Remontarme a trabajar de forma creativa con el barro, me llevó a conocer de cerca la visión del mundo que mis compañeras y maestras alfareras huaxtecas poseen, es traer al presente el cúmulo de experiencias y conocimientos que los ancestros les heredaron, aún mucho después de la llegada de los españoles a México.
El alfarero busca el terreno idóneo, las planicies colmadas de vegetación, con ojos expertos indaga la topografía del entorno. Cava con serenidad la madre tierra, temiendo herirla, arrancarle un sufrimiento por demás innecesario, con solemnidad la trata para ser tratado de igual forma. El azadón agrieta el suelo y dispersa los terrones de barro, claro y oscuro, que serán recolectados y trasladados al hogar en donde habrá que remojarlos en agua, contenida en los cazos y tinas metálicas predispuestos para este fin. Ahí reposan los despojos terrosos hasta que se les perturba con agitadas manos, que les destruye los nudos, aparta las moletas y agresivas piedras, hasta lograr una mezcla uniforme y espesa que será colada en ingeniosos embudos hechos con las bolsas de plástico en desuso, que se ocupaban para acarrear la dominical compra de víveres. Vuelve el reposo, esta vez ya sin la hojarasca, dotándo a las aguas estancadas de un color densamente parduzco.
El padre sol se encarga de aquí en adelante de la evaporación del líquido, días tras día asentará el barro hasta conseguir una pasta fresca y chiclosa al tacto. Comienza entonces el modelado, la pasta de barro se golpea para domar sus propiedades y darle la forma deseada. Las herramientas son nuevamente la improvisación. Se echa mano de láminas de aluminio, maderas y el propio barro para construir útiles instrumentos de devastación, pulido y acabado.
El tetlatl (piedra en el agua) es un trozo de barro cocido en forma de diminuto salchichón que se emplea remojado para darle acabado uniforme a las piezas. Con trozos de metal se devastan las piezas para retirar el exceso de barro y darles una forma definida, entre éstas destaca por su forma el tepozyahuali (fierro redondo), una especie de aro que sirve para redondear las vasijas. Otra herramienta indispensable son pequeños platos de barro,extendidos que sirven a manera de tornos, los cuales se hace girar agregando barro fresco y agua en la base.
Los motivos modelados en las piezas siempre tienen que referirse a la naturaleza, de una forma totalmente figurativo. El artesano expresa su profundo conocimiento y habituación a las formas de la naturaleza que lo rodea: las flores, las hojas, las plantas, los animales domésticos y los salvajes que habitan los montes, el movimiento de los astros, todo ello manejado con una sensibilidad destacada.
Cuando el artesano termina de trabajar el barro, guarda las piezas en la sombra esperando a que desaparezca todo indicio de humedad para continuar con la cocción. Nuevamente la madre naturaleza obsequia muestras de tierra, que diluídas en agua obtienen colores blanco y rojo, pigmentos naturales con los que se diseñan, empleando plumas de guajolote previamente preparadas, los motivos finales que darán vida a las obras. Este tipo de decoración llama la atención por dos razones, los dibujados expresados asemejan lo que en psicología se denominan mandalas, recursos psicológicos de sanación espiritual y por otra parte el producto final será dotado de un color poderosamente lustroso y original.
Las piezas se colocan cuidadosamente en hornos en forma cilíndrica hecho de barro y zacate seco, los cuales tienen una pequeña boca-umbral uterino-en la parte inferior, donde la suave caricia del fuego abrazará al barro, le pondrá a prueba, le revestirá de dureza y acaramelado color. Retazos de piezas fallidas son reciclados para "tapar" la pila de piezas nuevas, para evitar que el calor que ascenderá minutos mas tarde escape y junto a él, sus bondades sobre el barro.
La hoguera encendida en la boca del horno se consume lentamente para depositar en el fondo del horno las vivas brasas, para que el calor ascienda y recorra cada una de las piezas. Previo al primer fuego, le depositamos una ofrenda, consistente en hojas de aguacate, hierbas olorosas (cuya savia es abrasiva), chile piquín seco, tabaco, cal y cenizas. Las propiedades de cada elemento ofrendado es que son sustancias "fuertes" que repelan la acción de las energías negativas. Persiste la superstición de que si se tiene enemistades con los vecinos, se ofende a la naturaleza o a una persona en todo este proceso de crear piezas de alfarería o si algún vecino sufrió la mordedura de una serpiente, inevitablemente afectará el horneado, destruyendo las piezas.
Las múltiples hogueras que nutren al horno se repiten por varias horas, alcanzando temperaturas de 2000 grados centígrados. Las piezas son sacadas del horno al amanecer y se reparten entre los propietarios que al no poseer un horno familiar en la parcela, son convocados en solidaridad para cocer sus modelos con los anfitriones.
En la actualidad hay dos vertientes en los acabados de las piezas: quienes conservan la forma tradicional de decorar con pigmentos naturales y quienes hacen uso de pinturas vinílicas y barnices, dotando a las piezas de nuevas dimensiones plásticas.
El huaxteco a través del arte de la alfarería produce bienes utilitarios dotados de la sensibilidad y cosmovisión del grupo cultural, a la vez de que obtiene de este oficio renumeración económica que permite subsistir a los alfareros junto con su obra, que son los beneficios inmediatos. Sinembargo también regula las relaciones con el resto de los miembros de la comunidad, con el vecindario, y con otros grupos sociales. Es legado a las siguientes generaciones, a través de la observación participativa de los más jóvenes, las tradiciones, supersticiones, creencias y experiencias del grupo, razón por la cual aún persisten estos métodos rústicos de producción alfarera.
En un mundo global, donde se uniforman pensamientos e identidades, los huaxtecos se resisten a la inserción voráz del sistema globalizado, defendiendo su identidad cultural como grupo, frenando a lo que la "gente de razón" llama "modernización", ganando tiempo para digerir, asimilar y aprovechar las nuevas tecnologías de trabajo. Al final, solo adoptarán lo que desde su cosmología, refuerze sus conocimientos y preserve su tradición.
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