Para tomar el ómnibus en una esquina hay que dejar que nos crezcan las espuelas, la coraza de piel de cocodrilo y una espada de hierro y mucho óxido. Entonces sí, montar en las butacas domando el pasamanos con las riendas y apearse en una esquina, renovados. Y así todos los días, cada mes, volar en los corceles de las ruedas con la cabeza tras la ventanilla y los ojos atentos al semáforo. Que a veces aparecen los molinos (los gigantes de aspas remolinos) y hay que frenar de golpe y acecharlos. Para tomar el tren, la misma cosa, excepto por el ruido del silbato cuando leva las anclas y navega por las vías pringosas de la sal fina. Y hay que aferrarse bien a los vagones sobre todo cuando sube la marea, que a veces aparece Moby Dick revolcándose feroz en los andenes y hay que saltar a la estación con los arpones y soga resistente en los bolsillos. Para viajar hay que tener mucho cuidado. Susana Lage. |
martes, julio 18, 2006
Para viajar.
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