En el momento en que la voluntad descansa y surge la contemplación, el simple ver y entregarse, todo cambia. El hombre deja de ser útil o peligroso, interesante o aburrido, amable o grosero, fuerte o débil. Se convierte en naturaleza: es hermoso y notable como todas las cosas sobre las que se detiene la contemplación pura. Porque contemplación no es exámen ni crítica, solo es amor. Es el estado mas alto y deseable de nuestra alma: el amor desinteresado.
Hremann Hesse. Mi credo.
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