Te he buscado por largo rato y al fin te encuentro; me conoces, ¡claro que me conoces! no me desprecies, que yo nunca te he despreciado. Si los demás se olvidaron de ti, mira que yo nunca lo he hecho.
Cada quien aparece cuando menos lo esperábamos: saludémosnos y seamos unidos como siempre. Tú no me has olvidado, yo tampoco. ¡Qué hermoso! ¿verdad? Nunca acudas a mí, porque yo acudiré a ti. No me mires con desaprecio si te quito de tu sitio. Oye el cantar de una mujer que te clama. La oyes ¿verdad? Ella es amiga y compañera mía y tuya. Escúchala, te lo ruego, no la desconozcas.
Mira las lágrimas que brotan de mis ojos y caen sobre ti; mira mis lágrimas y escúchala a ella. Te aseguro que te es familiar lo que te está cantando. Te voy a decir lo que es su canto, mientras tú ten paciencia.
Mis dioses, me permito hacerles compañía, compartir con ustedes este líquido que proviene de ésta su morada, su sitio. En estos momentos los he conocido y he ganado su confianza hacia mí. He recorrido la distancia que me separaba de ustedes y estoy ante su presencia. ¿Ves cuan bonito es su canto? Escúchala, también ella bebe con nosotros.
Cuento Huichol.
Guerrero Raúl. Poesía Indígena y popular de México. Tomo I. Ed. Fundación Arturo Herrera Cabañas. 1995. México.
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