Cuando Thomas Stanfrod, destacado especialista etnomusicólogo, visitó Jamiltepec, Oaxaca, en 1956 con fines de investigación, se le abrió un mundo fascinante por las costumbres y tradiciones de los pueblos que conforman la región denominada Costa Chica y que abarca los estados de Guerrero y Oaxaca.
En una fiesta celebrada en Jamiltepec notó se acostumbraba amenizar los eventos con pequeñas orquestas, que entre su repertorio tocaban un sinfín de chilenas, algunas con nombres, otras no, cada una rematada con un son. Este son generalmente no tiene nombre, como tampoco tiene letra, y se zapatea de principio a fin. Las chilenas instrumentales tampoco tienen nombre.
Cuando la orquesta toca, inicia con el baterista tocando su triángulo y enseguida golpea el bombo con otra baqueta accionada por un pedal. Característicamente, puntualiza esta música con golpes periódicos en el platillo.
Intrigado por esta peculiar música, investigó en el Laboratorio de Sonido del Museo Nacional de Antropología en México ¿cómo es que un género regional representativo de una patria chica mexicana tenga semejante nombre? El maestro Vicente T. Mendoza atribuía la presencia de este género en México a las influencias llegadas de Chile por la "fiebre de oro" en la Alta California a mediados del siglo antepasado. De acuerdo a esta versión, los marineros chilenos que se dirigían al norte para probar suerte en California habrían hecho escala obligatoria en el puerto de Acapulco y, a su paso, dejaron su influencia.
Moisés Ochoca Capos, documentó la llegada del género al puerto mediante los marineros de una armada de guerra chilena que arribó ahí en 1822. El almirante O'Higgins envió la flota a México en apoyo de los insurgentes de la guerra de Independencia, pero el arribo se dio escasos días de haberse difundido las noticias de la derrota del gobierno colonial en el puerto. Los marineros chilenos se sumaron a la fiesta callejera que se desarrollaba en el lugar, bailando, como era natural, sus propios bailes patrios, entre estos la cueca, o zamacueca, chilena.
Mendoza creía que la chilena mexicana es todavía un género chileno; pero cualquiera que conoce grabaciones del género tomadas en aquel país se quedará plenamente convencido de que la versión mexicana se ha "nacionalizado".
Antiguamente, la chilena se tocaba con violín, jarana y arpa. Sin embargo este último instrumento había casi desaparecido en la década de los años sesenta, por lo que el gobierno del estado de Guerrero en una tarea de recuperación, reintrodujo el instrumento al repertorio de los sones en el municipio Tixtla, aunque algunos estudiosos opinan que no habían antecedentes de que el arpa se tocara ahí. El encargado de esta tarea fue Don Eduardo Bracamonte, originario de Cruz Grande quien inventó un nuevo repertorio: los "sones de tarima" de Tixtla.
Son los indígenas mixtecos quienes conservan el uso del violín, y también de la caja -ésta podría ser una sobreviviencia del instrumental de los marineros chilenos originales, ya que la caja o el "tapeo" sobre la caja del arpa se conocían en Chile-. Esta caja era originalmente de madera, de las que se utilizaban para transportar el jabón a lomo de bestia en la Costa.
Es un rasgo de los repertorio de sones del litoral del Pacífico mexicano la presencia de la despedida, y la chilena no es excepción. Especialmente cuando tiene letra improvisada, los copleros usan dos y hasta más coplas de despedida para finalizar.
Se ha mencionado que la chilena bailable se remata con un son, pero la chilena cantada-que no se baila, en consecuencia- probablemente terminará con una de estas coplas más o menos estereotipadas.
Despedida no la doy
porque no la traigo aquí,
se la dejé a mi morena
pa' que se acuerde de mí.
Voy a echar la despedida
la que echó San Pedro en Roma:
-entre tantos gavilanes,
¿quién te comerá paloma?
Voy a echar la despedida
por lo redondo de un peso,
me quieran o no me quieran,
¿qué templo se cae por eso?
Voy a dar la despedida
debajo de un chirimoyito:
le que tiene chichi, mama,
y el que no, se cría penchito.
Voy a echar la despedida,
la que echó Cristo en Belén:
-Adiós por todos los siglos
de los siglos amén.
La letra de una chilena consiste en un hilar de coplas alternando con un estribillo después de cada una o dos, y terminado por lo general con una o más coplas de despedida. Este tipo de chilena se canta al acompañamiento de las guitarras, ya que nunca se canta con la orquesta, a menos que sea, en últimas fechas, con la facilidad de un micrófono y sonido local.
Lo mismo que la zamacueca o cueca sudamericana, para Chile, la chilena, para la Costa mexicana se ha derivado de un prototipo que coreográficamente imitaba el cortejo del gallo con la gallina. "Cueca" o "clueca" (las dos palabras existen en los diccionarios) indican el estado frenético de la gallina cuando va a poner un huevo. Coreográficamente, al decir de informantes de la Costa Chica, se baila en tres partes: la primera cuando el gallo hace avances, la segunda cuando los hace la gallina y la tercera cuando se consuma la relación. Al bailar la chilena el hombre y la mujer, cada uno sostiene un pañuelo en alto en una mano, se acerca hasta casi tocarse los labios ladeando un poco sus cabezas para de repente dar un paso, cada cual a un lado, y pasarse espalda con espalda. Luego vuelven a sus puntos de partida frente a frente. Cuando viene el son se quedan frente a frente, volteándose un poco a un lado y otro, zapateando enérgicamente hasta que termina la música.
En las últimas décadas, la chilena mestiza-que se toca con guitarra (o guitarras) y requinto- ha tenido representantes que han alcanzado renombre por toda la República como compositores de canciones románticas, tales como los hermanos Ramírez (Agustín, Vidal e Indalecio) y Álvaro Carrillo. Con esto, la chilena ha sufrido influencias capitalinas que se notan principalmente en el estilo de acompañamiento, en cuanto a una riqueza de vocabulario armónico y un alarde de técnica guitarrística.
Anteriormente la región de arraigo de la chilena era mucho mayor, desde la Costa Grande al noroeste de Acapulco hasta la Costa Chica. La chilena se bailaba hacia el interior del estado de Guerrero, en la región de Tixtla, y probablemente en Chilpancingo también. Ahora se baila al acompañamiento de sintetizador y bajo eléctrico, sin que se pierda su sabor tradicional. Es un género mexicano que merece ser más conocido, a lado del son jarocho, el huapango, el mariachi y otros.
2 comentarios:
Hola Homo!
Bien impresionante tu investigación. Yo no soy experta en folclor chileno, pero puedo corroborar como ciudadana de este laaaaargo y angosto pedazo de tierra, que el baile nacional hoy es la cueca. Justamente el baile del gallo y la gallina se nos enseña desde chiquititos en los colegios (es bien difícil el pasito de base...), y claro, aunque este país supuestamente tiene varios símbolos patrios, la verdad es que al parecer, ninguno es de origen puramente chileno. La cueca y el pisco que atribuimos como nuestro son de origen peruano, las empanadas se comen en todo el mundo, y los asados son mejores en Argentina... y bué! que tanto...jajjaaa!!! La identidad nacional está bien dispersa justamente por ser un país taaaan relargo, y es que pueblos indígenas existen muchísimos. Cada uno con sus bailes típicos y costumbres diferentes, y es así como en diferentes meses del año, se van celebrando fiestas típicas a lo largo de todo el país (La Tirana en el Norte, el Rapa Nui, la celebración de la Pacha Mama en el sur con los Mapuches y tanta cosa que desconozco) Pero la cueca se baila siempre con un vaso de chicha de manzana en la mano, una gran empanada de pino chorrendo por la cara, un pedazo de papel higiénico en la otra mano (que reemplaza el pañuelo clásico de la cueca y sirve pa' limpiarse el juguito de la empaná') y se grita VIVA CHILE MIERDA cada 18 de Septiembre (uds celebran su día el 16 no?). De todas formas entre mexicanos y chilenos, hay muy buena onda, y que tanto...las fronteras ya no existen en este mundo... o así debería ser.
Saludos mi cumpa mexicano!!!
Alfonsina (...Cicuta O Maleza?...)
Estimado Homo Rodans (perdona, no conozco tu nombre):
Un comentario breve: la hipótesis de
Moisés Ochoca Capos, quien documentó la llegada del género al puerto mediante los marineros de una armada de guerra chilena que arribó ahí en 1822, es difícil de aseverar o, al menos, espuria. En Chile la zamacueca no se conoció hasta 1824 -en los únicos testimonios que tenemos de ella- así que mal pudo haberse expandido con ése nombre hacia 1822. Es posible que haya sido una influencia negra del Perú, directamente. También es posible que todo sea al revés: en realidad la zamacueca llegó a Chile antes de 1822 y por eso se fue con Lord Cochrane hasta México, pero ene ste caso necesitaríamos pruebas documentales, y no las tenemos todavía.
Suerte y gracias por tu nota.
Christian Spencer E.
Madrid-Santiago de Chile
Publicar un comentario