Como bien se ha subrayado, no existe un criterio uniforme para delimitar la Huasteca. Sin embargo, un sector muy numeroso de estudiosos afirma la existencia de cinco huastecas: sobre la hidalguense, la potosina, la tamaulipeca y la veracruzana no hay discrepancia; pero sí existen diversas opiniones sobre la quinta, pues se deja fiera de porciones de Guanajuato, Puebla y Querétaro.
No obstante los límites políticos, la Huasteca constituye un ecosistema bien definido, dentro del cual coexisten dos nichos ecológicos: el serrano y el de la planicie. Sus límites naturales son: al este, el Golfo de México; al oeste, la Sierra Madre Oriental; en el sur, el límite natural es una franja habitada por huastecos y totonacos, entre los ríos Túxpan y Cazones. Hay discrepancias sobre el límite natural del norte. Para unos es Tampico y la desembocadura del río Pánuco; para otros, ese límite se sitúa mucho más al norte; hasta la desembocadura del río Soto la Marina.
La Huasteca y algunas regiones del Caribe cuentan con un régimen excepcional de lluvias, de temperatura y de humedad ambiental; por ello la producción agrícola es diversa. Aquí se producen dos y a veces tres cosechas de maíz al año, en tierras de temporal. Se cultiva, además, frijol, hortalizas, así como una gran variedad de frutales. La agricultura comercial también es muy diversa, entre otros cultivos, se produce café, caña de azúcar, cítricos, chile y sorgo.
En la laguna de Tamiahua y en otras partes la pesca es una actividad de primer orden. En algunos municipios la explotación forestal es sobresaliente, entre otros más, yacimientos de diversa índole dan trabajo a la población. Pero, además de la agricultura, el renglón ganadero es el más importante, seguido muy de cerca por la explotación petrolera. La ganadería y el petróleo son fuentes de riqueza, pero también han propiciado el deterioro del medio ambiente huasteco y han sido causa de graves conflictos sociales. En nuestros días, la industria, el comercio y los servicios crecen de manera acelerada.
Antecedéntes históricos.
A pesar de la carencia de fuentes escritas y pictográficas, la arqueología informa que esta gran zona ha estado habitada, interrumpidamente, por lo menos, desde hace 4 500 años y hasta nuestros días, con huellas de población agrícola desde los 1600 o 1500 a. C. La cultura huasteca, como otras sentadas en Mesoamérica, estuvo influenciada por la olmeca; al mismo tiempo compartió elementos culturales con habitantes nómadas de lo que hoy es el norte de México y el sur de los Estados Unidos de América. Entre el 200 y 700 d. C., esta cultura se relacionó con la Totonaca-su vecina del sur-, y con la teotihuacana asentada en el altiplano central. Después de los 700 d. C., arribaron a la zona grupos toltecas-del altiplano-que se fusionaron con la cultura local y dieron lugar a una todavía más rica y compleja civilización.
Tras la caída de Tula, la penetración nahua continuó. En los últimos siglos de la época precortesiana, los tenochas-de habla náhuatl también-, conquistaron casi todo el sur de esta región. Esta conquista obligó a que sus habitantes pagaran tributo al imperio azteca; entre otros productos enviados se cuentan: mantas, plumajes, diferentes tipos de pescado y jícaras.
La linguística corrobora el asentamiento de población nahua en dos periodos distintos, al señalarnos que existen dos variedades de la lengua mexicana. Entre otras diferencias, en la sierra predominan las terminaciones con tl, en tanto que en la llanura, se caracteriza la t final. Por otra parte, esta disciplina nos informa que la lengua huasteca pertenece al tronco maya, si bien su desarrollo transcurrió de manera independiente.
La Huasteca prehispánica, tal como sucede en nuestros días, se caracterizó por ser una región multiétnica donde convivían representantes de la cultura tének o huasteca, nahua, hñahñú u otomí, tepehua y totonaca. Los informantes de Sahagún dejaron asentado que en la tierra de los huastecos o pantecas había toda clase de provisiones, muchas especies de frutas, toda clase de algodón y flores.
Con sistemas agrícolas basados en el temporal y en el maíz como principal cultivo, este territorio poseyó una economía mixta que incluyó, también, la caza, la recolección y la pesca. El pescado salado fue uno de los prodcutos de intercambio más importantes, especialmente para las poblaciones que vivían en las proximidades de la laguna de Tamiahua. Tierra de abundancia, la Huasteca mantuvo una población de buenas proporciones que alcanzó un alto grado de desarrollo.
El primer español que entró a la zona fue Hernán Cortés. Cuando el conquistador de México partió a la expedición de las Hibueras, el rey de España nombró a Núño de Guzmán gobernador de la provincia y río de Pánuco. Este personaje permaneción en el cargo entre 1526 y 1533, año en que fue destituído por la propia corona española. Los siete años de Nuño Guzmán en la Huasteca fueron terribles; herró a 10 000 indios y los envió como esclavos a las Antillas, entre otras atrocidades.
En 1579 se formó la Alcaldía Mayor de Santiago de los Valles de Oxitipa, con sede en lo que hoy es Ciudad Valles. Esta Alcaldía Mayor controlaba más poblaciones huastecas que las anteriores divisiones administrativas. Por esos años, los indios habían sido expulsados de las fértiles tierras de la llanura y obligados a refugiarse en los montes. Esas migraciones forzosas, junto con otros factores, como la esclavitud de indios, las nuevas enfermedades, los trabajos forzosos y la destrucción de la organización política y social que prevalecía antes de la llegada de los españoles, contribuyeron a una drástrica baja de la población media. Vale la pena recordar que, además de pagar tributo, los indios debían trabajar sin renumeración en los campos agrícolas y en la construcción de toda clase de edificios.
La escasa mano de obra indígena fue compensada con trabajadores esclavos provenientes de África. La introducción de negros propició un mestizaje racial y cultural acelerados. Por ejemplo, a finales del siglo XVl, en la región de Pánuco vivían negros y negras esclavos (algunos casados con indios), zambos, mulatos, españoles y mestizos. A finales del siglo XVlll, en Tamiahua, la proporción de pardos-población mezclada con ascendencia africana- era de casio el 90% en tanto que los españoles no llegaban al 8% de la población. Los negros y sus descendientes mezclados, pues, contribuyeron a delinear el nuevo rostro cultural de la Huasteca. Durante la época colonial la ganadería fue una actividad de primera importancia. Entre los siglos XVl y XVlll, la Huasteca exportó cecina de res y ganado mular y caballar a diversas regiones mineras y ciudades. Otro renglón económico importante fue el cultivo y transformación de la caña de azúcar. Durante el siglo XVl, la admisnitración de los trapiches estaba a cargo de españoles, pues esta ctividad estaba prohibida a los indios. Sin embargo, desde el siglo XVlll y hasta el fin de la Colonia, entre los indios se fue incrementando el cultivo de la caña de azúcar, a producción de melaza, piloncillo y también su comercialización.
La pesca perdió importancia durante la Colonia debido a la expulsión de poblaciones indígenas ribereñas. Sin embargo, Tamiahua fue un puerto comercial de importancia; este lugar combinaba caminos de herradura con vías fluviales, lo cual dinamizaba el comercio entre la Huasteca y itras regiones del interior y de la costa del Golfo.
Con la Independencia la tierra cambió de dueño, como sucedió también en otras partes del país. La Iglesia, la Corona y particulares españoles se vieron forzados a dejar o entregar sus propiedades, cuando se hizo efectiva la secularización de los Bienes de Manos Muertas. Esas medidas del gobierno de Valentín Gómez Farías, contribuyeron a consolidar un sistema político y social sustentado en codueñazgos y cacicazgos, peculiares formas de concentración de la propiedad de la tierra.
Bajo este sistema, la actividad económica dividió a la región en dos partes: la planicie y la sierra, la primera se destinó a la ganadería; la segunda a la agricultura. El éxito de la ganadería en zonas no costeras-como la Villa de los Valles-determinó la urgencia de conseguir tierras para ese fin; tal cosa se logró a costa de la población indígena, que fue empujada a concentrarse en la porción serraba del sur de la Huasteca. Las leyes de Reyorma, de mediados del siglo XlX, proporcionaron un marco jurídico para despojar a los indios de sus propiedades comunales, destruyendo así pequeños reductos indígenas dispersos en todo este territorio. En resumen, muchas comunidades indígenas desaparecieronen el siglo XlX, al expropiarse su tierra y convertirse su población en jornaleros, es decir, en mano de obra que alquilaba su trabajo. La pérdida de lñas propiedades comunales indígenas no ocurrió sin manifestaciones de resistencia y reivindicación.
En la Huasteca del siglo XlX quienes detentaban el poder económico y político eran familias de grandes propietarios, de codueños y caciques; eran ellas las que controlaban la producción y comercialización de productos, así como la vida regional, mediante sus vaqueros y otros empleados que hacían las veces de ejército y policía privados. En vista de un pder tan absoluto, no es de extrañar que hubieran surgido proyectos autonomistas; por ejemplo, en 1832, en Huejutla, se da un levantamiento que demanda la creación de una Provincia de las Huastecas. En ese mismo año, en San Luis Potosí, el general Esteban Moctezuma propone la creación de un Estado Huasteco. En 1872, por iniciativa de la Huasteca Potosina, se solicita la fundación del Nuevo Estado de Moctezuma.
Por otra parte, las estructuras agrarias prevalecieron y el poder económico y político centralizado en pocas manos fue determinante para crear una cultura husteca dual: por una parte, una cultura indígena, de resistencia, con expresiones colectivas destinadas, en última instancia, con expresiones colectivas destinadas, en última instancia, a conservar la identidad étnica. Por la otra, una cultura mestiza, extrovertida, con énfasis en el lucimiento de habilidades individuales y en una buena proporción destinada al esparcimiento. Ambs culturas naturalmente se influyeron, pero al fin de cuentas permanecieron separadas hasta nuestros días.
La revolución mexicana determinó cambios estructurales en muy diversas partes del país, sobre todo por lo que se refiere a la tenencia de la tierra. Pero esos cambios no sucedieron en la región, a pesar de que en el movimiento armado participaron lo mismo terratenientes que indios y mestizos pobres. De hecho, como lo han advertido historiadores, en diversos puntos de esta zona fueron los terratenientes quienes hicieron la Revolución.
En 1937, durante el gobierno de Lázaro Cárdenas se promulgó la Ley de Inafectabilidad Ganadera. Esa ley, jnto con el apoyo del Estado a las asociaciones ganaderas y el reconocimiento de sus miembros como interlocutores en las disputas regionales, fueron determinantes para ir perfilando en la Huasteca un conflicto que se prolongó hasta nuestros´días; sus protagonistas fueron los ganaderos, por un lado, y por el otro los agricultores de las pequeñas propiedades, de los ejidos, de las tierras indígenas comunales, así como los jornaleros sin tierra. Un análisis de prense indica que, entre 1975 y 1980, diarios nacionales o estatales registraron 144 veces otros tantos hechos violentos debidos a conflictos agrarios.
A partir de los años 60 comenzaron a ser demantelados los latifundios ganaderos de la Huasteca. Entre otros factores para ese cambio (tardío) de estructuras agrarias, se cuentan la fuerte presión de campesinos e indígenas demandantes de tierra y el término de tiempo que amparaba los certificados de inafectabilidad ganadera. La ganadería en sí no es una actividad negativa, por el contrario, bien administrada posee un enorme potencial para producir riqueza social. Se convierte en una actividad conflictiva cuando se practica en grandes extensiones de terreno, a costa de tierras agrícolas rcas y productivas.
La Huasteca de nuestros días.
Como pocas regiones del país, la Huasteca posee una alta complementariedad productiva, gracias a sus dos nichos ecológicos: la sierra y la planicie. Por otra parte, es de gran importancia nacional, devido a sus recursos naturales y a su producción industrial, energética y agropecuaria, y, sobre todo, a su enorme riqueza humana.
Los grupos indígenas que habitan la región en la actualidad son los mismos de la época prehispánica: tének o huastecos, nahuas, hñahñús u otomís, tepehuas, pames y totonacos. Sin duda los tének o huastecos, junto con los nahuas, son los mas numerosos e importantes de esas seis etnias.Hoy los tének ocupan una pequeña franja del que fuera su territorio histórico y en diversos puntos lo coparten con los nahuas, quienes están asentados en una zona mucho más amplia.
Los grupos indígenas, especialmente los nahuas y los tének, han desarrollado sistemas de cultivo que no agreden al medio ambiente. Este tipo de agricultura forma parte de una visión del mundo que contiene gran respeto por la naturaleza; dentro de ella, se ubica la creencia en seres sobrenaturales que rpotegen el agua, la tierra, los cerros, etcétera. En esta perspectiva, pues, existe una unidad indisoluble: naturaleza-etnia-sobrenaturales.
Congruentes con su visión del mundo, los grupos indígenas, inmersos en una cultura de resistencia, mantienen la música y las danzas como parte de sus prácticas simbólicas relacionadas con la agricultura y con la historia del grupo. Se afirma que los rituales en torno al maíz se han llevado a cabo sin interrupción desde la época precolombina hasta nuestros días.
La población mestiza, por su parte, también organiza la vida cotidiana y festiva en torno a su más importantes actividades: la ganadería y la agricultura. La rica cultura popular de este sector mayoritario es producto de su pasado y presente multiétnicos. Los grupos mestizos, con el huapango y con sus instrumentos musicales asociados, lograron elaborar una música de refinado balance vocal e instrumental, en el que se produjo una feliz asimilación de elementos provenientes de diversas culturas. Como música, el huapango huasteco es, quizá, el género más complejo y sofisticado que ha producido el pueblo de México. Otra expresión sobresaliente que cultiva la pobación mestiza es la poesía. Sextinas, quintillas, décimas-y excepcionalmente cuartetas-. son formas que manejan con suma destreza los poetas populares de la Huasteca y de sus zonas de influencia. Entre la poesía creada y recreada destacan las décimas y quintillas por la creatividad que revelan, tanto en el admirable uso de la lengua española, como en su contenido el cual puede cubrir temas filosóficos, políticos, satíricos, humorísticos, de amor al terruño y muchos otros.
La música indígena y la mestiza reflejan la historia de esta región; amnas son distintas y distantes: provienen de culturas aparentemente opuests de la época colonial. No obstante, bien miradas, ambas comparten eementos de vital importancia. Quizá por ello la gente de la Huasteca tiene un alto sentido de pertenencia regional.
Un factor cultural que unifica a los habitantes de la huasteca es el cultivo del género llamado huapango o son huasteco, al cual se asocia un trío de instrumentos integrado por un violín, una guitarra quinta o huapanguera y una jarana huasteca. El violín tiene la misma forma y tamaño que el de concierto. La guitarra quinta o huapanguera es in cordófono de mayor tamaño que la guitarra sexta, muy sonoro, con cinco órdenes de cuerdas, tres dobles y dos sencillos; es característico de la huapanguera el que se alterne el rasgueo con el punteado. Por su parte, la jarana huasteca es un instrumento armónico de menor tamaño que la guitarra sexta, con cinco cuerdas que muy pocas veces se puntean. Habría que mencionar otro instrumento musical asociado al huapango: la tarima que sirve al zapateo.
Jaranas y huapangueras provienen de la antigua guitarra española de cinco órdenes de cuerdas que se desarrolló durante los siglos XVl y XVll y se utilizó en toda Europa, especialmente en España, Italia y Francia. El éxito de esta guitarra se debió a ciertas innovaciones, como el rasgueo de acordes, con lo cual se facilitaba en gran medida la interpretación. Con la vihuela (el intsrumento cortesano por excelencia), el acompañamiento del canto requería puntear las cuerdas, lo cual era un procedimiento mucho más difícil y complejo, pues se asociaba a contrapuntos de difícil ejecución. A decir del estudioso Lucas Hernández, con el tiempo se logró una síntesis entre la forma de ejecución rasguedad y la punteada, estilos que pasaron a la música popular; un ejemplo concreto se encuentra en la interpretación del huapango huasteco.
La jarana y la huapancguera coparten características con la guitarra española de cinco órdenes, con la vihuela de esa misma procedencia y con muchos otros cordófonos desarrollados en América Latina. No obstante, también poseen elementos originales. Uno de ellos, como lo ha señalado el investigador Lucas Hernández, es la peculiar afinación de la jarana huasteca, sin antecedente europeo. Otro más es el llamado "mánico", "azote" o golpe sobre las cuerdas de la huapanguera. Para el músico Jesús Echeverría, esa peculiar modalidad de ejecución es un aporte que no se ha valorado lo suficiente.
En las culturas indígenas, los tres instrumentos mencionados, a veces dos de ellos, se asocia no sólo con el huapango, rancheras y otras melodías del repertorio nacional, sino con las solemnes danzas interpretadas con un profundo sentido religioso. Por ejemplo, los pames, para algunas danas y minués (música religiosa solemne), utilizan violín y guitarra quinta. Los conjuntos intrumentales nahuas y tének están compuestos por jarana y huapanguera o bien por este instrumento y violín. Estos dos grupos indígenas asimismohan desarrollado otros instrumentos cordófonos,tales como la jaranita, el arpa y el rabelito. Además, losgrupos indígenasde la región utilizan otros conjuntos instrumentales,comola banda de viento,las chirimías con el tambor grande y la flauta de carrizo con el tamborcillo.
El huapango es una tradición compartida por los habitantes de la Huasteca,no importa su origen étnico. Ese vocablo posee cuatro significados: 1) la tarima o lugar dek baile donde se zapatea; 2) el conjunto de músicos con sus instrumentos; 3) la música,o sea los huapangueros y otras piezas; 4) la fiesta o fandango,es decir,elbaile público, alaire libre, donde puede participar la comunidad rural entera. Las mismas acepciones tiene la palabra mariachi,cuyo origen también es probablemente indígena.
Sea cual fuere el origen de la palabra,el son hausteco o huapango es un hermoso género,producto de un sincretismo cultural que a lo largo de varios siglos reinterpretó música indígena, española,africana y de otras procedencias,logrando al final una expresión diferente,extremadamente compleja,plena de retos interpretativos y de vitalidad.
Casi todos los huapangos están concebidos en tonalidades mayores, salvouos cuantos compuestpsen menores. "La petenera","La malagueña" y "El Fnadanguito" forman parte del repertorio en tonalidades menores.Este género musical es de tiempo muy vivo y mezclacompases de 6/8, 3/4, 2/4 y otros, con valores irregulares. La polirritmia del hupango (es decir,dos y a veces tres ritmos con métrica y acentuación distintas,pero interpretados simultáneamente) se produce mediante el concurso del violín,la jaranahuasteca, la guitarra quinta o huapanguera, lasvocesy elbaile de parejas,con su zapateado,taconeo y escobilleo.
El cantose caracteriza por la alternancia de voces en un registro alto; tambiénpor el ffecuente udo del falsete como pñarte de las distintas ecantuaciones que seproducen en el transcurso de una interpretación y como un adorno más de este complejo género. Otra singularidad es que ninguno posee una letra fija; cada interpretación es distinta, en el sentido de que su contenido poético es diferente,aunqueadecuado a la música y altema del huapango en cuestión. Los versos que entonan los trovadopres generalmente son octosílabos, en forma de sextinas o quintillas (también llamadas trovos);en este género musical son raras las cuartetas. Durante el canto, al ser repetidos los versoso,las quintillas y sextinas se convierten en estrofas de ocho versos.
Los músicos y su auditorio utilizan los llamados "versos sabios"-es decir,los que forman parte del repertorio poético tradicional-, al lado de los que se componen para la ocasión. Comolos versoso sueltosson los más sencillos de trovar, se utilizan con mucha frecuencia en la improvisación poética,que puede producrise entre dos o tres músicos, o bien,entre éstos y alguna persona del auditorio. En la interpretación del huapango puede ocurrir un duelo poético propuesto por los escuchas. Hay que subrayar el papel del auditorio,pues su respuesta, su intervención, es muy importante.
Como bien se ha dicho,el huapango revela mucha imaginación. Habrá que agregar que una parte destacada de su esencia es la constante improvisación.
Los grupos indígenas de la Huasteca naturalmente comparten el gusto por el huapango descrita líneas arriba. Hasta hace muy poco, sus fiestas y ceremoniasremataban con un baile comunal en el que este género era indispensable. Pero además existe otra clase de huapangos indígenas por medio de los cuales se expresa la comunión entre naturaleza y sociedad étnicas. Por ejemplo, forman parte del repertorio propio de los días de Carnaval y de Xantolo; también están presentes en las danzas y otras expresiones rituales que acompañan las ceremonias agrícolas; este huapango indígena no se canta,es instrumental.
Artículo transcrito de la revista Regiones de México No 1. Artículo de Irene Vázquez.
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