

 Me gustaba jugar con las cochinillas, molestarla hasta hacerlas rosca, y esperar, pacientemente, a que desdoblaran su dorso patuno para volverlas a enrollar con los dedos frágiles, cautos. la palma de mi mano convertida en un pozo,en la cóncova cancha de futball donde rebotaba la infortunada cochinilla.
Me gustaba jugar con las cochinillas, molestarla hasta hacerlas rosca, y esperar, pacientemente, a que desdoblaran su dorso patuno para volverlas a enrollar con los dedos frágiles, cautos. la palma de mi mano convertida en un pozo,en la cóncova cancha de futball donde rebotaba la infortunada cochinilla.
 
 
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