciudad, un personaje excéntrico al que yo suelo imaginar como un profeta desterrado, una especie de ermitaño citadino con una sabiduría insospechada. Este encuentro está resumido en un monólogo en el que el vagabundo hace la comparación de la gran urbe con el gran canal donde van a parar los desechos de la ciudad, haciendo analogías de los hombres y donde según este simpático extraño afirma que todos los hombres somos iguales. Critica al sistema en el que estamos inmersos (con todas sus aguas negras) con lucidez asombrosa. Esta lectura la tengo muy presente por algo muy extraño que me sucedió años atrás al leérsela a mi entonces novia: recostado en sus piernas le leía el segmento del vagabundo y al ir avanzando de pronto algo en mí cambió y comencé a asumir la identidad del personaje, comencé a hacer las verbalizaciones locuaces con una intensidad en la que leía compulsivamente, apasionado a veces, triste en otras, arrepentido las menos y con un ir y venir de emociones que mi novia estaba fascinada, divertida y asombrada por ese extraño fenómeno. Quizá el psicótico que lleve dentro sea un esquizofrénico residual. Quizá me identifiqué con el vagabundo porque cuando ando vagando por este país también obtengo rayos de lucidez y de profunda paz. Pero solo quizá.
Nota: recomiendo altamente Al filo del agua, La creación, Las tierras flacas y Las vueltas del tiempo.
Juan Rulfo. En este momento no tengo cabeza para pensar en otro autor que me haya gustado tanto como Rulfo, porque sus orígenes humildes me recuerdan los míos aunque sin el talento de el por supuesto. La sobriedad de su prosa me sedujo desde el inicio y la brevedad de su obra me hace sentir sed de más, pero creo que su legado es aún vigente. Sus narraciones del méxico revolucionario, eminentemente indígena me situaba siempre en las imágenes, en los recuerdos, en los sueños y en mis experiencias que de niño tuve del campo mexicano, en especial porque mi madre proviene de una pequeña localidad donde conviven mestizos e indios de una forma contradictoria. Recuerdos en los que me gusta vagar libremente cuando las cosas no pintan tan bien, cuando el mundo de afuera parece desmoronarse ante el cansancio de mis brazos en lucha. Siempre me ha parecido que su literatura es muy visual, recrea en nuestras mentes las formas y los colores de su memoria privilegiada, tan minimalista, la forma en que acomoda y juega con las palabras tan básica es una delicia. Y no miento, también su faceta como el ojo detrás de la cámara es una forma de extender su narrativa y su rico mundo interior.
Por supuesto, estos son los que en este momento se me vienen a la mente y hay muchos, pero muchos más autores que han quedado fuera de este poquito compartir.
Ahora me toca contagiar de memitis a http://www.elzorpilo.blogspot.com, a http://www.mazehualitlatoani.blogspot.com/ y a http://www.palavrasdeursa.blogspot.com para que tomen a tres de sus autores favoritos y escriban lo que sepan de ellos en sus respectivos blogs, y después convoquen a otros tres bitácoras para hacer los mismo.
Saldada la cuenta mi estimada Alfonsina.
Saldada la cuenta mi estimada Alfonsina.
6 comentarios:
Descubrí a Rulfo en secundaria, y Herman en preparatoria.
Muy buena selección.
Saludos con añoranza de época.
El Zórpilo.
Me reí mucho con lo de la encarnación de personajes en los libros de Agustín Yáñez...jajaja!!!
Me pasa lo mismo con algunos libros... esos que dan ganas de leer en voz alta para que aflore la actriz que llevo dentro.
Gracias por seguir con el Meme, pero se te olvidó un pequeño detalle... invitar a 3 de tus bloggeros habituales para no cortar la cadena!
Un abrazo!
Alfonsina (...Cicuta O Maleza?...)
¡¡Juan Rulfo y Hermann Hesse!! Que quieres que te diga... que buen gusto!!! "El lobo estepario" es más que una lectura, en este momento es plena identificación... Que buen post, interesante ejercicio..
Antes de que cambiara la literatura por el cine, quiza en un gesto egoista e irracional, solia leer a Hesse y Rulfo, y siempre quedaba encantado por sus textos. Nunca llegue a leer a Yañez, pero ahi estuvo en mi lista de espera.
Pero esto de la memitis me parece excelente. Quiza un dia la adapte a lo unico que me matiene despierto: el cine.
Saludos.
Hey, me voy enterando, le prometo que mi próximo texto será la tarea que me encomendó.
Saludos atareados.
El Zórpilo.
ya respondi a tu meme, pasa por mi blog a ver si te gusta.
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