domingo, diciembre 04, 2005

Cuando se contempla a dos hombres modernos, que acaban de conocerse por casualidad y no desean nada material el uno del otro, cuando se observa su conducta, se tiene la sensación casi física de la atmósfera densa, de la costra de protección y de la actitud defensiva que rodea a todos los hombres, una red tejida con renuncias del alma, con propositos, temores y deseos dirigidos todos ellos hacia fines baladíes que los apartan de sus semejantes. Es como si lo principal consistiera en no dejar que el alma hable, como si fuese preciso rodearla de una valla muy alta, la valla del miedo y la verguenza. Esta red solo puede ser perforada por el amor desinteresado. Y dondequiera que haya sido perforada, el alma nos contempla.

Hermann Hesse. Mi credo.

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