Hace unos días se conmemoró por primera vez en la historia de la humanidad, el día mundial contra la homofobia, convocando a hacer oir nuestras voces, exponiendo testimonios de discriminación y de violencia motivada por ejercer una orientación sexual distinta a la dominante.
Se abogó por vivir el valor de la tolerancia, suponiendo que la democracia es el camino para vivir en un mundo mas equitativo, en el que las diferencias no fueran menos, sino mas, que esta pluralidad de paradigmas que somos los seres humanos nos enrriquecen y que debemos romper con los viejos tabúes, prejuicios y abrirnos al mundo. Noble postura, pero insuficiente a mi parecer.
Alguna vez le explicaba a un amigo que la tolerancia la podía entender de la siguiente forma: cuando quiero ir a la playa sé que hay mosquitos, que estos podrían causarme molestias, pero como mi deseo de sol, arena y agua salada es más grande, TOLERO, que hayan mosquitos. Sinembargo, cuando uno de esos mosquitos que ya dije que toleraría, se posa en mi brazo para quitarme mi valioso líquido rojo, lo aplasto sin miramentos. Eso es la tolerancia.
Creo que lo que realmente necesitamos para erradicar la discriminación, y en el caso que nos ocupa, la homofobia, es vivir el valor del RESPETO. En los países en vías de desarrollo, vivimos una incipiente democracia, muy en pañales y en proceso de consolidarse, en el que las diferencias a penas comienzan a reconocerse, a salirse de la oscuridad para manifestarse con toda su riqueza, con una fuerza inusitada. Comparado con las naciones industrializadas, como en la Europa, observamos una democracia madura, entrada en años, que vive el valor del respeto de una forma envidiable.
Se respeta el árbol del parque porque lo asumen como un bien comunitario, por lo tanto no permiten que un vecino clave su letrero para ofertar algún producto en ese árbol de todos, y se le defiende con ahínco, no solo por la comunidad, si no por las mismas leyes que se promulgan para garantizar la existencia de aquello que se toma por valioso. Lo mismo pasa con los animales y por supuesto con nuestros congéneres. Por ello no afirmo que sea una condición indispensable, ser un país altamente industrializado, para poseer una economía fuerte, un sistema educativo competente y un nivel de desarrollo social alto, con total respeto a los derechos humanos. Aunque si influyen todos estos factores.
Aún entre los que somos minorías o ciudadanos de segunda, existe la discriminación. Rechazamos al que le gusta transformarse con su atuendo en mujer, al que en sus modismos es afeminado, al que está entrado en carnes, al obeso. No es coherente pedir que nos respeten si primero no aprendemos a vivir con estas diferencias interpersonales que nos hacen únicos y valiosos.
El reconocimiento del otro es lo que nos dá pistas de quienes somos, nos invita a descubrirnos con esa negación o aceptación en la que derivamos después de un contacto humano real y sin barreras mentales.
¿Realmente somos respetuosos como para exigir que nos respeten?
5 comentarios:
Yo creo que andamos missing the point es decir siempre va a existir una homofobia incluso entre la “comunidad gay”. Realmente deberíamos de olvidarnos de situaciones como dia mundial de la mujer, del gay o del pinche buga pambolero y dedicarnos a hacer dos cosas básicas:
No hacer a alguien lo que no quieres que te hagan a ti
Y tratar a tu vecino como te gustaría ser tratado.
Son simples pero al parecer cuestan un huevo.
Usted lo dijo en una sola palabra: "Respeto", ya lo mencionó hace muchos años un indígena de Oaxaca, "Entre los individuos como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz".
Saludos.
El Zórpilo.
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