PEDRO:
¡Es increíble!
MATEO
¿Qué vamos a hacer ahora?
JUAN
No fue culpa nuestra. Si estos borrachos crucificaron de verdad a Jesús fue porque él en su borrachera les gritaba: Soy el Salvador. Clávenme. Clávenme.
PEDRO
Yo no me acuerdo de nada. Estaba perdido de borracho. (A Juan). Pero tú podías haberlo impedido.
JUAN
Sí, quise impedirlo pero no me dejaron; mientras un hombre azotaba a Jesús, él le gritaba feliz: Pégame más fuerte, más fuerte, y luego venía otro y otro y todos lo azotaban. Cuando vi que iban a clavarlo de vrdad les grité: Deténganse; pero todos gritaban y gritaban, el señor Cura ya se había ido a la iglesia y Jesús les repetía frenético: Está escrito, mátenme, mátenme. Después, lo único que pude hacer fue llevarle una última copa cuando ya estaba clavado pero él repetía como loco: Tengo sed, tengo sed...
PEDRO
Todos teníamos sed. Era la borrachera. ¿Por qué no dices nada, Marcos?
MARCOS, pensativo:
Algo grave va a suceder. Nos van a echar la culpa a nosotros. Aquí, entre todos lo embriagamos y lo mandamos a su sacrificio. Mateo era el peor, le decía todo el tiempo: Tú eres el Salvador, tú eres el Salvador y dale con eso toda la tarde.
MATEO
Yo no recuerdo nada.
JUAN
Yo tampoco.
MARCOS
Pero el pobre se lo creyó y se murió.
JUAN
Nadie va a saber quién lo mató. Lo mataron todos pero no lo mató ninguno. Nadie es culpable.
PEDRO
Pero Marcos tiene razón. Nos echarán la culpa a nosotros. Sobre todo a Mateo, a Marcos y a Juan.
MARCOS
El culpable realmente fue él mismo. Desde que salió el dsfile de aquí iba gritando y pataleando, reclamando su sacrificio. Cuando se pide que lo maten a uno, no hay que quejarse después.
JUAN
Es que Chucho era distinto.
MARCOS
¿Distinto?
JUAN
Sí. Había en él algo que los demás no tenemos.
MARCOS
Bah! Eso lo dices porque lo crucificaron. Si no... sería uno de tantos.
JUAN
¿No será porque había en él algo del espíritu del Salvador?
MATEO
¿Qué dices?
JUAN
He oído al señor Cura. Eso puede suceder; que el espíritu del Salvador...
MATEO, tronándose los dedos:
Tengo una buena idea.
JUAN
¿Cuál?
MATEO
Diremo que fue un milagro. Que Jesús era una especie de Salvador y que su muerte era necesaria.
MARCOS
No está mal. Además, los de la Justicia no nos podrán, entonces, culpar de nada.
PEDRO, radiante:
Es una gran idea.
MATEO
¿Y si no nos creen?
PEDRO
Somo cuatro. Y si cuatro hombres se proponen repetir la misma cosa a todas horas, todos temonan por creerlos. (Les guiña el ojo.)
MARCOS
Es verdad, Juraremos aquí mismo que Jesús era el Salvador.
(Los cuatro hombres pondrán sus manos una encia de la otra en un mismo punto.)
APÓSTOLES, en coro:
Jesús era el Salvador, Jesús era el Salvador, Jesús era el Salvador.
JUAN
Hay una cosa... Si nos pregunyan: salvador de qué, ¿qué les diremos?
PEDRO:
No sé. De cualquier cosa. Eso no tiene importancia. Miraremos a lo alto sin contestar y con eso será bastante.
MATEO
Está bien. Ahora hay que separarse. Los de la Justicia van a investigar. Hay que esconderse. Y algún día quizás de esto puede resultar algo importante... Nunca se sabe...
JUAN
No comprendo.
MATEO
Sí, hombre, algo provechoso...
JUAN
¿Para quién?
MATEO
Para nosotros, hombre. Para nosotros.
PEDRO
Ahora vamos, y no olviden (hace la señal. Los Apóstoles vuelven a repetir en coro:)
APÓSTOLES
Jesús era el salvador. (Se saludan y después de otear prudentemente la entrada van saliendo todos en diferentes direcciones repitiendo: Jesús era el Salvador. Al irse los Apóstoles aparecen por la pequeña puerta de la izquierda, María y Magdalena. Ya no llevan los trajes de la Pasión y sus vestidos se ven muy sucios y pobres.
ESCENA TERCERA
(María se apoya en el brazo de Magdalena y llora silenciosa sin poder hablar.)
MAGDALENA
Llore. No le queda otro remedio. Pero el verdadero culpable fue él. Él se fué, pasó de la embriaguez a la muerte sin sentirlo y nos deja aquí solas, pobres, hambrientas, olvidadas (Ahoga un sollozo, luego reacciona con ira.) El pobre estaría pensando que con su muerte, íbamos a ganar algo... (María esconde la cara en el pecho de Magdalena. Esta pasa su mano por la cabeza de María con dolorosa piedad, mientras va corriéndose muy lento el
TELÓN.)
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