martes, febrero 05, 2008

Mónologo imaginario con el amigo que siempre amé.

La ciudad de México me dió la impresión de estar mas apretada de lo usual, es decir, caminar por el centro histórico ya sin el ambulantaje en el primer cuadro, resultó un desafío, siempre esquivando el tránsito, los cientos de turistas y capitalinos que se acercaban al Museo Nómada. Un profeta del new age los convocaba desde el televisor, ordanas enteras de razas y culturas se desplazaban hacia el ombligo del mundo esperando entrar a aquel santuario y mirar el milagro de la naturaleza que se reconcilia con el hombre, mostrando su aspecto mas dócil.
El encuento con Javier-un amigo de los Buenos Aires avecinado en el Distrito Federal- fue como lo esperaba, una entrevista ávida de experiencias y de sentido humanitario. La conversación giro en torno a la cultura Argentina, la dictadura, sus íconos populares. Javier lloró por los amigos que nunca volvió a ver a causa de la irracionalidad, la sed de poder que rebasa a muchos líderes y hace salir de ellos la maldad de todos los hombres. Sus ojos cansados de tanto mirar al mundo constantemente se llenaban de cristalinas lágrimas y su voz se manifestó contra el olvido. Los hombres necesitamos de la memoria para darle sentido a nuestra historia, para soportar nuestra realidad absurda y dolorosa. Entonces pensé en tí, ya sin rencores y en la lucha que me has encomendado pelear desde mi humilde mundo rural diverso, intuí que tu paso por mi vida jamás será olvidado, eres mi realidad, algo tuyo se ha quedado para siempre en mi, y permanece.
Mis pies reconocían históricos edificios, de este país, de este transéunte y entonces mi vista se mantenía atrás, reconstruyendo diálogos, aromas, sensaciones, mi historia. Sin proponérmelo, al salir de una estación del metro, unos activistas se me acercaron y al mirarle a sus ojos super que debía participar en la causa. Me sobrepuse al miedo, nunca dejaré de ser el fatalista de siempre.
Frente a la Catedral esperé a Tania, jóven compañera cuya amistad cultivé en los nublados bosques de la sierra Hidalguense. Hablamos del dolor vivido en el año que pasó sin vernos, pero en especial del crecimiento y la maduréz que nos obligaron las experiencias a asumir.
En Ciudad Neza fuí popular. Tu familia me recibió con mas amor del que siempre recibo, sé que les advertiste a tus padres hacer distancia con nuestra historia, siempre respetuosos, son los anfitriones consentidores de los que siempre, en este medio, hago gala. Tu abuela es la persona que nunca, nunca, deja de sorprenderme, ¿porqué soy especial para ella? ¿porqué quizo estar muy cerca de mi? ella siempre está conmigo, muy adentro del corazón, y con ella toda tu sangre bendita. Gracias por haberme hecho sentir que fuí el invitado mas esperado de la fiesta.
Y tu. Sabes cuan fuerte es el cariño que te profeso, a pesar de la pena y el dolor con el que nuestro romance terminó, tu sensibilidad, tu sincero amor por tus padres, tus hermanos y la familia entera me hicieron recordar el motivo por el cual, a pesar de que somos dos polos opuestos, me enamoré de ti. Valoro esta amistad que insospechadamente comenzamos a construir, nos hizo falta ser amigos desde el principio. Mi inicial frialdad delató el nerviosismo con el que viví nuestro encuentro. Tus infantiles cariños derribaron los gruesos muros del rencor. Hoy me experimento distinto. Valoro el especial momento que compartiste cpnmigo. el silencio fué un pacto amistoso en el que no hizo falta añadir nada.
Ahora que continúo mi andar por la vida, nuevas dudas surgen. La ilusión de que mi vida recibe una segunda oportunidad es solo eso, ilusiones. Nuestras existencias, la tuya, la mía, tienen la misma oportunidad de encontrar sus rumbos. Caminemos amigo por los senderos que se vislumbran a la distancia: algo de provecho nos aguarda.
Estoy en paz.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Nada que agregar. Estás en paz. ¿Qué más puede uno pedir?

Piquitos desde esa misma Buenos Aires a la que hacías referencia.

Remo dijo...

Eso de terminar relaciones y quedar en plano de amigos se me da.

Saludos amistosos.

El Zórpilo.

Silencio dijo...

Si huyera en algún momento, no se, tendría que hacer lo posible por no tocar el centro, no, muchos lugares, cuando nos hicimos amigos, cuando no más peleas por saber cual sería el desayuno, tuve que caminar por ahí para recoger los pedazos y estar integro, sin esperar a que se pudrieran y fuera insoportable más adelante. Ahora y después de unos 10 nobres agregados a mi agenda con el estatus de amigos, se que cuando me vaya, será en parte porque no quiero pasar por esos lugares.

nop

saludos