En la mañana de ayer salí a la tienda, cruzando la carretera nacional México-Tampico. De regreso la señora que tiene una humilde cervecería me preguntó por mi perra "chocoyita" (cobre), refiriéndose a la "Coyota", una perrita que mi madre había rescatado de la calle y cuya jovialidad y atléticas formas nos había robado el corazón. Orgulloso le respondí que descansaba en casa, ante lo cual con un dejo de ironía me dijo que eso era mentira, la coyota yacía muerta a unos cuantos metros de la carretera.
Presuroso alzé la mirada y la encontré con la lengua de fuera, con un hilito de sangre saliendo de sus fauces nasales. Se me hizo un nudo en la garganta y me seguí de largo rumbo a la cabaña pensando en la forma en que le rendiría homenaje a nuestra mascota. Todavía alcancé a oír a la señora decirme que debía enterrar el cuerpo para que la mala suerte se me fuera, que no debía dejarla así no'más aventada, que había que ponerle flores.
Con lágrimas en los ojos le dí la noticia a mi madre. A fin de cuentas ella había sido quien la adoptó y la hizo formar parte de la familia. Ambos lloramos. Colgué el teléfono y a lo lejos vi venir a la señora con su hija mayor andando con una carretilla. Por solidaridad y con solemne respeto me entregó los restos de la coyota. A una distancia prudente aguardaron mientras tomé la estafeta y me dirigí a un paraje próximo a un arrollo seco. Creo que le habría gustado el hermoso paisaje donde la sepulté, a un lado de las gruesas raíces de un árbol que se asomaban violentas e intrincadas. Los otros perros callejeros que llegaron a vivir a la casa me siguieron. Con morbosa curiosidad la olfatearon y retrocedieron.
Ese último día que la vi con vida me acompañó a tomar el pesero que me transportaría al trabajo. Toda la mañana el perro pinto que habita con nosotros estuvo auyando. Cuando me acerqué a la carretera de veras chillaba de desesperación y llamaba a ladridos a sus congéneres. Jamás se acercó a la vía, algo intuía, la tragedia le había llegado con anticipación, y por mas esfuerzos que hizo jamás pudo persuadir a la coyota de volver a casa. Ahora le tengo mucho aprecio a las premoniciones del perro pinto.
Y es que la coyota me fascinaba por su espíritu calmo, su perfecta alegría, dormía de espaldas con las patas extendidas al aire y la lengua de fuera. Pero el nombre ha sido lo que más nos unía. En mi etapa universitaria edité una gaceta contracultural a la que llamé "Coyote Urbano", difundíamos pintura, poesía y narrativa local. Por aquellos años fue cuando conocí al maestro Astorga. Fincamos una amistad muy sólida que se ha alargado hasta la fecha, y para Javier yo soy el coyote vagabundo que constantemente agarra camino y se pierde en la espesura o en los desiertos espirituales de la vida. Fue por esa mala costumbre de andariego que me perdí de casi dos años sin dejarles rastros para localizarme hasta el día de los muertos, cuando mi ánima tocó al timbre de su casa y celebramos a los iluminados.
No pudo ser mejor el recibimiento. Su familia entera me tiene un especial cariño. Bebimos unos tequilas y nuestra conversación no se detuvo hasta la media noche. Saltamos alegres de un tema a otro, de experiencias, de triunfos, de sueños rotos, de pérdidas, de comienzos y de la vida. Al anochecer hicimos una pausa para recoger en el aeropuerto a un escultor francés que pasó la noche en la casa Astorga, en el corazón de Xochimilco. Al día siguiente partió con rumbo a Comitán donde fue requerido para presentar una obra.
La familia de Tomás se superó a si misma con las atenciones que tuvieron para mi. En la visita anterior me vine con un buen sabor de boca. En esta ocasión celebraron varias comidas en mi honor y el del familiar consentido, adoro esa convivencia chilanga, donde todos son invitados al convite, todos aportan con algo, todos bromean mientras comen y beben, es delicioso romper los formalismos y rescatar lo humano.
Alfredo fue el primer hermano que conocí de Tomás y aunque nuestro primer encuentro fue muy accidentado, tenía fe en que el tiempo iría desgastando los prejuicios de la siempre molesta primera impresión. Nos consintió con una borrachera y unas comilonas antológicas. En una marisquería cercana a su departamento llevamos a sus hijos (que adoro y para quienes desde el primer momento fui el tío charly), donde para la mala suerte de nuestras voces poco entonadas, el ambiente familiar se armaba con el karaoke.
Tomás me cantó nuestra canción a petición mía. Detalles que disipan los momentos grises y que aclaran la vista y al corazón.
Este coyote continúa vivo, con las mismas ganas iniciales de recorrer mundo, recorrer la vida, pero confieso, el paso ha sido mas lento, mas cauteloso, deseo regresar a esos orígenes, a mi idealismo juveníl, a mis eternas contradicciones, a mi camaleónica forma de ser. Este viaje fue de redescubrir, de inicios y de fines gozosos.
Sigo siendo el coyote urbano que habita las azoteas de Cd. Nezahualcóyotl, auyando nostálgico a la luna de mil desventuras. ¿Pueden oír su lamento?
7 comentarios:
Vivo muy cerca de neza, creo que he escuchado el lamento. o tal vez era un perro.
Magico, urbano y nostalgico......corrijame si me equiboco pero los cambios vienen siempre a sarandearnos o que no?, siempre estamos recios a ellos pero nos toman de sorpresa y nuestra capacidad de raccion llega tarde. disfrute esta temporada.
Si bien la familia de Tomás se superó en atenciones, considero que tú te has superado en tu forma de escribir.
Saludos con aullido.
El Zórpilo.
kiubo mi coyote parrandero!!!
Ps la neta k chida su jornada por la capirucha... Siempre es bueno tomarse un respiro y volver a los amigos... Volver a la esencia que nos conforma.
Le dejo mis abrazos y mi alegría por coincidir con usted.
Ah!!! se lo que se siene perder una mascota... Abrazo mega empático para usted.
....creo que ud. está ahorita en la encrucijada entre el ímpetu del joven y los años que nos alcanzan...
Finalmente un día decidirás si quieres seguir recorriendo tus pasos pero cada vez más espaciados entre sí....o si te quedarás estático viendo al mundo correr bajo tus narices..
Abrazo fuerte carnal.
Mi querido Homo. Un abrazo pa'uste "Coyote Queer"
Publicar un comentario