Es la voz de la justicia que habla dentro de ustedes. Por una vez hablen, hombres de este pueblo. Que suene el timbre de esa voz dormida dentro de sus pechos. Se trata de ir ahora a la cárcel, ir a la iglesia, abrir las puertas de par en par y dejar libres a todos los que están ahí aprisionados.
Carlos Solórzano. Las Manos de Dios.
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