Todos somos peregrinos, todos, sin excepción [...] Desde el pueblo nómada más antiguo hasta los que hoy hacen viajes de placer, desde las expediciones de piratería hasta los viajes de exploración más recientes, el ansia de desplazarse ha prevalecido siempre, sean cuales fueren sus motivos [...] Que vaya al bar de la esquina o que haga un viaje alrededor del mundo, es igual: me estoy desplazando. Y conmigo se desplazan todos los animales [...] Nuestra vieja Tierra nos ofrece el primer gran ejemplo. ¡Un instinto, una ley natural! Por más cansado que estés, tienes que seguir siempre adelante [...] Y todo el mundo se regocija de ello en secreto, aunque nadie se lo confiese a sí mismo. Hay muchos que ni siquiera lo saben. Los hay también que por haber corrido mucho mundo no desean seguir peregrinando, o que están en cama, enfermos, o que por cualquier otra razón no pueden viajar más: éstos son los que viajan en el interior de su mente, en su imaginación, y también suelen llegar lejos, muy lejos [...] pero permanecer inmóvil [...], imposible. Es algo que no existe.
Alfred Kubin. La otra parte.
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