Si algún día regresas
me gustaría que fuera una noche de neblina
y de ligera llovizna,
así, quedíto.
Para jugar descifrando tu silueta borrosa,
entre las figuras que acarrea la luz.
Para decir que me sorprendiste
con una sonrisa fingida, de cómplices.
Y fingiré que no te aguardaba velando.
Actuaré como si ya no más.
Como si los gatos no te extrañaran,
como si la piel no se me helara.
Y tu te fingirás convencida.
Amarrarás con mecates tus ganas de abrazarme,
como si nunca te hubiera hecho falta.
Pero cuando yo esté de espaldas,
dedicado a olvidarte,
me olfatearás,
como lo hacen los perros;
te convencerás de que no contaminé
tu rastro en mi cuerpo.
Descubrirás mi mentira,
silenciosamente,
conteniendo el habla y la respiración.
Nuestros silencios serán un concierto para dos,
que se hablan sin llamarse por su nombre.
Te marcharás como todas las noches,
haciéndome creer que ya no me quieres,
que te he perdido.
Te confundirás con las sombras de afuera
y volveré a jugar,
a imaginar que regresas por un beso,
como si nada.
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