miércoles, junio 27, 2007

Tránsitos.

Tengo varios sentimientos encontrados que me mantienen muy confundido y sobre todo entumecido anímicamente. Las dificultades en la relación de pareja, los vicios personales llevados al límite, las preocupaciones en torno a la salud y a lo económico viene a emperorar el panorama.


En unas horas salgo para el puerto de Tampico. Mañana le harán una cirugía menor a Tomás, a temprana hora; si el procedimiento es exitoso la recuperación será lenta. Y yo me muero de miedo.


Mi suegra (que no sabe que lo es) ya está instalada en el departamento de su hijo. Es este el nerviosismo de la primera impresión, algo que me es sumamente ajeno debido a que nunca me había importado tanto una persona y la familia de la que proviene, y entonces la situación se vuelve compleja porque habrá de ser aceptado por un grupo de desconocidos de quienes eventualmente seré familia. Pero no me adelanto. Hoy por hoy, solo soy un amigo más. Dudo que Tomás me presente abiertamente como su pareja, y menos con los problemas que tuvimos el fin de semana pasada.


Así que el bache me parece abismal en este momento. Es rara la forma en que la percepción de una persona deprimida se altera, distorsiona al mundo y a los objetos en él contenido. Y a pesar de todo: la renovada promesa que nunca cumplo, la esperanza del cambio, la acción acelerada y afanosa para ponerle remedio a una situación vital desorganizada.


Hoy me levanto con un nudo en la garganta. Las tripas hechas puré, la mirada perdida y el profundo sentimiento de estar desconectado del mundo.


Tránsito pesado, penoso, lento. Ojalá hubiera una vía alterna para agilizar mi recorrido, aunque pensándolo bien, las alternativas me dan miedo. Y otra vez la parálisis, el desosiego, el dolor profundo que causa depender de otra persona, porque a final de cuentas la intimidad involucra ceder un poco de individualidad para crear vínculos.


Que joda estar así, pero sin ánimos de masoquismos: estoy disfrutando mi momento. La letra con sangre entra, dijo el maestro.

domingo, junio 24, 2007

Como se fundó Pánuco según la Historia.

La palabra Pánuco proviene del vocablo huasteco "pano" que significa "paso" y la voz "co" denotativa de "lugar", fusión que da como resultado: "en el paso".
El río Pánuco fue el punto de partida para los toltecas, quienes a través de su cauce ascendieron hacia el altiplano para consolidar la fundación de la impresionante ciudad de Tula, en territorio del actual estado de Hidalgo.
En la obra literaria titulada "Monografía y Remembranza de Pánuco, Ver., de Mireya Barranchea de González, se destaca que Santi Esteban del Puerto (hoy Pánuco), fue la segunda población-después de la Villa Rica de la Vera Crúz-fundada personalmente por el conquistador Hernán Cortés.
Refieren las crónicas, que en 1521 Francisco de Garay fue nombrado por adelantado Gobernador de Pánuco, cargo que no le fue posible ejercer ya que fue vencido por aguerridas tribus de chichimecas en la zona lacustre de Chila y Tamós. Con el pretexto de vengar la derrota de Garay, Hernán Cortés partió de Coyoacán a la Huasteca en los últimos meses de 1522, con un ejército integrado por 120 jinetes españoles, 300 soldados de a pie, algunas piezas de artillería y 40,000 guerreros mexicas al mando de ixtlixóchitl.
Avanzó en plan de conquista subiendo por la sierra de Pachuca, luego se dirigió a Tamazunchale, copntinuando a Oxitipa (hoy Ciudad Valles), prosiguiendo a Tamuín, Tamantao (hoy Ébano), arribando a Tamós donde combatió en Chunca, Chila y lugares vecinos con los indios huastecos. Pretendiedo dejar constancia de su conquista, Cortés decidió establecer una población enviando emisarios a recorrer los alrededores para decidir cuál era el lugar más apropiado.
Los emisarios encontraron un pueblo de indios muy antiguo al otro lado del río al cual nombraban "Panoayan", que quiere decir "lugar por donde se pasa el río", y que según los naturales por ahí habían cruzado la vertiente sus antepasados, los cuales habían llegado del mar liderados por un caudillo llamado "Cuextecatl".
Al día siguiente muy temprano, concretamente el martes 22 de diciembre de 1522, los españoles atravesaron el río, disponiendo de inmediato la fundación del pueblo. Enarbolando la enseña real del dominio español Cortés lo nombró "Villa de Santi Esteban del Puerto"; pero como los naturales llamaban al sitio Panouia (de origen totonaca), Panutla o Pantlan, los conquistadores acentuaron esta voz convirtiéndola en esdrújula, es decir: Pánuco.
Fue el propio Hernán Cortés quien procedió a marcar las calles, manzanas y solares. Señaló los lugares para la construcción de las casas reales, eclesiásticas y Plaza de Armas. A las manzanas les dio cien varas por lado y a las calles doscientas varas de ancho; a los solares 20 x 50 varas y sólo midió ocho manzanas. Puso como eje de la población la plaza y señaló las principales calles: la de San Esteban (hoy de Zarco), Santo Santiago (hoy de Juárez) y San Miguel (hoy de Lerdo).
Repartió personalmente a los españoles que decidieron quedarse sus respectivos solares; construyó un muelle y dos barquitos. Regresó a México por Túxpan, Tulancingo y Otumba, dejando como Gobernador a su lugar teniente Pedro de Vallejo. Posterior a su partida, los caciques huastecos se sublevaron cayendo sobre los españoles que se quedaron, lo que obligó a Cortés a enviar a Gonzálo de Sandoval a pacificar a Pánuco y a la Huastecaa finales de 1523, quien cometió un asesinato masivo inolvidable al reunir en un corral a 400 caciques, quemándolos osteriormente vivos.
Se dice que Pánuco es la patria de Quetzalcóatl, el héroe civilizador que convertiodo en dios simboliza la fecundidad, la nobleza, la sabiduría, el arte y la fuerza del viento que se ueve de las playas del golfo hacia las altas vertientes del occidente. Dios convertido en hombre que retorna a la patria de origen para convivir con los viejos pobladores cultural y espiritualmente.
Artículo de Salvador Altamirano. Suplemento cultural del periódico local Zu Noticia. 24 junio 2007.

jueves, junio 21, 2007

Las vaquitas son ajenas...

Homenaje vivo para Atahualpa Yupanqui.

Osvaldo Bayer

Argentina. Tierra y pan, techo y escuela. En cambio, villas miseria, violencia siempre en aumento. Rejas, rejas, rejas. Hasta en las plazas. "Ved en trono a la noble igualdad", cantamos. El poder efectivo goza de su injusticia encerrándose en los countries. Más rejas ante más pobreza. A la violencia de la sociedad injusta se la trata de olvidar con más guardias personales, agencias de custodios. Pero allí también nace la corrupción. Más policía también es igual a más corrupción en las sociedades injustas. No es la solución, los garrotazos uniformados van a producir más violencia de abajo. Sin ninguna duda. El diálogo es lo único que ayuda. El saber repartir equitativamente. A cada cual lo suyo. Principalmente a cada niño, a esos que han cesado de sonreír apenas después de nacer. El papa Ratzinger, en vez de preocuparse tanto por el aborto tendría que hablar del hambre infantil. No enseñarle al ser humano a rezar al Altísimo, sino aconsejarle de salir a la calle con la sagrada palabra de la protesta contra la injusticia. La verdadera religión tendría que ser la que nos enseña la equidad, el derecho de todos a la vida. Enseñar el no al eructo del festín de los del poder efectivo y el sí a los ojos de alegría de los niños cuando se les entrega todos los días el pan fresco del derecho de vivir.


En Rosario se hizo un hermoso homenaje a aquel grande que se llamó Atahualpa Yupanqui. El hombre que en sus canciones trajo todo el dolor de los pueblos originarios de la tierra. Dolor, pero también su profundo lenguaje de la poesía del aire, los soles y el viento. "Las vaquitas son ajenas, las penas son de nosotros." Así, en la canción la verdad y la protesta profunda y dolida. Parco, hondo. Sabía traducir las palabras de las piedras y el silencio del algarrobo. El dolor sin palabras de la madre kolla cuando partía su hijo para siempre. La ira en los ojos de esos hombres silenciosos cuando venían gobernadores, ministros y uniformados y se les quitaba la tierra de mil años con un papelito firmado por el juez de turno. Todo lo decía don Atahualpa con su guitarra, nunca guardó silencio. Y en las palabras con que, en ese acto, expresé mi admiración por el poeta de los cerros y el silencio recordé algo que la historia oficial ha callado. Que don Atahualpa sufrió prisión por decir la verdad y construir la protesta. Fue cuando expresó con toda la fuerza de su genio la demanda por la humillación que habían sufrido los kollas jujeños cuando en 1946 hicieron el llamado "Malón de la Paz", desde el norte de Jujuy hasta Buenos Aires en una numerosa columna que atravesó todo el territorio de la República hasta llegar a Buenos Aires.


En la Plaza de Mayo los recibió Perón, pero pocas horas después se los llevó al Hotel de Inmigrantes --terrible ironía, a quienes vivían desde siglos atrás en tierra americana, en Buenos Aires, se los hospedó en ese lugar para extranjeros recién llegados-- y sin pausa alguna se los desalojó días después de allí, se los cargó por la fuerza con la policía y la marina de guerra, se los metió en vagones de carga y fueron obligados a volver a su tierra de origen sin ver cumplido su sueño de que se les devolvieran las tierras para que la comunidad las trabajara. Todos los detalles de este comportamiento vergonzoso de las autoridades de esa época están reflejados en el libro Los indios invisibles del Malón de la Paz de Marcelo Valko, que acaba de publicar la editorial de las Madres de Plaza de Mayo.


Ahí está la carta que les escribió Atahualpa Yupanqui a los maltratados kollas. Ahí les dice: "Hermano kolla: te lo advertí, hermano kolla. Recuerdas que te hablé de Condorcanqui, de Katari, de Pillipico? Ellos también como tú, se echaron el sol al hombro y caminaron senderos del Ande hasta las Pampas desiertas, con la ilusión que la vida prende en los seres humildes que creen que aquéllos que viven bien piensan y sienten bien. Te vi pasar por los caminos del Tucumán, saludé tu esfuerzo con mi mayor alarido. Nuestros ponchos conversaron sobre cosas comunes. El mío, rojo y azul dijo las cosas del sueño alto y de la copla libre. El tuyo, castaño y pardo como tu vida y como la tierra que el rigor aconseja al corazón que sabe esperar siglos la aurora que libera de las sombras". Y más adelante le señala: "Tú, indio del Ande, mestizo de la Puna, huésped de Buenos Aires, fuiste echado a patadas. Roto quedó tu erkencho. Destrozado tu bombo. Con las hilachas de tu pobre poncho enjugaste tu llanto. Tu llanto, hermano kolla. ¡Cómo me duele tu llanto que es el mío y el de todos los que animamos nuestro corazón para mostrar la injusticia de tu voz! Ahora marcharás camino del regreso, que son para tu pueblo caminos de derrota. Allá conversarás, superada tu angustia, con tono más altivo. ¡Supay Huarkanka Huachaska!"


Por publicar esa carta, Atahualpa Yupanqui fue detenido y pasó seis meses a disposición del Poder Ejecutivo en la cárcel de Devoto. ¿Cómo se puede enviar a la cárcel a un cantor del pueblo por defender a sus hermanos de sangre? Después de la cárcel, Atahualpa marchó al exilio. Pero pasaron muchos años, estamos ya en la década del sesenta y Atahualpa dio un concierto de canciones en Madrid. Ahí estaba Perón, en el exilio, y concurrió al recital. Terminada la función el general Perón subió al camarín del cantor indio. Atahualpa relata que cuando lo vio a Perón, le dijo: "Qué feo es el desarraigo, ¿no? Cuando usted me mandó al exilio, por defender yo a los kollas y por decirle que fue un latrocinio envagonarlos y mandarlos al norte... que era una vergüenza lo que se hacía con los hermanos... es feo el desarraigo..."


Entiéndame --le respondió Perón--, lo que pasa es que fue un lobby que me hicieron la gente de Patrón Costas, el Ejército, la Gendarmería y el general Filomeno Velazco. Además, cuando uno está arriba hay que tomar medidas... si no los paraba a ustedes me pedían una reforma agraria de fondo, y no estábamos para una reforma agraria.


Los pueblos originarios siguen pidiendo con una extrema paciencia la devolución de sus tierras. Actualmente, por ejemplo, mapuches piden la devolución de 500 hectáreas en tierras de Leleque, las cuales hoy "pertenecen" al empresario italiano Benetton. Pero lo piden con dignidad. Como hay un pedido parlamentario que esa tierra se expropie al actual "propietario" y se dé a los legítimos pobladores, Nahuelquir y Curiñanco, los mapuches interesados se oponen a que sean expropiadas, porque así va a ir ese dinero a Benetton. Y se preguntan: ¿por qué darle dinero por algo que no le pertenece? Increíble. La dignidad por encima de todo. Y por eso hemos saludado el proyecto del diputado patagónico Pablo Pascuriello por el cual propone el cambio de nombre de las plazas, calles y monumentos que lleven el nombre de teniente general Julio Argentino Roca, y que en el futuro pasen a llamarse "Pueblos originarios". Esto, por respeto a la mayoría de los argentinos, ya que de acuerdo con los estudios antropológicos el 56 por ciento de nuestros habitantes lleva sangre de esos pueblos que habitaron desde siempre estas tierras. Es un verdadero insulto que ese general, autor de la llamada "campaña del desierto", sea honorificado de esa manera. Sabemos que esos honores se lo dieron quienes se beneficiaron con las tierras ocupadas por el ejército de ese general. Y el ejemplo de la dignidad va cundiendo. Honor a la comisión municipal de la localidad de El Huecú, en Neuquén, que acaba de quitar el nombre de Roca a su avenida principal. De haber vivido don Atahualpa, hoy mismo hubiera viajado hasta El Huecú y en una esquina de la avenida recién bautizada con un nombre digno hubiera templado su guitarra y entonado "Caminito del indio".

Osvaldo Bayer, 1927, es argentino, historiador, periodista y legendario autor de novelas que merecieron ser prohibidas y quemadas por la dictadura militar en Argentina, siendo la más notable de ellas La Patagonia rebelde, que Editorial Planeta reeditó en 2004. Una versión más larga del texto que presentamos apareció en Pagina 12, 12 de mayo de 2007.


Tomado de Suplemento Ojarascas, Periódico La Jornada No. 122 Junio 2007.

75 sociedades de convivencia en 10 delegaciones del DF.

NotieSe 75 parejas han legalizado su convivencia en 10 delegaciones desde que entró en vigor la Ley de Sociedades de Convivencia en el Distrito Federal el 16 de marzo pasado. El dato se desprende de una solicitud de información que NotieSe hizo al Instituto de Información del DF. Hasta el 1 de junio pasado, 14 parejas han registrado su unión en Coyoacán, 12 en Iztapalapa, 12 en Benito Juárez, 7 en Tlalpan, 7 en Iztacalco, 4 en Miguel Hidalgo, 3 parejas en Gustavo A. Madero, 2 en Magdalena Contreras, mientras que solo una ha optado por registrar la convivencia en Azcapotzalco: 62 en total. Las 13 uniones restantes, que corresponden a la delegación Cuauhtémoc, fueron reportadas por el actor Tito Vasconcelos, quien a su vez firmó una sociedad de convivencia con el empresario David Rangel en esa demarcación. El acto cívico en que Vasconcelos y Rangel firmaron su sociedad de convivencia fue atestiguado por Jorge Saavedra, director del Centro Nacional para la Prevención y el Control del VIH/sida y el activista Josué Quino.

viernes, junio 15, 2007

Las rosas.

Fue larga la jornada. El paso del tiempo siempre parece mas lento cuando se trabaja bajo el agobiante calor tropical, que en la primavera extiende su intensidad hasta el ocaso, cuando las aves vuelven a sus nidos construidos en aquella lujosa zona residencial donde el trabajaba.
Era domingo, y a pesar de haberse bañado en el pequeño cuarto de servicio donde amontonaba papeles amarillentados por el tiempo, recuerdos, un catre chillón y su poca ropa debidamente doblada en cajas de cartón, sudaba copiosamente. Por su robusta espalda escurrían presurosas y traviesas gotas de sudor directo hacia las nalgas, esquivando cicatrices, vellosidades y los pocos pliegues de una camisa azul recién planchada.

Antes de abandonar la residencia, dio una última visita al jardín, notablemente emocionado su viejo corazón daba un vuelco, en el estómago tenía la sensación de tener las tripas replegadas al abdomen y con infantil sorpresa sus pasos lo guiaron al área de trabajo donde se había esmerado toda la semana. A fuerza de tantos días de minuciosa observación de la naturaleza, su mente se anticipó a las flores que habían comenzado a vivir evocadas en sus pensamientos. Y ahí estaba el rosal, ofreciendo su color rojo carmesí a borbotones, sangrando de pigmento exageradamente, mostrando vigorosas flores ante la paternal mirada del jardinero. Y sin embargo habría que hacer un sacrificio en nombre de algo más poderoso que el prodigio de la madre naturaleza, sin titubeo se le acercó con filosas tijeras y les cortó del talle, de súbito cercenaba la belleza sin concesiones. El sonreía con ilusión, el rostro le brillaba de satisfacción.
Caminaba con aplomo, seguro de sí mismo. En su mente una femenina imagen emergía nítidamente y se posaba en sus ojos, ella le sonreía con pies ligeros, le hacía un guiño, jugueteaba con el, se escondidas detrás de las cosas mas simples, y entonces se angustiaba al perderle de vista, sufría irremediablemente hasta que nuevamente la divisaba más adelante. En su arrugada frente un salado rocío coronaba sus cejas blanquinegras. Con premura alzó su brazo hasta emparejar la muñeca en ángulo recto a sus ojos. De soslayo vio sus manos gruesas, maltratadas, viejas, y no entendía cómo es que su cuerpo disentía con la jovialidad de sus adentros.
Se acercó a un barrio donde los viejos como él sacaban a las breves aceras, sus mesas y sillas para jugar bingo. Algunos fumaban copiosamente, otros se concentraban en su partida de dominó, se oían los chistes picosos, la rabieta de la abuela que ha tenido una mala racha de suerte, los niños echándose la cascarita con una pelota ponchada. El calor crecía y no podía distinguir si era el de la ciudad o el de sus adentros.
Sobre una descuidada calle, de paredes desteñidas y carteles promocionales antiguos, llamaba su atención una entrada, donde se clavó su mirada y se deshizo su aplomo. Se detuvo en un suspiro, los nervios le secaron la garganta, comenzó a masticar una segunda menta, la primera se le cayó de la mano trémula, como si fuera un esquivo pez al que inútilmente se le apresa. Las rosas lucían radiantes.
La encontró en medio de una sonora carcajada, sentada en las piernas de un desconocido, sus impúdicas manos la recorrían lujuriosas, ebria de excitación, el delirio se le aparecía en los ojos vueltos hacia arriba, era ella todo vértigo, la ensordecedora música se le metía por los pies descalzos y la hacía caer de rodillas, alborotando sus cabellos lacios, moviéndolos con prudencia para enardecer a los mirones, sus manos jugando con sus maduros pechos y bajando hasta rozarle el sexo.
Vuelta en sí a medias, lo miró con su semblante aturdido parado en la puerta. Ofendida por aquellos ojos incrédulos y tiernos, una rabia poderosa la levantó del suelo para alcanzarlo como una bala, lo abofeteó con sus dedos de nicotina y le razgó la camisa, airada lanzó las rosas por los aires, negándole el precio de sus besos y el vino de su sangre. El la veía papaloteando como el aire, en torno suyo un huracán removía sus cimientos y el se aferraba como un árbol a sus raíces, pensaba solo en sobrevivir al desastre, apretaba sus puños, la mandíbula se le trababa para vetar las palabras.
Indiferente ella volvió a las tibias piernas que la esperaban. Ciñéndose el diminuto vestido a sus maduros atributos sonreía como si nada, una vez más canturreaba, las mismas carcajadas, el beso en el cuello, las manos solícitas sobre ella.
Con serenidad levantó sus rosas. Salió sin mirar atrás y una ráfaga de viento le revolvía el desaliñado cabello. Como pudo se recuperó las heridas. El cielo comenzó a encapotarse y en seguida soltó su llanto sobre la gente. Los transeúntes corrieron unánimes, se aferraron a los tejados y a las tiendas replegados en las aceras. En una esquina, el viejo jardinero la esperaba como un adolescente, y miraba cómo sus rosas empezaban a marchitarse como su arrugado corazón.

sábado, junio 09, 2007

Crónica de una ruquéz anticipada.

Un par de cervezas en el recientemente descubierto bar el gran vals, nos puso a tono y nos hizo olvidar la calurosa tarde. Fuimos los primeros en llegar al teatro y la impaciencia de Tomás era evidente. Creamos una fila y nos quedamos quietecitos haciendo conjeturas de cómo podría ser el chou que en 15 minutos más estaríamos presenciando.


Súbitamente nos encontramos naufragando en un mar de vejez, cientos de adultos mayores se dispersaban a todo lo largo y ancho del lobby. El edificio se pobló de arrugas y cabelleras blancas, y a nosotros nos daba la impresión de estar en el lugar equivocado. Nos sentimos en una reunión de jubilados y pensionados, en alguna clase de manifestación de abuelitos del INSEN o en el funeral de algún viejito ilustre al que sus compañeros que conservaban aún la lucidez de la memoria, se disponían a darle el último adiós.


Nuestra juventud ahí lucía avergonzante, fuera de lugar, inexperta. Los flácidos cuerpos nos miraban con curiosidad, resultábamos demasiado contrastentes, rompíamos la homogenidad de aquella mancha vieja que se multiplicaba conforme el minutero se acercaba a la hora del espectáculo. Víctimas de la nostalgia el viejerío sonreía cuando en efecto de flash back, a la memoria penetraban los acordes de un bolero escuchado en la lozanía de los años mozos. Los saludos sucedían una y otra vez: "¿ya viste a los López? ¡no la reconocía, su viejo está igualito! ¿te acuerdas mi fino amigo, las reuniones con el doctor Hernández? recuerdo que la primera vez que lo vi en el escenario traía un traje de lino oscuro y cantaba con dolorosa voz..."


Al fin el acceso se permitió, nos acomodamos en la fila B. El escenario recreaba un Tampico inexistente, eminentemente rural, en una lancha dos maniquíes imaginaban navegar por la cuenca del río Pánuco, y sus miradas se perdían en el recuerdo de los buenos tiempos, cuando se pescaba mucho y la selva les devoraba los ojos.



El homenaje al Dr. José Sierra Flores inició con un popurrí ejecutado por la Orquesta Sinfónica de la UAT, y de allí el paseo nos llevó por los ritmos de la clave, el bolero, la música vernácula y el huapango. El evento era minuciosamente grabado por una televisora local, decenas de chalecos luminosos hablaban solos y hacían señas extrañas a los hombres escondidos detrás de las cámaras.


Luego la proyección de saludos familiares para el homenajeado, el cansancio de palabras y frases acartonadas a falta de creatividad . Nuestro entusiasmo volvió a hacerse evidente cuando Astrid Hadad apareció, metida en un vestido hecho de fieltro azul turquesa, donde una fila de barquitos de papel hacían largas expediciones seducidos por el jacarandoso canto de ésta líbanomexicana sirena. Como sombrero, otro barquito y en sus manos un plumero en forma de corazón rojo ahuyentaba los huracanados suspiros de los que como yo, ovacionábamos a la diva, la reina de la mexicanidad, el altarcito de canto y baile que en su pecho cabe.


Cantó mientras yo me peleaba con la cámara fotográfica que se quedó sin baterías, golpeándola en mis rodillas para conseguir capturar un par de imágenes. Entonces ella me miró de soslayo y creí verla sonreírse por mi desgracia, ella sabía que no podría tenerla nunca, ni siquiera en imagen, ni siquiera en papeles, ella es algo inasible, vuela en la brisa marítima, se viste de gaviota en busca de otros astilleros, ella que esconde sus amores en otros puertos y les roba el corazón a los hombres.


Sin salirse del escenario y con ayuda de un asistente se mudó las ropas, y lució un vestido hecho de paliacates con la imagen de la virgen de Guadalupe, chispeante de luces reflejadas sobre las lentejuelas. Entonces hizo gala de ingeniosidad con sus chistes políticos y el teatro se hizo carcajada.


Para su última canción sensualmente se despojó de las vestimentas y le salió lo rumbera. Tirada en el piso pensé en ella como la serpiente tentadora, la trepadora que aprieta huesos, carnes y corazón. Algo reptilineo apareció en su piel pero no le tuve miedo. Con "El Calcetín" se despidió, cabarateando, ofreciendo sus caderas contoneándose con coquetería y para nosotros el cumplimiento de un sueño se había hecho realidad.


Al concluir el evento, Tomás parecía víctima de claustrofobia, se abrió paso entre la multitud a la mala, mayugando calavéricos pies, escurriéndose pegado a las paredes, buscando el oxígeno del exterior. Cuando lo alcancé buscaba con su mirada algo en ese mar de gente, entraba y salía del edificio dando saltitos para asomarse a los rostros de la gente. Entonces apareció ella, de quien sabe qué lugar y sin que nadie se percatara, Astrid salió brevemente a firmar autógrafos, dejarse acariciar por sus admiradores, la foto del recuerdo y dos entrevistas para radio y televisión.


Pequeña de estatura, su inconfundible fisionomía sonreía a la menor provocación del flash de las cámaras, remolinos de gente joven se desesperaban en torno a ella, pensando en que su aparición,como todo astro, sería breve, pero no fue así, incluso respondió a las preguntas que se le hacían. Y yo con la cámara sin baterías, intentando capturar si quiera una foto por la que Tomás se sintiera eternamente agradecido de haberle conseguido. Ante la negativa de la tecnología nos conformamos con un disco autografiado: "Carlos y Tomás (un corazón trazado a dos líneas), Astrid Hadad.


Caminamos con rumbo desconocido por varios minutos, totalmente despistados, sin dar crédito a la experiencia de haber estado hablándole de tú a semejante mujeron. Al fin alcanzamos abordar un taxi para encontrarnos con Ronnie, Pol, y Braulio (a quien no veía desde la preparatoria) en el café del mar, un dizque lounge con un servicio deficiente. Entonces no me pude resistir a mi vicio, hablar con arrebato de cuanto migaja de tema cayera en la mesa, y saqué el orgullo por el terruño, la anécdota curiosa, el dato histórico almacenado en la memoria. Ahí comenzó la fiesta precumpleañera.


De vuelta a casa me entró la nostalgia y a lo lejos, la sinfonola del bar habitual me llamaba a gritos, me cantaba versos inútiles de ignorar, y me sentí avergonzado de haber traicionado mi andar por la zona roja de la ciudad, al haber estado en el deprimente café del mar. Mis pasos culposos se dieron prisa por entrar al camino de perdición: una cantina que antes había sido un teibol dans. Adentro, la clientela se cobijaba con la penumbra, desde las esquinas de la habitación, y totalmente cubiertos de anonimato, posaban sus ojos en las personas que ingresaban a ese agujero maloliente.


Recibí los primeros minutos de mi cumpleaños bebiendo una cerveza allí, con mi compañero de infinitas borracheras y de noches tiernas. Un séquito de travestis liderado por una bellísima hermafrodita, se turnaban para abrazarme y susurrarme al oído trilladas frases muchos años ensayadas. Un prostituto a lo lejos, alzaba su cerveza para brindar conmigo.


Nuestras conversaciones se alternaban entre una pareja de amantes mujeres, los amigos travestidos y pedazos de intimidad que Tomás y yo construíamos a ratos, cuando nos quedábamos solos, ajenos al entorno, comiéndonos con los ojos, hablando con el corazón expuesto.


El retorno a casa al día siguiente transcurrió sin contratiempos. Por la tarde había citado a los amigos a reunirnos en la cabaña. Hacía un calor extremo. Me senté en la mecedora y esperé. En la radio sonaban canciones tristes, yo enmudecía con mi cigarro. Sincronizados llegaron El poeta maldito y Manuel, entrañables amigos, agridulces vagabundos con los que me unen retorcidos y líricos lazos. A lo lejos, la promesa de una tormenta.


Y cayó con toda impaciencia, ruidosamente, airada, fría. Fueron dos horas de intermitente tormenta, de rayos surcando el cielo como la sinopsis de las neuronas. En silencio vimos escurrirse con el agua las intenciones de una nueva borrachera.


El mismo viento que llegó del norte sopló mas fuerte, se llevó a mis únicos dos amigos de casa, el festejo y un año más de vida arrancado del calendario, al que inútilmente perseguí, queriendo despedirme y mirarle convertirse en pasado.

viernes, junio 08, 2007

27.

Ando crudo, con el tiempo en cima para mi segunda etapa de celebración. Hoy cumplo 27 años.

P. S. prometo postear la crónica completa, la primera parte se me borró por falla en la conexión (hice un entripado alcohólico).

viernes, junio 01, 2007

Fragmento de un sueño.

- ¿qué buscas amor?
- La madeja de hilo que he sido.
- ¿ y la encontraste?
- ¡La he perdido!
- ¿quién la ha tomado?
- El niño que fui antes de haber nacido.
- ¿la reconoces?
- Tiene color a tiempo y lleva fibras de mi cuerpo.
- ¿huele a frutas?
- A durazno y a libro viejo.
- ¿buscaste en el baño?
- Solo encontré mi reflejo.
- ¿estaba desnudo?
- Traía un silencio en el pecho.
- ¿le hablaste?
- Canté una canción en mi encierro.
- ¿era de noche?
- como tu cuerpo.
- ¿buscaste en mi cuerpo?
- Encontré las huellas de un muerto.
- ¿era viejo?
- Como el polvo del sueño.
- ¿pudiste dormir?
- Pensaba en tus pechos.
- ¿quieres café?
- Mejor cuéntame un cuento.
- Los amantes buscan en el silencio de los sueños, el polvo viejo que se les ha perdido.
Cantan, lloran y se ven al espejo.
Su aroma de sexo se mete en sus pechos.
Si el tiempo es un niño, regresa de noche,
si acaso es un muerto, se encuentra en tu cuerpo.