La decapitación era un ritual que podría haber significado la obtención de un trofeo, pero es más probable que haya constituido una práctica religiosa-sexual destinada a propiciar la fertilidad. En el caso específico de la Huasteca, como en algunas otras culturas, el dios murciélago, Tzinácatl, es el dios cercenador de cabezas, dios que decapita y que, según un mito, mordió los genitales de Xochiquétzal, y después de haberlas llevado a Mictlan para que las lavaran, determinó, en última instancia, la creación de las flores. El murciélago, a su vez, había nacido de la fecundación de una piedra por el semen producido por una masturbación de Quetzalcóatl.
Si asumimos, como es probable, que exciste una filiación directa entre las culturas tolteca y huastecas, este mito aparentemente de origen tolteca podría confirmar la relación que se establece entre la decapitación y la fecundación en la huasteca.
El incesto si bien no existen fuentes genuinamente huastecas que fundamenten el hecho entre los pueblos del mismo nombre, la gesta de quetzalcóatl contiene esquemas mitológicos que no dejan lugar a dudas al respecto. Es probable, que el rey-dios tolteca quetzalcóatl haya heredado rasgos mitológicos del rey huasteco Cuextécatl, si no es que se trata de una evolución mítico-histórica directa, por lo que la inferencia resulta válida. En una versión de esta gesta, quetzalcótal se embriaga con su hermana quetzalpétlatl y tiene una mancomunidad incestuosa con ella (anales de Cuauhtitlan). Esta hierogamia (matrimonio-unión-sagrado) entre un ente heliaco y otro selénico, es decir, entre el sol y la luna, podría haber suscitado rituales afines entre los toltecas y mas aún entre los huastecos, cuyo modelo cultural siguieron los primeros.
El "Cuecuechcuícatl", es un canto travieso que se entonaba y danzaba principalmente en contextos rituales para propiciar la fertilidad de las plantas. Tenía una carcácter erótico, obsceno. La traducción castellana que los frailes dieron generalmente al vocablo cuecuechcuicatl, "baile cosquilloso o de comezón" (Durán), fue probablemente sugerida por sus auxiliares indígenas nahuatlos. Cuecuelzoca significa de hecho "tener comezón". Sin embargo, encontramos en el campo semántico del vocablo otras nociones afines a ésta, pero que sugieren un uso más extenso de la palabra, así como una funcionalidad mas específica de su referente vocal y dancístico.
Cuecuech podría venir de cuecuetzoa, que tiene el sentido mas general de "emocionarse", "conmoverse", o podría constituir la duplicación de cuechtli, "caracolillo", paradigma simbólico de la fertilidad y de la sexualidad en el mundo náhuatl prehispánico. Cabe recordar que en las instancias festivas en las que se cantaba el cuecuechcuícatl, los danzantes ostentaban este tipo de caracoles.
Por otra parte, los huastecos (cuexteca) podrían también, haber sido epónimos de este género expresivo. En efecto, desde la época de los toltecas, esta cultura se había vuelto el emblema de la sexualidad.
Si consideramos que los sonidos x y ch son variantes de pronunciación en ciertas palabras náhuatl, la traducción de cuecuechcuícatl podría ser "canto de huastecos". La presencia reiterada del topónimo huasteco Panotla en este tipo de cantos tiende a confirmar esto.
El erotismo huasteco tenía una manifiesta función revitalizadora. Tlazoltéotl, diosa huasteca del sexo y de las inmundicias, comía lo sucio y lo viejo y lo reciclaba, pariendo lo limpio y lo joven, mediante un proceso digestivo de lo que comía, regeneraba la vida.
Se deduce de lo anterior que si bien la fama de los huastecos tenía algo de real, el juicio de valor emitido por los conquistadores es erróneo e injusto, ya que desconoce el marco axiológico en que se efectuaban las prácticas sexuales aludidas.
Más que "proverbial", la sexualidad de los huastecos se volvió mitológicamente arquetípica y se integró como tal a los programas mítico-rituales de los pueblos nahuas del Altiplano Central.
Fuente: suplemento cultural del periódico "Zunoticia". 20 enero 2008.