martes, julio 18, 2006

Para viajar.

Para tomar el ómnibus en una esquina
hay que dejar que nos crezcan las espuelas,
la coraza de piel de cocodrilo
y una espada de hierro y mucho óxido.



Entonces sí, montar en las butacas
domando el pasamanos con las riendas
y apearse en una esquina,
renovados.


Y así todos los días,
cada mes,
volar en los corceles de las ruedas
con la cabeza tras la ventanilla
y los ojos atentos al semáforo.
Que a veces aparecen los molinos
(los gigantes de aspas remolinos)
y hay que frenar de golpe
y acecharlos.


Para tomar el tren,
la misma cosa,
excepto por el ruido del silbato
cuando leva las anclas y navega
por las vías pringosas de la sal fina.


Y hay que aferrarse bien a los vagones
sobre todo cuando sube la marea,
que a veces aparece Moby Dick
revolcándose feroz en los andenes
y hay que saltar a la estación con los arpones
y soga resistente en los bolsillos.


Para viajar
hay que tener mucho cuidado.

Susana Lage.

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