Me presenté con el presidente de servicios municipales de mi centro de trabajo, con la esperanza de que, dada la cercanía del día mundial de la lucha contra el SIDA, organizaríamos algunas conferencias, eventos, manifestaciones o ya mínimo, que los servicios de salud mostrarían interés en difundir el mensaje de la prevención, palabra que desgraciadamente en México no conocemos. Nada, la respuesta fué: "El centro de salud ha solicitado un par de mantas con un mensaje referente al tema". Con la aptía inicial con la que me escuchó el señor director, se volvió a revisar la faja de boletos para el baile que ese fin de semana el municipio organizaría. Creo que pequé de ingenuo, a 21 años de que el mundo conoció el SIDA, poco hemos ganado en la toma de conciencia de esta enfermedad. Y con seguridad no sólo es un fenómeno exclusivo de los jóvenes, la indiferencia con la que mis superiores se mostraron ante el tema, me habla de una actitud venenosa.
Y ha sido en ese rubro en el que ls campañas de prevención han fallado, saturamos los medios masivos de comunicación con toneladas de datos y mensajes para frenar el contagio, y aún con la cantidad de información, nos seguimos infectando, no cambiamos nuestros hábitos, seguimos consolándonos con el: "a mí no me va a pasar". Y cuando menos nos lo esperamos, aquéllo que se veía tan lejano a nuestra realidad, aquéllo que sólo pasaba en la pantalla del televisor, se encuentra viviendo a lado nuestro, viviendo en tu mejor amigo, en tu tío, en tu primo, en tu amante. Nos enfrentamos a una realidad que inicialmente nos cimbra, nos hace abrir solo un poco los ojos. Pero no debe ser necesario que se cumpla esta condición para comenzar a analizar las actitudes que tenemos acerca de nuestra sexualidad , y la forma en la que actuamos aen consecuencia.
Dentro de unos años el Continente Africano estará enteramente infectado del VIH. Ni las superpotencias, ni los países industrializados, ni los mass media, ni los gobiernos, ni los grandes corporativos farmacéuticos han mostrado un real interés en conjunto, para tomar cartas en el asunto. Y aunque no queramos mirar esa realidad con ojos de político, cada vez se hace mas imperiosa la necesidad.
Esa apatía observada por los organismos internacionales (no todos, claro) la podemos comparar con la que en privado, vivimos con nuestras prácticas sexuales. El rechazo a usar preservativos, la oposición de la iglesia, de los grupos ultraconservadores, la ignorancia, la falta de incluir esta información en las currículas educativas, son los enemigos a vencer porque violan nuestro derecho a la información, a la toma de decisiones.
Es así como en la historia de las campañas de prevención en nuestro país tomó inicialmente una actitud, de atemorizar a la problación. En esta lógica, si lograban asustarnos lo suficiente, haría que buscáramos información o que simplemente evitaramos contactos sexuales altamente riesgosos. Pero sucedió lo contrario, los primeros conocimientos que se tenían del tema, atribuían la enfermedad exclusivamente a las minorías sexuales, promoviendo con esto, la violación de sus derechos y acrecentando una exacerbada discriminación por orientación sexual. La ignorancia respecto al tema fué un condicionante del fracaso de estas incipientes campañas.
Dado el fracaso de estos primeros intentos y el vertiginoso crecimiento en las cifras del contagio,en 1987 las campañas comienzan a proporcionar información para romper los mitos generados alrededor de la enfermedad, se promocionó la monogamia como principal recurso y el uso del condón o preservativo se aconsejaba como alternativa.Algunos intelectuales sensibilizados por los estragos que comenzaba a hacer la pandemia, comenzaron a darse cuenta de la importancia que tenía el dar información precisa, la enfermedad pasó entonces de ser visto como un problema moral, a un problema de salud pública. Por ello comenzaron a diseñar campañas preventivas mucho más explícitas que desgraciadamente fueron duramente criticadas por los grupos conservadores y los principales medios de comunicación se negaban a transmitir los spots en sus medios. La censura de entonces detuvo este segundo movimiento en materia de campañas de prevención.
Para 1989, se cambia nuevamente de filosofía debido a un creciente interés por la población en general a cerca del SIDA y a una decidida participación de ONG's, intelectuales, artistas, grupos religiosos y estudiantes universitarios. Las siguientes campañas fueron aún más explicitas, con juegos de palabras y el uso de testimonios, cuyo mensaje enfatizaba una actitud más activa dirigida a la prevención. Se le dió una atención preferencial a las mujeres debido a que las estadísticas apuntaban que era la población cuyas cifras crecían alarmantemente.Se les pedía que exigieran a su(s) compañero(s) sexuales el uso del condón, ya no como alternativa, si no como principal forma de prevención.
Para 1992, se comenzó a abordar el tema con un equipo multidiciplinario cuyas reflexiones dejaban en claro que las campañas estaban siendo repetitivas y que no proporcionaban información novedosa a cerca del tema, lo cual se traducía en desinterés por parte de la población, la mayoría de la gente no se sentía en riesgo, por lo que se hacía necesaria una intervención cara a cara. Así mismo se analizó la diversidad étinica, social y religiosa de nuestro país, por lo que era necesario proponer alternativas para todos. Esto es, focalizar los diseños dependiendo del grupo al que se quería llegar.
Estos cambios en la forma de promover la importancia de la prevención del VIH-SIDA, se sigue perfeccionando con las experiencias que se han acumulado y al haber puesto los ojos en las campañas de prevención alrededor del mundo, como Brasil. Hoy día, las campañas han tratado de llegar a la parte más profunda de la personalidad de la población (actitudes, escalas de valores, toma de decisiones, etc.) y se han dividido las campañas en grupos vulnerables. Por supuesto eso no quiere decir que se haya cubierto el objetivo, aún tenemos censura, la opocisión de ciertos sectores de la población con el respaldo de la actual administración federal, aún no se han diseñado verdaderas campañas para la población homosexual y bisexual.
Para concluir, alguna vez cuestioné a algunos profesionistas de la salud pública, y es muy triste constatar que ni siquiera nosotros que tenemos la información, que vivimos con familiares o amigos infectados con VIH y que nos dedicamos a la prevención, hemos podido cambiar nuestras convicciones y actitudes personales de protección. Por cierto, mis jefes son panistas.... ¿acaso nos dice algo su partidismo?
(para mayor información, consulta los números anteriores del Suplemento Letra S de la jornada)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario