Ha pasado un tiempo desde que dejé de blogear, la verdad es que me he azotado duro desde las fiestas dicembrinas, y aún hoy, no me deja de llover sobre mojado, supongo que son de esas crisis pasajeras en las que uno personaliza y siente que el mundo está en su contra, pero bueno. Este año cumplo mi primer cuarto de siglo, no se si alcanzaré el segundo, sé que me espera una tremenda crisis existencial, o al menos eso diden los teóricos de la salud mental. Ya el sábado sentí un adelanto, fué muy extraño, bien dicen que el clima no ayuda mucho en la sierra, siempre nublada, siempre con neblina, siempre con llovizna (de esa que no moja pero que bien chinga). Me quedé enclaustrado el fin de semana por el bendito informe de gobierno (recuerden que soy burócrata), lo que favoreció un estado de introspección y susceptibilidad bastante dolorosa. No ventilaré mis reflexiones, solo basta decir que aún cuando estoy habituado a mi soledad, la cual amo y disfruto en todos sus matices, sentí esa dolorosa desconexión con el mundo de la que erick fromm hace referencia. Asumir nuestra individualidad en el mundo es angustiante por aquello de ser gregarios, no sé hasta donde sea cierto ese argumento. Mi vida en flashbacks me hizo ensombrecerme por los tiempos que se fueron, por las personas que alguna vez estuvieron muy arropadas en mi corazón, y que hoy, por los extraños giros de la vida, se encuentran en algún punto alejadas física y emocionalmente. Fué entonces cuando sentí la necesidad de una cobija espiritual, este frío glaciar se nos mete por los pies y asciende como una grangena. Y pensé en la persona que hoy día me hace el estómago un nido de hormigas, que me revuelve hasta el tuétano y carcome la poca materia gris en mi cabeza. Extraño cómo cuando estas abierto a tus emociones, estas te dominan y salen de tí. Para mí, debo confesar, es una experiencia nueva, siempre he sido muy mesurado conmigo mismo. Sinembargo decidí dejar mis obsesiones de control y rendirme al doloroso arrullo de los que duermen mirando a las estrellas. Quien sabe qué me depare este nuevo ciclo en mi lángida existencia. Recuerdo que aburrido en la oficina en diciembre, me auto leí el café expreso malísimo que compré en la cafetería de la esquina. Apareció un árbol frondoso con frutos o flores, pero también la imagen de la muerte. Dirán que estoy muy grande para estar con supersticiones, para mí era solo el reflejo de algo que interiormente ya había comenzado a vivir. Muerte y crecimiento, dejar de ser posibilidad para ser acción, dejar atrás la antigua cubierta a mis carnes blandas y evolucionar..... el tiempo lo dirá.
1 comentario:
como dirían los mexicas...Ti aui! hermanito..fuerza, fuerza!
Los procesos evolutivos no son tan ligeros que digamos..en lo perso., creo que no son los 25, son los 26!, por que?...según la cuenta mayense, en los 26 vivimos nuestra antípoda perfecta....26, doble de 13, mitad de 52, oportunidad para renacer, por medio de la muerte se produce lo mejor: la liberación!
yeah! i´ts good to be 26 :)
Publicar un comentario