viernes, julio 14, 2006

Supermercado Makro.

No es verdad que la emoción perdure.
Más chance de perdurar tiene la decepción,
pero tampoco. Esto es un puente,
cuando todavía no es de noche
de aquél lado parpadea un letrero de neón.
Hay una playa de estacionamiento,
unos pocos autos, una cúpula de hierro.
Se corta el chorro de mucosa que lanzaba
un canalón desde lo alto a un pozo;
suena ahora un silbato. Antes de llegar acá
visitamos una iglesia que se impone
por altura y estilo a las barracas del sur;
admiramos el ábside, la pila bautismal,
y en un vitral que absorvía la última luz
nos pareció ver que un rostro
a punto de asomar se disipaba. Así también
sobre estas negras aguas drogadas
ningún espíritu puede agitarse
ni permanecer o resbalar el reflejo
de las siluetas que cruzan el puente.
No hay, por genuina que sea,
entre las torres de hormigón que acá y allá
suben al cielo, impávidas, una sola
que el roce de un ala no pueda derribar.

D. G. Helder.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Nada es tan fuerte que no pueda derribarse.

Saludos fortificados.

El Zórpilo.