Concluyo mi etapa como burócrata, por fin podré retomar mis planes personales, he aprendido mucho de esta experiencia, y hoy como nunca me siento fortalezido y seguro de mi pasos. He empacado ya mis cosas, el próximo fin de semana terminaré de trasladarme de nuevo provisionalmente al departamento de mi madre.
Este año que inicia será decisivo en mi vida, así lo veo y así lo deseo.
Extrañaré a Mamá Conchita, a Eli y a Iván, mis confidentes, mis hermanos del alma, mis amigos.
Echaré de menos el abrazo preciso, el apapacho espontáneo y la sonrisa sincera de Gersom. Los pies jamaiquinos de Tania, la energía para exprimirle el jugo a la vida de Isabel. Aunque en un inició miré estéril la ciudad donde trabajé cerca de dos años, ahora veo que germinaron bellas amistades, de esas en las que no hay temor de compartirse en una pluralidad de formas. Mis experiencias humanas son ahora mi fortaleza.
Y también ¿porqué no? extrañaré los conflictos laborales, el mal aliento, la calumnia, el palabrerío, el hastío, porque de ello corrí mi cuero. Aprendí a quitarles el poder de lastimarme.
Me excita la idea de volver a vagabundear, cargaré la mochila al hombro y me lanzaré al vértigo de la aventura, miraré otras caras, tocaré otros corazónes, o quizá solo uno, el que yo quiero, el que deseo, el que más amo sobre todos los corazónes en este momento.
Nuevamente me dejaré arrastrar, iré a donde quieran ir mis pies, el universo me pondrá en el lugar y en el momento indicado, me abriré sin reservas para recibir el calor de un nuevo día.
Caminaré por Oaxaca, Puebla y Veracrúz, si me encuentran en la calle no duden en acercarse sonriendo a mi encuentro, que yo les recibiré con los brazos extendidos.
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