jueves, noviembre 13, 2008



Me gustaba jugar con las cochinillas, molestarla hasta hacerlas rosca, y esperar, pacientemente, a que desdoblaran su dorso patuno para volverlas a enrollar con los dedos frágiles, cautos. la palma de mi mano convertida en un pozo,en la cóncova cancha de futball donde rebotaba la infortunada cochinilla.

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