Sé que la única defensa que los hambrientos podemos manejar a nuestro antojo, es la indiferencia [...] No me culpes de nada, la culpa es de algo, de alguien que está por encima de los hombres; algo más malo y más frío que nuestro crimen, más indiferente que esa falsa indiferencia tuya, algo sin nombre, dios o demonio, que sitúa a todos los hombres frente a una misma muerte y no ha podido dotarlos con una misma vida.
Carlos Solórzano. El hechicero.
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