Una serie de premoniciones me pusieron en alerta en la víspera del viaje a la capital de la República. Y esa racha de sucesos desagradables que me compartió Tomás acentuó mi paranoia, comenzé a pensar en la reacción que podría tener su familia respecto a mi presencia en la casa de sus padres, mis señores suegros.
Con ese temor lo abrazé en la central del norte y le expuse mis angustias. El me aseguró que nada malo sucedería y que las cosas parecían estar estabilizándose, en especial la salud de sus abuelas.
Imaginaba ese primer viaje juntos románticamente, recorriendo los callejones y las exquisitas edificaciones del primer cuadro de la ciudad de México tomados de la mano, maravillándonos de la arquitectura, de la gente, de las miles de historias sucediéndose una tras otra antes nuestras miradas curiosas. Quizá nos volcaríamos en anécdotas, en datos históricos, chuscos, triviales. Entraríamos a las galerías de arte, a las salas de los museos, a las exhibiciones, a los eventos y marchas convocadas.
No sucedió nada de eso.
En cambio tuve la oportunidad de conocer a casi toda su familia. Los chilangos (aquellos que emigran de la provincia a la capital) tiene fama de ser comunales, de vivir como muéganos en vecindarios colmados de macetas, jaulas para pájaros, bicicletas descompuestas en los techos y un humor ácido, sexual, inquisitivo.
El recibimiento no pudo ser mejor. Me abrieron las puertas de sus casas y de sus corazones. De la nada comenzamos a hablar de nuestras preocupaciones, de sus apasionamientos, de sus problemas con la vecina, el drogadicto que macheteó al solo-vino, consejos útiles para el dolor de panza, dolor de muelas, rehabilitación física para todo tipo de problemas en las articulaciones, y afuera el vendedor de agua se ahogaba en un grito callado por su propia saliva.
Las primas de inmediato me acapararon, jamás me hicieron preguntas impertinentes, me tomaron como uno mas de ellos, solo que también se deben guardar las composturas, y entonces se me llamaba en diminutivo y no a mentadas de madre como dicta el sentido familiar. ¡Y yo con tantas ganas de que me mandaran a la chingada! lástima, en cambio me enseñaron a mover los pies en sorprendente sincronía con una salsa, un merengue, una cumbia. Y yo que soy dos pies izquierdos y un negado para el baile vecinal, me sentí instruido, sentí que de veras bailaba aunque las risas en torno mío se rehúsaban a mis pensamientos.
Y sí que existe solidaridad en el barrio. El problema del tío, del primo, de la mascota, no se minimiza. Se le toma con seriedad, se discute, se llega a acuerdos, se le persigue hasta que ya no queden ganas de más.
La lluvia cayó de repente en esa tarde etílica en casa de sus padres, y a mi me pareció delicioso ese cielo vespertino de plomo y gases. Me enamoré del árbol muerto de la acera de atrás y ahí colgué mis miedos, mis tantas angustias y me dejé escapar a las conversaciones de Don Tobi (apelativo cariñoso, familiar, guardado para los que son de sangre) y entonces fui aleccionado con el ejemplo. Nunca terminó la primaria y sinembargo es un luchador social aguerrido, un tanto vanidoso, pero ágil en la defensa de los derechos humanos. Historia de dificultades y de triunfos, de satisfacciones, de orgullo personal.
Y los niños en torno mío, juguetones, sonrientes, honestos siempre con sus sentimientos. Tomás tiene problemas para lidiar mucho tiempo con los chiquitos y se enoja, le entran ganas de salir corriendo y por eso nos fuimos al centro.
Caminamos sin tomarnos de la mano. Enmudecidos. Pasó largo tiempo antes de que recobrara su humor, sus ganas de hablar, de arreglar lo que con prudencia nos guardamos ante la imposibilidad de hacerlo en casa. Y yo me sentí feliz, había comprendido el origen de sus tics, de sus conversaciones, de su espíritu aguerrido que no permite abusos, de sus temores familiares, de su vanidad. Supe de quien de sus padres era cada una de las partes de su cuerpo, sus pensamientos, sus sentimientos. Mirarle a los ojos ya no me era mirar a alguien ajeno, sentí como nunca que miraba a alguien a quien conocía medularmente, que comprendía sus causas.
La boda de mi amiga Yuri fue emotiva. Solo pude estar acompañándola el tiempo suficiente para atestiguar su unión civil, medio morder un taco y salir disparado de Tepeji, Hidalgo, al caos del Estado de México.
En el retorno un personaje noble me contagió con su conversación inteligente. Compañero viajero, con serenidad escogía sus palabras, dándose el tiempo se saborear el impacto de sus oraciones. En un contínuo se entrelazaban motivos de mas conversación, de apasionamiento, de cosmovisión inclusiva, abierta al amigo presto, al paisaje con sol, un sol que se nos moría y nosotros por un breve espacio suspiramos por la partida del luminoso compañero. Y nos entraron ganas de viajar, de irnos mas lejos, pero preferimos la serenidad de llegar a los brazos de nuestras compañías fieles que nos aguardaban en puntos equidistantes de aquella enorme ciudad. Anochecía y en la casa de Tomás la fiesta se tomaba un segundo aire.
El arrabal ciudad-nazero me tomó por sorpresa. Cientos de personajes buscaban un pedacito de piso libre en los dos pisos del inmueble. Atléticos hombres en diminutas tangas se contoneaban al ritmo de una música sosa y repetitiva. Y a mi solo me importaban los besos de él, su respiración suave y pausada en el arco de mi cuello, sus manos entrelazadas en mi cintura. Entonces ya no tuve hambre de caricias, busqué sus labios ávidos de besos pasionales. Aquel extraño mundo de títeres giró en torno nuestro y en poco tiempo me fastidió. Amanecía y el secó mis lágrimas con su torpeza habitual.
Gané invaluables riquezas personales con este viaje, por mucho el mas extraño que he hecho. Ni Frida con su mirada melancólica en Bellas Artes me hizo arrepentirme de haber estado en los momentos, en los lugares y con las personas con las que estuve.
Dios bendiga a los Chilangos y a Ciudad Neza!
5 comentarios:
Que crónica tan maravillosa de este viaje... Realmente me encanta cuando escribes así. Y sobre todo me hace feliz saber que las cosas pintan mejor...
Por mi parte ando de amarge, pues el sabado robaron mi baticueva... pa'detalles luego hablamos.
Estoy sonriendo. Por ti.
PEro al mismo tiempo, detecto una tristeza deliciosa, como una capa de sudor, en mi cuerpo.
Y sueño en vivir las mismas cosas...
Excelentes palabras, tu descripiión me llevó hasta allá y comparto con una sonrisa el hecho de entender los porqué y los cómo de cada uno al conocer el entorno completo, y si así te quedan ganas de volver y de besarlo, entonces te has enamorado porque te has hecho cargo del paquete completo.
Un besote, que sigas viendo la lluvia caer y que sigas colgando tus miedo en las ramas de los árboles que más te cobijen.
Alfonsina (...Cicuta O Maleza?...)
Recostada, en cama, con dolor, pude olvidarme por un momento de él.
Tu relato me transportó a mí también. Mi imaginación vuela cuando leo tus descripciones. Lástima que mi dolor volvió justo ahora...
saludos.
No mamar!...no mames...
Sin palabras, así de plano....
Sabes?..he alguna vez vivido eso de la casa de "chilangos" (avenidos) y el calor de sentirse en un lugar donde pareciera perteneces siempre..
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