El exilio es un cambio de lugar que no produce ningún mal, más que por idea. En una queja y pena puramente imaginaria porque razonando no hay nungún mal. En todas partes existe lo mismo, lo que se ha comprendido en dos palabras: naturaleza y virtud.
En todas partes se encuentra la misma naturaleza común, el mismo cielo, los mismos elementos. En todas partes el cielo y las estrellas nos parecen del mismo tamaño y extensión y es esto lo que se debe contremplar principalmente y no lo que hay debajo de nosotros, y lo que hallamos con nuestros pies. Por eso no podemos ver de la tierra más que diez o doce leguas de un vistazo. Angustus animus, quem terrena delectant. Pero la faz del gran cielo del azur; adornado y salpicando con tantos diamantes bellos y relucientes se nos muestra siempre.
Para que siempre lo podamos ver, gira continuamente alrededor de nosotros. Se muestra entero a todos y en todas partes, en un día, en una noche. La tierra, que con los mares y todo lo que abarca no constituye una hexegésima parte del Sol, no se nos muestra más que en la parte en que vivimos.Pero además este cambio de suelo de abajo, no es nada. ¿Qué importa haber nacido en un lugar y vivir en otro? Nuestra madre hubiese podido dar a luz en otra parte. Es una coincidencia de que hayamos nacido allá. Por otra parte, toda tierra recibe, produce y nutre a los hombres, proporciona todo lo necesario. Toda tierra lleva padres, la naturaleza nos ha unido a todos por la sangre y por caridad. Toda tierra tiene amigos, no hay más que buscarlos y conciliarlos por la virtud y la sabiduría. Toda tierra es patria para el hombre sabio, o mejor dicho, no hay tierra que no sea su patria. Es perjudicarse, es bajeza y debilidad de corazón sentir o creerse extraño en alguna parte. Hay que hacer uso del derecho y vivir en todas partes como en su casa y sobre lo propio, omnes terra tanquam suas videre et sus tanquam omnium.
Pierre Charron. De la sabiduría, traducción de Elsa Fabernig.
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