Hace unos días nacío de entre los escombros de la calle en reparación donde vivo, una flor de palmito, anaranjada y lánguida se asomó del tubérculo, aprovechando la tierra liberada de concreto y los aguaceros tan comunes en la sierra por estas fechas. No quise arrancarla porque me alegraba las mañanas cuando salía presuroso a la oficina, entre tantos pendientes, dificultades laborales y compromisos, encontrar la luminocidad de esa flor de frente me alegraba el día. Pero hoy al regresar abatido a casa, me la encontré moribunda en el lodazal. Las cosas a las que uno se acostumbra en poco tiempo a tener y a admirar duran poco. No falta el egoísmo mal sano de tener un deleite propio y no compartirlo. La flor fué rescatada de una muerte indigna y hoy está convaleciente en el florero de mi recámara, mientras espero su desenlace final. |
miércoles, julio 06, 2005
La flor en mi florero.
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1 comentario:
Algo se puede aprender de lo que la vida nos muestra.
Saludos.
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