Las cosmovisiones son innumerables porque se forman con jirones de historia. Su pluralidad nos remite a la compleja aventura del hombre, a la multitud de los caminos recorridos por la especie sobre la fragosa superficie de la tierra. Hoy -tal vez como nunca, en este vértice histórico que vivimos- es necesario que nos conozcamos profundamente, y el conocimiento de nuestro ser, de nuestro pensamiento, nos plantea una nueva dimensión de la historia universal: la que nos ubica como un otro en la comunidad de los otros. Hoy, para forjarnos una idea más justa de nuestra realidad, es necesario que nos despojemos del viejo claustro particularista, de la obsesión malsana de ser los poseedores exclusivos de la verdad. El pensamiento ajeno ya no puede sernos indiferente: con él nos descubrimos un rostro novedoso; lo ajeno nos muestra insertos en la complejidad de lo diverso.
Alfredo López Austin. La concepción del cuerpo mesoamericano.
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